Preguntándome “¿Hacia donde va Caína?”, el 28 de diciembre pasado, me respondía, no sin cierta amargura muy “neo noveintayochista” (RJM dixit): “Cuando oyen hablar de la economía del conocimiento sacan la pistola”.
Extraño en el paraíso cainita, mis argumentos eran y son de una trivialidad desarmante: una sociedad que no investiga, una sociedad que no invierte en conocimiento y cultura, es una sociedad condenada al retraso, si no la decadencia. Financial Times no dice otra cosa, sin embargo: una economía cuyos “motores” son la especulación inmobiliaria y el consumo doméstico no es sostenible a largo plazo. En definitiva, más déficit y más inflación significan menos competitividad, menos riqueza relativa. Más pobreza satisfecha en la insignificancia. FT: la economía española pierde competitividad.
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Archives for febrero 15, 2006
Ibn Arabí, Llull, Turmeda, Murcia, Mallorca y los nuevos ayatolas de la Cataluña cainita
Európolis. Irán juega un papel creciente en Irak
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Ramon Llull y Anselm Turmeda fueron dos mallorquines de distinto tonelaje intelectual. ¿Cómo dudar que Llull es el patriarca fundador de la lengua y la cultura catalana? ¿Cómo dudar, también, que fue algo muy parecido a lo que nosotros llamaríamos un fanático religioso? La catalanidad de Turmeda se me antoja menos palmaria -¡que Alá el Misericordioso me perdone, amigos ayatolas!-. Y espero que su conversión al Islam no tenga nada que ver con la proliferación de jovencitos ayatolas, en Mallorca. Mis paisanos murcianos y yo mismo defendemos a ultranza la “murcianidad” de Ibn Arabí: faltaba más. Incluso la Editora regional murciana, que dirige Ramón Jiménez Madrid, con tan buen acierto, continúa editando sus obras completas, de evidente alcance internacional, sin necesidad de gastarse una pasta en pasar una semana en Nueva York pagando a Harold Bloom, con dinero público, fina propaganda murciana. Dicho esto, en verdad, lo que hoy son los últimos restos del antiguo Reino de Murcia -de tan gloriosa historia como los reinos mallorquines- no sé si tiene mucho que ver con lo que Ibn Arabi conocía por Murcia, antes de tomar el camino del destierro, durmiendo una noche muy cerca de donde yo nacería, siglos más tarde. Todo esto es evidentemente discutible: pero Toni Ibáñez se obstina en polemizar con unos jovencitos con ínfulas ayatólicas. “Un gentleman solo defiende causas perdidas” (¿Kipling?, ¿Keaton?, ¿Lull?, ¿?..) “El resto es silencio” (Guillem S.)
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Cataluña cainita