A nadie se le oculta la importancia de la sexualidad femenina en la evolución histórica del Islam. Los optimistas estiman que, en verdad, las mujeres pudieran estar en la vanguardia de la lucha contra el islamismo; al frente, algunas de ellas, de movimientos políticos de lucha revolucionaria contra el Irán de los ayatolas.
El New York Times subraya que también son las mujeres quienes lideran el “revival” del Islam más o menos tradicional, en una Siria laica y autocrática.
Quizá sea sensato imaginar que las mujeres musulmanas están ellas mismas divididas en las más diversas sensibilidades, seducidas por tentaciones tan diversas como la vocación religiosa misionera o los concursos de belleza. Entre las musulmanas que te cruzas por los mercadillos, super e hyper catalanes parecen ser muy mayoritarias las musulmanas partidarias de inmaculados sudarios, con los que velan sus figuras y no sé si consiguen alejarse de las más humanas tentaciones. Entre las jóvenes musulmanas francesas, se me antojan más frecuentes los casos de adolescentes sin velos ni tapujos, atraídas por el encanto de los perfumes y la ropa interior más atractiva.
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