CP, 4 enero 2017. Foto JPQ

El Centre national d’art et de culture Georges-Pompidou cumple treinta años: quizá sea imposible hablar de arte contemporáneo sin evocar su puesto en la nueva geografía museística mundial (1)

La crítica y apología de ese «monstruo» se han hecho desde mil puntos de vista. No es fácil encontrar un punto de equilibrio.

A juicio de Jean Baudrillard, “Beaubourg est pour la première fois à l’échelle de la culture ce que l’hypermarché est à l’échelle de la marchandise”. Tautología que, finalmente, no dice nada: en el hyper cabe de todo; y la condición de mercancía no anula forzosamente la condición artística de un objeto. Por otra parte, Le Centre Pompidou. Les années Beaubourg (Gallimard) de Germain Viatte reconstruye con precisión magistral un tejido muy complejo de batallas artísticas, laborales, burocráticas, presupuestarias, sociales, que reclaman un análisis muy fino, por lo menudo. Sin olvidar, los cambios de dirección y rumbos artísticos y museísticos, justamente.

A juicio de Jean d’Ormesson, “le Centre Georges-Pompidou est le premier monument de la révolution culturelle qui consiste à remettre en question la notion même de beauté. C’est l’encyclopédie d’une culture de l’angoisse”. No está mal: pero ese Centro me descubrió en todo su esplendor la obra de Balthus, con una retrospectiva capital (1983). Les Realismes, 1919-1939 (1980) inició una inconclusa revisión de fondo de la historia del arte del siglo XX. La exposición Hergé [Tintín, Hergé y el arte contemporáneo. Tintín a la refinería, los ángeles al destierro] abre nuevos horizontes. Las magnas exposiciones consagradas a Dalí (1979), Bonnard (1984), Viena (1986) o Matisse (1993) fueron acontecimientos artísticos de la primera importancia. Hubo horrores de muy otra índole: muy numerosos.

Aunque advierto que, a título personal, esa “refinería disfrazada de museo, para mejor ocultar su condición de refinería” (Hergé dixit) me ayudó de manera decisiva a romper con el militantismo marcial de las vanguardias difuntas.

[ .. ]

(1) Las cifras básicas del museo más visitado del mundo son bien conocidas: 5.3 millones de visitantes al año, unos 18.000 diarios, la mitad de los cuales tiene menos de 26 años de edad. 58.000 obras online. Wifi gratuito. Bibliotecas y hemerotecas. Un centro de música experimental. Un centro de investigación e innovación. Etc., etc., etc.