Más allá de las letanías apocalípticas, hay algo de profundamente cierto cuando Carlo Petrini declara: “Le hemos robado el alma a la comida”.
El patriarca del movimiento Slow food le dice a Victor M. Amela [La Vanguardia, 7 marzo 07] cosas de este tipo:
● He acuñado el término ecogastronomía, que define el modelo slow food. Se trata de una nueva gastronomía, acorde con estos tres principios: bueno, limpio y justo.
● Denominamos fast food a todo lo relativo a un modelo de producción y consumo de alimentos orientado por la búsqueda del máximo beneficio económico…, a costa de la calidad de la comida y de la sostenibilidad del medio ambiente. ¡Qué gran despilfarro!
● Yo era socio de una revista enogastronómica. Y la apertura de un McDonald´s en Piazza di Spagna, en Roma, en 1988, hizo detonar una reacción que cristalizó en la fundación de Slow Food.
● Creamos el Arca del Gusto: inventariamos productos en riesgo de extinción, para sensibilizar a la gente a favor de su protección.
Carlo Petrini tiene muchas opiniones, de lo sensato a lo apocalíptico. Con todos los matices que se quiera, proyectos como Slow Food y Ecogastronomía, Terra Madre o la Università degli Studi di Scienze Gastronomiche, son un semillero de ideas donde la libre entrada y consulta permite descubrir muchos productos (terrenales y espirituales), a consumir con delectación y nostalgia por los antiguos productos de la tierra, e inquieto pavor hacia las nuevas alquimias industriales.
Javier Jr says
Hola Juampe,
después de leer los cuatros puntos y, sabiendo que la ignorancia (la mía) es muy atrevida, me atrevo a decir que el segundo es una gran bobada, y el resto, así así: los mejores restaurantes de España, o, al menos, los más reconocidos, no son precisamentes oeneges (palabro horrible).
Los platos son de una calidad indiscutible, y el precio, apoyándose en esa gran calidad, crece más que proporcionalmente a los costes. En otras palabras, se encarece más allá de que los alimentos sean buenos o estén limpios. Ese toque artístico no tiene precio. Lo de la justicia lo dejaré en el precio que marque el mercado.
Bajada de precios a costa de la calidad de la comida: ojalá todos pudiéramos permitirnos una extraordinaria calidad de la comida… a costa de una subida de precios, claro. Lo de la sostenibilidad del medio ambiente no veo por donde cogerlo: si se quiere alimentar a la gente a base de tomates de la huerta del tío Manolo, muchos más ricos que los tomates de invernadero, y mucho más caros (porque no hay suficientes) lo llevamos crudo.
Con todo, me alegro de que existan alternativas al Mc Donalds, etc, y admito que es imposible comerse con delectación y nostalgia un whopper o un bigmac; pero creo tramposa esa crítica a las cadenas de comida basura, solo por ofrecer comida barata de menos calidad. Solo falta que todos paguemos una subvención para ayudar a su proyecto, mucho más justo, limpio y bueno.
Hala, vaya rollo poco sensible que te he soltado. Bueno, mil perdones y saludos
JP Quiñonero says
Javier jr.,
¡Está claro..! Una cierta debilidad mía, lo confieso. ¡Viva el genuino lacón con grelos! ¡Y el pulpo a la..! ¡Y la tarta de Santiago..!
Saludos galaico-parisino-irlandeses, claro,
Q.-
eSedidió says
En relación con las declaraciones de Petrini, y sólo por incordiar:
1.- El término ecogastronomía (juego de palabras derivado de enogastronomía, como originalmente figuraba en el Manifesto Slow Food de 1989) no fue «acuñado» por Petrini, sino desarrollado por primera vez en el Congreso Slow Food de Australia en 1999 (en otra entrevista cuenta otra batallita sobre como una peperonata le hizo ver la luz; las versiones cambian según el día que tenga). En cuanto a lo de «bueno, limpio y justo», se trata de un slogan, concretamente el del Salone del Gusto 2006. Es un poco extraño construir un discurso a base de expresiones que se diferencias en 7 años. Pero es típico de slow Food generar primero palabras o frases comercialmente afortunadas, para crear despues el tenderete ideológico que les da sustento, como si fuese una construcción original.
2.- El concepto Fast Food no fue creado por SF, sino que existía mucho antes, referido a los establecimientos en los que se comía de pie en los USA.
3.- La manifestación de Petrini y sus colegas de Arcigola se lleva a cabo en 1986, yéndose a exigir el cierre de McDonalds de Piazza di Spagna armados con cazuelas de penne. Una vez conseguida la notoriedad (salieron en todos los medios) se olvidaron convenientemente del tema. De hecho, el establecimiento sigue abierto 23 años despues.
4.- Si uno se toma la molestia de revisar el listado de productos del Arca del Gusto, observará que en ella se incluyen productos en tan claro riesgo de extinción como la sidra natural asturiana, así como productos que no tienen ni una década de existencia. En realidad, Arca del Gusto recoge productos (tradicionales o no) escasos y a ser posible exóticos. Y por lo tanto, caros.
Vivimos en un planeta donde gran parte de la población está infraalimentada, y el resto mira para otro lado y atiende como papanatas el discurso de gurús del lechuguinato, ya se trate de comer despacito o de supuestos bueyes alimentados por supuesta cerveza. Así nos va….
Disculpen y un saludo.