El árbol, “reserva artística”. Grupo de robles, Théodore Rousseau, 1850-52. O/l, 53 x 99
El descubrimiento de las ruinas de la Antigüedad tardía fue un tema clásico del Gran arte renacentista y barroco. A finales del XVIII y principios del XIX, el descubrimiento de la naturaleza virgen fue motivo de una revolución pictórica. En nuestro tiempo, el árbol, el bosque, la naturaleza todavía “virgen” comienzan a ser un motivo museístico.
La naturaleza, el bosque, el árbol, finalmente convertidos en “reserva artística”, ante la desertización no solo espiritual del planeta.
El ejemplo que tengo más a la mano, entre otros muchos, es el de El Bosque de Fontainebleau: Un taller con las dimensiones de la Naturaleza. De Corot a Picasso, una excelente exposición del Musée d’Orsay, comisariada por Chantal Georgel, que razona su trabajo de manera muy pedagógica:
A partir de fines del siglo XVIII los artistas acuden al bosque de Fontainebleau para realizar sus primeros estudios «a partir de la naturaleza». A medida que se desarrolla la pintura al aire libre, los pintores de Barbizon, y más tarde los impresionistas, se apoderan de este lugar para «ir al motivo», convirtiéndolo en la zona más concurrida por el mundo del Arte durante todo el siglo XIX. Dicho éxito genera el nacimiento de centenares de obras, que pese a representar el bosque, ilustran las transformaciones del arte paisajístico.
Más allá de la simple reunión de un conjunto de obras firmadas por los más relevantes nombres, de Corot a Picasso, esta exposición logra plantearse interrogantes respecto a los motivos que convirtieron el bosque de Fontainebleau en un centro de atracción, para los pintores y los fotógrafos, pero también para escritores y poetas. Se trata pues de proporcionar elementos de reflexión sobre los vínculos, que a lo largo del siglo XIX, arraigaron rotundamente dicho peculiar paisaje a los artistas, que se nutrieron del «espíritu del lugar», modificándole la imagen. En efecto, los pintores, tras «absorber» el romántico bosque de los hombres de letras, contribuyen a reinventar el lugar, preámbulo para su reconocimiento oficial como «Reserva artística» cuando, en 1874, el bosque de Fontainebleau pasa a ser el primer sitio natural clasificado del mundo.
● Casi ayer mismo, un joven artista galardonado por la siempre modernísima Tate descubría el insondable misterio de los higos chumbos.
● Para un fotógrafo neoyorquino, los olivos mediterráneos son un misterio tan insondable como el budismo zen.
● Árboles mártires, paisajes profanados.
chumbo says
Precioso articulo. Profundo y bien documentado.
Un saludo
JP Quiñonero says
Chumbo,
Encantado y agradecido…
Avanti..!
Q.-