La chair est triste, hélas ! et j’ai lu tous les livres, escribe Mallarmé en algún momento. Sin embargo, ese triste convencimiento personal no coincide completamente con lo que sabemos de la vida íntima de escritores y escritoras de todo tipo de sexos, en el París finisecular. Ni Victor Hugo, ni Maupassant, ni Rimbaud ni Verlaine, entre muchos otros, hubiesen escrito tan sentencia, creo.
Gisèle d’Estoc, seudónimo de Marie-Paule Alice Courbe, escritora, periodista, escultora, feminista, libertina, lesbiana, andrógina, amante de Maupassant, enviaba a sus amigos fotografías personales, al desnudo.