La nostalgia de una patria, un país natal, una heimat, una tierra donde vivir y morir en paz, compartiendo el pan y la palabra con otros hombres, quizá sea el último horizonte utópico, víctimas todas las patrias, países, naciones y Estados de un mismo proceso de desertización moral, que OPS-El Roto-Andrés Rábago ilustra recordándonos el estado de la antigua casa común, invisible fantasma errante en una casa bombardeada ¿durante una guerra civil..?
El Roto, El País, 23 marzo 2007
En cualquier caso, los heridos de nuestra última o penúltima guerra civil no fueron repatriados a los USA [NYT, 25.03.07, The Spanish Civil War: Black and White in a Murky, Ambiguous World]. De hecho, la profanación de tumbas es una de las maneras más atroces de volver a sembrar las semillas del odio.
Ayer advertí, tomando café con Max Gallo, frente al Panteón de los hombres ilustres de Francia, que, en verdad, esa misma enfermedad del espíritu también hace estragos en muchos otros pueblos europeos. De ahí mi simpatía fraternal cuando alguien afirma:
El meu país és tan petit
que sempre cap dintre del cor
… ese país real o imaginario todavía existe o es un magno proyecto por reconstruir, como Occitania (“un gentleman solo defiende causas perdidas..”), para alguien, como yo, cuya patria natal es la cuenca de antiguos ríos sin agua.
Q.
Sin que sirva de precedente, pero a tenor de esta entrada en este blog, la última mía creo que se acomoda como un guante a lo que aquí se expresa. Te dejo la dirección y las llaves de mi casa.
http://enelbosque.blogspot.com/2007/03/emboscadura.html