Rue Broca, 1 julio 2007. Foto JPQ
Barojiana
He vuelto a la rue Flatters, la rue Broca, tras los fantasmas de Baroja, y los míos.
¿Vive todavía Mercedes en la rue Flatters?
Entre mis notas, recobro esta noticia del 5 de mayo de 1980: “La police arrête, dans un appartement situé au 4 de la Rue Flatters, à Paris, cinq membres des mouvements terroristes ouest-allemands M.2.-J et Fraction Armée Rouge, dont Siegelinde Hoffman (accusée d’avoir participé à l’enlèvement d’Aldo Moro ainsi qu’au meurtre du banquier Jürgen Ponto le 30/07/77), et Ingried Barabaz. Toutes les personnes arrêtées seront par la suite extradées vers la R.F.A.”.
Don Pío vivió unos metros más lejos. Su hotel (¿?) sigue intacto, frecuentado por anónimos personajes desconocidos. Desde ese hotel, Baroja se dirigía a la cárcel de la Santé, donde visitó a varios anarquistas españoles, de los que habla con cierta afección.
Baroja merodeaba por la muy próxima rue Broca (donde estuvo, hasta su último traslado, la salida del personal de Le Monde), que describe de este modo en sus Canciones del suburbio, de cuya primera edición copio:
Hay en la calle de Broca
un Hotel de la Palmera
que es una casa sombría
húmeda y pobre vivienda.
La calle es por el estilo,
bastante oscura y siniestra;
tiene un antiguo hospital
de enfermedades secretas,
antes convento de frailes,
fundado, si no es leyenda,
por una reina de Francia:
Margarita de Provenza.Hay también otro palacio
en esa calle tan fea
de la madre de San Luis,
que fue asimismo una reina.
Hay, por último, en la rúa
otras casas más modestas,
algún cuartel, un viaducto
y unas miserables tiendas.[ .. ]
En el Hotel de la Palma,
por una ventana estrecha,
se asomaba una muchacha
que era una chica soberbia.
La gentileza del tipo,
su prestancia y su belleza,
en medio de aquel ambiente
de sordidez y miseria,
a un romántico le hacían
forjarse cualquier novela.
Yo también me imaginaba
absurdos en la cabeza.
[ .. ]
He vuelto a la rue Broca. ¿Cuándo desapareció el Hotel de la Palma? Allí están, todavía, el hospital, un antiguo cuartel al servicio actual de ciertos servicios de seguridad, el viaducto. La chica soberbia huyó, quizá; pero es reconocible en muchas páginas parisinas de Baroja. La sordidez y la miseria se exponen bajo el viaducto.
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