Edward Steichen, Life 01101955, G Garbo, 1928
¡Qué fotógrafo tan excepcional era Edward Steichen..!
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Lo descubrí hace siglos en el New Yorker, donde recorté una magnífica reproducción de una de sus imágenes más legendarias, la del Flatiron Building (1904), ya caída la noche, en NY. Esa imagen me acompaña desde hace muchos, muchos años.
La retrospectiva Steichen en el Jeu de Paume, Une épopée photographique, reúne más de 400 fotografías y quizá sea la más grande del gran maestro euro americano que se ha presentado nunca en Europa. Descubro en detalle su trabajo como fotógrafo de moda, alta costura y retratista de grandes estrellas, Garbo, Astaire, Gloria Swanson, etc. Admiro la elegancia aérea, turbadora, misteriosa, de su punto de vista.
Miro hacia atrás, y advierto como influyeron sus imágenes en la construcción de mi propia patria, no del todo imaginaria: Steichen y la construcción mítica de Murcia.
- Fotografía en este Infierno.
Luis Rivera says
Tengo poco presente la fotografía de Steichen, pero esa portada y la mancheta de Life me emocionan cada vez que las veo: forman parte de mi educación sentimental, mi acercamiento al mundo número tras número a medida que iban llegando a casa siendo yo un niño.
Ana A. says
Confieso mi ignorancia mesetaria por la obra de este buen señor, que pinta bien, tal como afirman los señores Rivera y Quiñonero, confabulados contra mi humilde ignorancia,
JP Quiñonero says
Ana, Luis,
Bueno… la fotografía tiene una ventaja excepcional: el gran arte casi está al alcance de la mano, en las revistas de moda; y grandísimos creadores se hicieron y se hacen en revistas dirigidas al gran público…
Q.-
Luis Rivera says
Q, nosotros tenemos la suerte de haber nacido y crecido en un tiempo en el que la fotografía se convirtió en descripción de la realidad. Aprendimos con los ojos, adivinamos el significado de las miradas, absorvimos la estética y vivimos las diferencias a través de la oferta de imágenes. Mi padre, gran aficionado de los de laboratorio en casa y domingos por la mañana cámara en ristre, fué quien me dió los ojos para ver, a partir de una tarde, en que niño de cuatro o cinco años, no más, metiéndome con él en la luz roja de su cubil secreto, me dejó ver como la imagen iba apareciendo en la superficie de un papel blanco sumergido en un líquido. Era yo. o mi hermana o mi madre. Esa magia de la aparición de la imagen devolviéndote la mirada nunca se olvida.
JP Quiñonero says
Luis,
Qué te voy a contar. Yo sigo siendo aficionado, con la gran ventaja de lo digital: puedes tirar a diestro y siniestro.. y salva alguna imagen de tiempo en tiempo,
Q.-
Luis Rivera says
Q, peroi aprendimos a er en páginas de hueco, en fotos de tonos marfileños, en laboratorios y en exposiciones de fotografía. No cambiaría nada por eso. De todo lo que recuerdo con agrado, es tal vez el milagro de las imágenes el que más me impresiona y con mayor fuerza me captura; creo que imcluso mayor que las letras y los libros, que llegaron después. Yo le debo a mi padre la mirada.