Jo,labelleirlandaise.
Lo creíamos casi todo sabido sobre el romanticismo, el realismo, el simbolismo y las fuentes bautismales del arte contemporáneo. Sin embargo, la contemplación en primer plano de un sexo femenino, entre otros milagros del arte erótico, quizá ilumine páginas mal exploradas, si no proscritas, de tan solemne historia, repentinamente florecidas, como Blancanieves, en sus transparentes tumbas abandonadas en el campo santo del Museo universal.
[ .. ]
DESNUDOS CUERPOS PROSCRITOS
El cadáver exquisito o truculento de Gustave Courbet (1819 – 1877) reposaba desde hace muchas décadas en su polvoriento panteón de patriarca de la escuela realista francesa. La definitiva reaparición pública de una de las obras más “audaces” de la historia de la pintura erótica (copia, quizá, de una fotografía obscena), L’Origine du monde (1866), en 1995, entreabrió un sendero vertiginoso. Siguiendo esa oscura senda, la magna retrospectiva del Grand Palais nos propone nuevas revelaciones.
Obra proscrita, L’Origine du monde solo pudo ser contemplada, durante más de dos siglos, por reducidísimos grupos de coleccionistas de arte erótico: sucesivos propietarios la ocultaron y cubrieron con púdicos velos, para no ofender a sus visitantes más conservadores. Incluso Silvia Bataille (la legendaria Silvia inmortalizada por Georges Bataille) le pidió al psiquiatra Jacques Lacan, su esposo, que “velase” discretamente esa obra, para “no sorprender” a las visitas y señoras de la limpieza. L’Origine no pudo verse públicamente hasta 1995, ya propiedad del Estado francés.
Otras turbadoras piezas eróticas nos invitan a “repensar” algunos aspectos de la obra de Courbet. La Femme aux bas blancs (hacia 1861) de la Fundación Barnes se ha expuesto en contadas ocasiones. Y la Femme nue couchée (1862) reaparece por vez primera en una gran exposición internacional. Ese óleo suntuoso tiene una historia tan tortuosa como L’Origine y todavía se expuso en alguna ocasión, poco antes del estallido de la Segunda guerra mundial. Hasta hoy, cuando se presenta, entre bastantes de los desnudos más célebres de Courbet (¿cómo olvidar Le Sommeil, 1866?), en el marco general que nos permite comprender el puesto de esa representación del cuerpo y el sexo femenino entre el resto de la obra del pintor de paisajes realistas, temas históricos, o escenas de caza de una crudeza melancólica.
SEXO Y TRASCENDENCIA
¿De qué modo cambian ciertas obras eróticas de Courbet nuestra visión de su obra y de la marcha general de la historia de la pintura? Iluminando nuevos puntos de vista sobre su arte y su manera de pintar, reinstalando la contemplación, el gozo y la representación del cuerpo femenino en el origen de la creación y el misterio del mundo.
Rafael daba a sus Madonas el rostro de sus amantes: lo divino tenía rostro y figura humana. Courbet puede privar de rostro al sexo femenino, para hacer más turbador el insondable misterio de su fulgor incandescente. En la Comedia dantesca, el amor rige, como el Logos alejandrino, todas las cosas y relaciones del universo. En L’Atelier du peintre, el púdico desnudo femenino se instala en el corazón del cuadro: la figura femenina está en el centro y el origen del misterio de crear. Las formas femeninas, el misterio de su atracción insondable, ocupan el puesto que siglos atrás tenía la trascendencia: el sexo no es obsceno, si no sagrado y glorioso. Desde esa óptica, L’Atelier du peintre cobra repentinamente el aura metafísica de Las Meninas.
Hubo muchos otros maestros del gran arte erótico (comenzando por Picasso). Y esa relación entre el misterio de la creación y el misterio de la exposición, contemplación y posesión del cuerpo femenino, está en muchas de las fuentes bautismales del arte contemporáneo (baste recordar a Klimt, Balthus o Bonnard). Cuando se pueden contemplar juntas, por vez primera, las grandes obras eróticas de Courbet, entre el resto de una representación cabal de toda su obra, esas joyas sulfurosas iluminan con una luz purísima, invisible, hasta ahora, otras páginas del legado de un maestro mal conocido, en definitiva.
TORMENTAS PASIONALES
Su pintura de historia, sus grandes retratos, sus representaciones de la vida de su época, el retrato de Proudhon y su familia, L’enterrement à Ornans, las escenas de caza, los retratos íntimos (Jo, la belle irlandaise), incluso sus naturalezas muertas, cobran insospechadas dimensiones.
El pintor de escenas carnales que han tardado más de dos siglos en llegar al gran público (concupiscente o indiferente, según la orquestación publicitaria) también es un amigo íntimo de un patriarca del pensamiento anarquista. La legendaria batalla épica de la Comuna de París es indisociable de las más íntimas osadías artísticas. La vida cotidiana cobra el esplendor del relato épico. Y las escenas de caza son indisociables de las tormentas pasionales de la naturaleza, que algo tienen de shakesperiano. Incluso las más modestas naturalezas muertas, la serie de las Truites de la Loue (truchas del río Loue), truchas muertas, pueden ahora contemplarse como melancólicas parábolas del destino del artista, condenado al sacrificio, agonizando en un mundo que asfixia la creación, de muy distintas, atroces y sonámbulas maneras.
Las truchas del Loue agonizan, indefensas. Pero el sexo anónimo de L’Origine du monde, el cuerpo glorioso de la Femme aux bas blancs o la Femme nue couchée, hablan de la victoria final del artista y la creación: su obra nos salva del olvido. Y las cenizas de la carne de las modelos nos hablan después de la muerte, como en la Égloga tercera de Garcilaso.
[ .. ]
Courbet
Exposición comisariada por Laurence des Cars, Dominique de Font-Réaulx, Gary Tinterow y Michel Hilaire.
Arquitecto museógrafo, Didier Blin.
París, Galeries nationales du Grand Palais.
Hasta el 28 de enero.
maty says
Uno puede comprobar la maestría del periodista al comparar sus artículos/escritos con el de otros. Esta mañana he reseñado también:
CINCODIAS El Hermitage exhibe en Lisboa el imperio ruso por Mónica Andrade
Vamos, la diferencia es abismal, no sólo por el lenguaje, también por el background de uno y otro que se refleja.
Lo dicho, eres grande, muy grande. Si vivieses en Madrid y estuvieses alineado con uno de los dos bandos, se te reconocería. Tristemente, París es como Tarragona para ellos, andurriales.
Passy says
Esplendor y gloria de la carne inmortal.
Et pourtant, no estoy de acuerdo con el título. En realidad tú mismo lo dices al final.
El realismo de Courbet, anuncia el realismo sucio, habla de mortalidad y de cenizas y es exactamente eso, lo contrario de Rafael o más allá: de Boticcelli. Por eso El origen del mundo acaba en manos de quien acaba: Lacan y el Estado.
Courbet es en la pintura la premonición del psicoanálisis treinta y tantos años antes de que Freud se ponga en marcha. No hay el más mínimo asomo de inmortalidad. Las cenizas hablan como tales.
Hablas de contemplación y gozo, pero excepto en la modelo de l’atelier que no es otra cosa que la representación de una idea, las mujeres de Courbet tienen otro carácter.
En cuanto a El origen recuerdo que alguien me dijo que Courbet «pintó irremediablemente lo que un profesional de la mirada está condenado a hacer: el lugar estratégico que une todas las curvas de une femme».
En la pintura francesa, a partir de Courbet ya no hay lugar para la contemplación, ni para la inmortalidad. No sé si Garcilaso -con visión anticipada- estaba al tanto o no, pero la serpiente, o sea: el conocimiento, vino a acabar con las dos.
Estaba figurada la hermosa
Eurídice, en el blanco pie mordida
en la pequeña sierpe ponzoñosa
entre la hierba y flores escondida;
descolorida estaba como rosa
que ha sido fuera de sazón cogida,
y el ánima los ojos ya volviendo,
de su hermosa carne despidiendo.
La serpiente del conocimiento se revela, porque en realidad la Inmaculada nunca llegó a aplastar del todo su cabeza: La religión cristiana es la única que habla de la Verdad como fundamento. y en la búsqueda de la verdad se ha encontrado con la carne definitivamente mortal. el noli me tangere queda abolido y una vez roto el misterio, conseguido el objeto…véase Freud, aunque mucho antes Séneca.
Saludos.
JP Quiñonero says
Maty, Miguel…
… Maty: anda, anda…
… Miguel,
De entrada, Un Respeto, oye: tu análisis Me Hace Pensar y Dudar. Y casi estaría dispuesto a darte razón en lo esencial y no dicho: la cosa espiritual.
Dicho esto, releo tu anotación y subrayo, en tu texto: “No hay el más mínimo asomo de inmortalidad. Las cenizas hablan como tales.”
Creo que esa frase tuya explica mi texto: a mi modo de ver, las cenizas de Courbet siguen hablándonos. Eso es lo que dice Gracilaso, con el verso del Gran estilo castellano:
“más con la lengua muerta y fría en la boca
Pienso mover la voz a ti debida”.
Quevedo no decía otra cosa:
“Polvo serán, más polvo enamorado”.
[ .. ]
Eludo con cierta grosería los problemas de la vida del espíritu y la trascendencia. Que no se me escapan. En Rafael, la cosa está clara, en apariencia. En Courbet toma otro “rostro”: el espectáculo de la intimidad femenina, sin rostro, pudiera interpretarse de muchas maneras (psicoanalíticas incluidas). Yo he optado por la más sencilla y previa: esas cenizas anónimas continúan hablando, “nos dicen algo” (turbador). Para mi sensibilidad, las cenizas puramente cenizas y silenciosas, caídas en el basurero universal, son las de algunas obras de Pollock.
Q.-