Puente Bir-Hakeim, 29 enero 2008. Foto JPQ.
En ocasiones, cuando el azar me lleva a Passy o la Maison de la Radio, suelo dejarme llevar hasta el puente Mirabeau, en recuerdo de Apollinaire [Sous le pont Mirabeau coule la Seine / Et nos amours] y Paul Celan. Pero esta mañana, fría, gris, desapacible, al cruzar el puente Bir-Hakeim me he topado con una placa que ha hecho más vivo el recuerdo de los versos de La rosa de nadie, premonición de aquel día de abril de 1970, cuando Celan decidió arrojarse al Sena, desde ese puente: