Debilidad y calvario rosa bombón del viejo admirador de Weegee y Vladimir Nabokov.
[ .. ]
Redactora jefa de un número especial de Vogue, Stéphanie de Mónaco se descubre en su nueva intimidad serena, audaz (¿audaz?), princesa y mujer libre.
Princesa, asume plenamente su puesto, junto a su hermano, el príncipe Albert. Mujer libre, enarbola con orgullo los nueve tatuajes que exhibe con el orgullo de una vida tumultuosa, no siempre feliz, finalmente madura, marcada al rojo pasión.
Mujer de mundo, Stéphanie reivindica su puesto en la historia de la moda de su tiempo, como creadora de prendas íntimas y líneas de bañadores sexy, deportivos, muy rompe rasga, rozando el tono quebradizo de heroin chic y las adolescentes en flor.
Hija menor de un matrimonio de opereta y leyenda, reivindica el humor negro de su padre, el príncipe Rainiero, y la belleza absoluta de su madre (Grace Kelly, antes de ser Grace de Mónaco, la leyenda que culminó en el accidente, la tragedia, que marcó para siempre la vida de Stéphanie).
Madre independiente de hijos de distintos padres, está orgullosa de ser madre, hermana y cómplice de sus vástagos, a quienes desea transmitir su amor por el circo, su pasión por la libertad (¿cuál de ellas?), su consagración a causas nobles, como es la lucha contra el sida.
Mujer en la plenitud de su belleza, en el umbral de la madurez, guarda un sabio silencio prudente sobre la ¿cambiante? intimidad de su nueva vida amorosa, oculta en la oscuridad diamantina de una Costa Azul de leyenda.
MMarie says
Debiera reivindicar el chic canalla, Mr Q.
JP Quiñonero says
Mme Marie,
Le tomo la palabra… e intentaré razonar ese chic canalla, un día de estos. Gracias,
Q.-