¿Podemos creer en lo que vemos..? [BBC, 3 enero 08. Propaganda war: trusting what we see?] ¿Hay alguien que informe más y mejor que la BBC sobre la campaña / ocupación de Gaza, hoy..?
[ .. ]
- Termina la tregua de Hamas.
- Israel/Gaza… ¿qué pasó?
- «Hamas es el responsable».
- Israel reanuda ataques en Gaza.
- «Atrocidad israelí, silencio mundial».
- La estrategia de batalla.
- Fatah en la encrucijada.
- «La situación era insoportable».
- Israel confiado en el uso de la fuerza.
- «Caos en los hospitales».
- Ataques israelíes: ¿autodefensa o atrocidad?
[ .. ]
- Israel – palestinos: lo peor está por venir.
- Israel. Día y Matanza de Inocentes.
- Oriente Medio, Palestina e Israel en este Infierno.
Mercè says
Ver ya no es creer. Lo que se deriva de ello es insoportable…
Francesc says
es muy dificil ser objetivo, la situación es compleja i viene de lejos, encima hay odio, mucho odio. Comentava hoy que Israel está en un «cul de sac»· no puede conseguir la paz y tampoco puede ganar la guerra a Palestina, al contrario en cada acción, en cada muerto el odio se acrecienta y va en contra suya. Un maldito embrollo, esto és lo que es esta zona del planeta.
MMarie says
Fúnebres horizontes, Mr Q.
GarCelan says
En su manifiesto político de carácter islamista, Hamas proclama su carácter de instrumento del Islam y la confianza en que éste exterminará a Israel, como ha exterminado a otros. Enfatiza que la lucha contra los judíos es primordial y sólo un paso en la dirección del sometimiento de todos al Islam. No creo que sea necesario extenderse más porque es un peligroso y alucinado delirio.
En agosto de 2005 fueron evacuados –por las buenas y por las malas- la población israelí del norte de Gaza, creyendo que Hamas ya no tendría pretextos para lanzar cohetes, cometer otros actos de terrorismo y variadas fechorías. Se pensó que dedicarían sus esfuerzos a poner las bases de un futuro estado palestino. El soldado Gilad Shalit sigue secuestrado desde el verano de 2007, sin que haya habido intención de liberarlo como gesto de buena voluntad.
Contra los kassam y los grad que suministran a Hamas Siria e Irán (comprados a China) hay una carrera contra reloj para ponerse a salvo en el refugio más cercano, si lo hay. Los ciudadanos de Sderot tienen aproximadamente 15 segundos, los de Ashkelon 25 y los de BeerSheba 60. Y el lanzamiento de los artefactos explosivos puede variar de cinco o seis cuando los señores de Hamas respetan la tregua a más de sesenta cuando han decidido que no la van a respetar. Este pasado año las organizaciones terroristas desde Gaza dispararon más de 3,000 cohetes, incluyendo varios cientos que lanzaron desde que anunciaron a bombo y platillo que no habría más tregua con Israel, a pesar de la insistencia de Egipto en lo contrario y de las advertencias hechas reiteradamente por Mahmud Abas, presidente de la Autoridad Palestina.
Por lo visto es que una organización terrorista como Hamas (como tal la reconocen Estados Unidos y la UE, no se si el relator de la ONU, el señor Faulk, lo ve igual) nunca pierde. Si sigue disparando cohetes e Israel no responde, gana. El trío –esta vez no el de las Azores- no reacciona (el señor Faulk tampoco). Si Israel responde, cerrando los puestos fronterizos por donde llega la llamada “ayuda humanitaria” a Gaza que Hamas dedica a otros menesteres, gana Hamas. Si Israel responde con acciones concretas que concluyen con la muerte de terroristas que disparan cohetes, Hamas gana. Si Israel llega a mayores como en esta ocasión, sin intención de que sea la definitiva, Hamas gana y el señor Faulk llega a decir cosas como las que la BBC repite con su bombo bien tensado («Israel está cometiendo una espeluznante serie de atrocidades, utilizando armamentos modernos contra una población indefensa, atacando a una población que ha estado sufriendo un severo bloqueo durante muchos meses, e ignorando la posibilidad de restablecer un cese el fuego que los líderes de Hamas habían propuesto.») ¿Será verdad que Hamas propone un alto el fuego ahora? ¿Para incumplirlo cuándo? ¿Desde cuándo es vocero de Hamas el señor Faulk? Esta semana los angelitos de Hamas se emplearon a fondo con miembros de Al Fatah: mataron de verdad a 35, dispararon con balas de verdad a las piernas de bastantes (creo que 75) y les partieron de verdad las manos a otros. Hamas gana. ¿Quién ha propuesto el cese el fuego, Hamas o el señor Faulk? ¿Hay que negociar con Hamas o con el señor Faulk? ¿Sobre qué? ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Hasta cuándo? Hasta que la BBC y los señores Faulk de este nuestro mundo, que cree ciegamente en el apaciguamiento de las fieras, dicten. Mientras tanto, Israel haga lo que haga, pierde. Y como a los señores Faulk de este mundo no les agobian ni 15, ni 25, ni 60 segundos porque no tienen que correr hacia ningún refugio, Hamas, Hizbolá y el resto de sucursales y franquicias sirias e iraníes lo celebran con gran alborozo. Ellos siempre ganan, aún cuando Israel quiere seguir negociando con Mahmud Abas, que sí quiere negociar. Pero eso no parece importar mucho al señor Faulk, relator especial de los Derechos Humanos en los territorios palestinos. No tengo fuerzas ni para reir ni para llorar.
JP Quiñonero says
Fúnebres horizontes, Mme Marie, enrarecidos por las tormentas de charlatanería desalmada, de la más diversa especie, oiga,
Q.-
Luisa says
Para el señor Garcelan:
Que cansada estoy de leer cosas como las que escribe y que suenan a justificación para matar a la gente inocente que quiere vivir en SU TIERRA como nosotros vivimos en la nuestra, en paz con agua, comida trabajo y libertad.
Aquí le paso unos hechos que por lo que deduzco leyendo su mensaje no creo que tenga idea de ello:
Entre 1967 y 1988, el Consejo de Seguridad de la ONU pasó 88 resoluciones contra Israel, 43 de condena directa. En el mismo período, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó 429 contrarias a la política de Israel, 321 eran condenas explícitas.
RESOLUCIONES DEL CONSEJO DE SEGURIDAD SOBRE LAS ACCIONES DE ISRAEL ENTRE 1955 y 1992
. Resolución 106 (1955): Condena el ataque del Ejército israelí sobre tropas egipcias en la franja de Gaza.
. Resolución 111 (1955): Condena a Israel por el ataque a Siria que mató a 56 personas, pues viola el armnisticio firmado con Siria, y el alto el fuego provisional establecido por la resolución 54 (1948).
. Resolución 127 (1958): Recomienda a Israel poner fin a sus actividades en la zona que no está bajo su soberanía en Jerusalén.
. Resolución 162 (1961): Urge a Israel a que respete y aplique las resoluciones de Naciones Unidas.
. Resolución 171 (1962): Determina que los ataques de Israel sobre Siria son una flagrante violación de la resolución 111, así como del armisticio firmado entre ambos países.
. Resolución 228 (1966): Censura a Israel por sus incursiones militares en el West Bank, en control de Cisjordania. Condena las pérdidas de vidas y propiedades causadas por estas acciones.
. Resolución 237 (1967): Pide a Israel que permita el retorno de los refugiados que huyeron durante la Guerra de los Seis Días, y que garantice la seguridad de la población civil bajo su control.
. Resolución 248 (1968): Condena a Israel por su ataque masivo y planificado a Jordania. Le exige que respete la resolución 237.
. Resolución 250 (1968): Realiza un llamamiento a Israel para que no realice un desfile militar en Jerusalén el día 2 de mayo.
. Resolución 251 (1968): Lamenta profundamente que Israel llevase a cabo el desfile militar en Jerusalén desafiando así la resolución 250.
. Resolución 252 (1968): Declara inválida la acción de Israel para unificar Jerusalén como «capital judía», ya que, hasta el momento, la sección oriental de la ciudad se encontraba bajo dominio jordano.
. Resolución 256 (1968): Condena las incursiones de Israel en Jordania como violaciones flagrantes de la resolución 252. Y afirma que tomará medidas por la dimensión de los ataques y porque fueron premeditados.
. Resolución 259 (1968): Deplora la demora por parte de Israel la demora en aceptar la visita de un Representante Especial de Naciones Unidas a los territorios recientemente ocupados, que colabore con la puesta en marcha en lo establecido por la resolución 237.
. Resolución 262 (1968): Condena a Israel por atacar el aeropuerto de Beirut.
. Resolución 265 (1969): Condena a Israel por los ataques aéreos a Jordania que violan nuevamente el alto el fuego.
. Resolución 267 (1969): Censura a Israel por cambiar el estatus de Jerusalén sin respetar los establecido por la resolución 252.
. Resolución 270 (1969): Los ataques del Ejército de Defensa de Israel a aldeas en el sur de Líbano son condenados por el Consejo de Seguridad.
. Resolución 271 (1969): Israel es condenada una vez más por desobedecer las resoluciones precedentes de Naciones Unidas sobre Jerusalén.
. Resolución 279 (1970): Demanda la salida de las tropas israelíes de Líbano.
. Resolución 280 (1970): Condena los ataques de Israel en Líbano. Recuerda lo expresado en la resolución 279. Deplora la indiferencia de Israel a las resoluciones 262 y 270.
. Resolución 285 (1970): Exige la retirada inmediata y completa de Israel de Líbano. Los Estados Unidos se abstienen en la votación.
. Resolución 298 (1971): Recuerda las resoluciones anteriores ignoradas por Israel con respecto a no transformar el estatus de Jerusalén. Y pide que se tomen las acciones legales y administrativas contra Israel.
. Resolución 316 (1972): Enumera la larga lista de resoluciones que Israel no ha cumplido en Líbano. Y vuelve a condenar sus acciones militares en este país.
. Resolución 317 (1972): Deplora la negativa de Israel de liberar a los árabes secuestrados en Líbano.
Y………. suma y sigue, pues como todos sabemos no han parado de violar los derechos humanos.
¡PALESTINA LIBRE!
¡FUERA ISRAEL DE LOS TERRITORIOS OCUPADOS! ¡YAAAAA!
Paz y salud para todos!
Luisa
maty says
Luisa, ya me gustaría encontrar esa misma energía en la defensa de la «causa» palestina con los negros de Darfur, los del Congo, los cubanos que viven bajo el yugo dictatorial del comunismo castrista… y con los ciudadanos españoles que viven bajo el umbral de la pobreza, sobre todo por los excluidos.
¿Por qué nos afecta más causas ajenas tan lejanas y no otras mucho más próximas? Tal vez sea por el color del cristal propio de la ideología de turno.
O con los terroristas etarras y con los nacionalistas excluyentes que les dan cobertura una y otra vez. O con los nacionalistas excluyentes catalanes que violan sistemáticamente derechos humanos/constitucionales.
El tema judío/palestino es extremadamente complejo, casi un nudo gordiano (a la espera de la espada de un nuevo Alejandro Magno tal vez).
En fin, allá cada cual, pero yo tengo claro que me importa mucho más el bienestar de las personas de mi entorno familiar y social.
GarCelan says
Para doña Luisa.
Hay realidades mucho más acuciantes para conmoverme que su cansancio por lo que escribo, pues tiene una solución muy a la mano: no lo lea. Cuando vea el apodo GarCelan, pase de largo. De cualquier forma, le aconsejo que haga lo que quiera. Por mi parte, ni conmoción ni melancolía: no voy a echarla de menos, ni de más. Sólo le comentaré que si pusiera tanta energía en defender realmente los derechos humanos (sólo desde Mauritania, pasando por Gaza y Cisjordania, hasta acabar -por poner un límite- en Afganistán) como en mirar para otro lado, tendría tarea para varias vidas. Estaría tal vez mucho más cansada, pero habría hecho algo gigantesco por todas las almas de esos países. Por último, los «territorios» son en cualquier caso, disputados. Le deseo lo mismo, paz y salud.
Mario González says
Cada quien defiende su punto de vista, algunos con Israel y otros con los Palestinos.
Yo creo que la guerra solo destruye y no es una solución.
La verdad es que estos Hamas deberían ser capturados para evitar que continúen arruinando las posibilidades de los Palestinos, sin esta genta habría paz y los Israelíes no los molestarían, como ha sucedido por más de 3 años aunque Hamas atacaba con cohetes a Israel.
Recordemos que Siria e Irán los ayudan y no dicen nada.
Esta guerra de Arabes ye Israelíes parece que no tiene un final cercano; si acaban con Hamas, lo que dudo pues habrán más que se levanten, otros Arabes que odian a los Israelíes continuarán tratando de desaparecer a Israel de la faz de la tierra, lo que no ocurrirá pues hay judíos en todo el mundo que apoyan a Israel.
En síntesis esta guerra no tiene un final que se pueda bislumbrar; mientras tanto el Mundo se divide unos a favor de cada parte y es tema de discusión y de caldear los ánimos, hasta podría desatarse un 3era guerra mundial; los gringos y algunos países Europeos con los Israelíes y casi el otro resto del mundo con los Arabes, ustedes: unos contra los israelíes y otros contra los musulmanes (no todos los israelíes son judíos y casi todos loa árabes son musimanes al igual que otros pues el Islam es la religión que tiene más adeptos en el Mundo).
Seamos objetivos y olvidemos nuestra parcialidad por el uno y por el otro y tratemos de colaborar usando nuestras capacidades para luchar por un Mundo mejor.
GarCelan says
Menos mal que las navidades concluyen. Una opinión razonable y realista.
maty says
Barcepundit CON TODA la atención que los medios de comunicación prestan a las manifestaciones de protesta relacionadas con la contraofensiva israelí en Gaza
Los periodistas «profesionales» tienen el deber deontológico de informar pero lo incumplen sistemáticamente en España, contaminando la noticia con su opinión, entremezclándola, cuando lo lógico es la separación nítida.
De ahí el descrédito continuo que padece dicha profesión, cada vez más prescindible por suerte para la sociedad española.
Las excepciones, haylas, pero son eso, excepciones y cada vez menos.
Mario González says
Tienes razón, los periodistas publican las noticias que venden, alimentan nuestra morbosidad.
Quí te envío links sobre otro punto de vista:
http://senderodelpeje.com/sdp/contenido/2009/01/06/303876
http://periodistasenguerra.blogspot.com/2009/01/gaza-en-la-agencia-juda-de-noticias.html
http://www.impulsobaires.com.ar/nota.php?id=65181
para tratar de balancear algo.
Si bien Israel ha tenido a los palestinos sitiados por culpa de Hamas que aprobecha cada ¨hueco¨para importar armas que al menos Siria e Irán les proporcionan y quien sabe si hay algunos otros paises árabes que tambien lo hacen, y eso alimenta el odio en Gaza, Hamas se aprobecha de esto para seguir atacando a Israel por ya más de 3 años.
No puedo alegrarme de que haya muerto gente inocente en este conflicto no solo en Gaza sino también en Israel, los cohetes que han estado lanzando los palestinos también han matado y destruido, eso no se publica mucho pero es una realidad.
La autoridad Palestina quiere y está negociando la paz con Israel; lo que probocan los lanzamientos de misiles por parte de Hamas y el ataque de Israel es un retrazo a esta negociaciones.
Estoy de acuerdo en que cada quién resalta su punto de vista pero hay una realidad que deberíamos tomar en cuenta como seres ïnteligentes¨ y no atacarnos con opiniones parcializadas, eso es lo que provoca las guerras.
Mario González says
Más links de noticias :http://www.nodo50.org/csca/agenda06/palestina/abunimah_14-02-07.html
http://www.isracast.com/article.aspx?ID=138
http://www.impulsobaires.com.ar/nota.php?id=65355
Ninguno de los dos son angelitos.
Mario González says
La Yihad y los profesores universitarios
por Daniel Pipes
Commentary
Noviembre 2002
Original en Inglés: Jihad and the Professors
La primavera pasada, la universidad de Harvard eligió a un estudiante de último año de su graduación llamado Zayed Yasin para que impartiera una conferencia al comienzo de los exámenes de junio. Cuando se anunció el título de la conferencia –»Mi Yihad americana»–, naturalmente no dejó de plantear preguntas. ¿Por qué Harvard querría difundir el concepto de yihad –o «guerra santa»– precisamente unos meses después de que miles de americanos habían perdido la vida por una yihad llevada a cabo por diecinueve secuestradores suicidas que obraban en nombre del Islam? Yasin, un antiguo presidente de la Sociedad Islámica de Harvard, respondió a punto. Relacionar yihad con la guerra, dijo, era malinterpretarlo. Más bien, «en la tradición musulmana, yihad representa una lucha por hacer lo correcto.» Su propia intención, añadió Yasin, era «reclamar la palabra por su verdadero significado, que es combate interior.»
En la misma conferencia, Yasin desarrollaría a este respecto:
La yihad, en su forma más auténtica y pura, la forma a que todos los musulmanes aspiran, es la determinación de obrar bien, de hacer justicia incluso contra sus propios intereses. Es un combate individual por una conducta moral personal. Especialmente hoy, es un combate que existe en niveles diversos: auto-purificación y conciencia, servicio público y justicia social. A escala global, es una lucha que afecta a gente de todas las edades, colores y credos, para el control de las Grandes Decisiones: no sólo quien controla cierto trozo de terreno, pero de modo más importante quien consigue medicinas, quien puede comer.
¿Sería esto exacto? Para estar seguros, Yasin no era un académico del Islam, ni tampoco lo era el decano de Harvard, Michael Shinagel, que respaldó con entusiasmo su «profundo discurso» y declaró en nombre propio que la yihad es un combate personal «para promover la justicia y la comprensión en nosotros mismos y en nuestra sociedad». Pero ambos reflejaron fielmente el consenso de los especialistas en el Islam de esa universidad. Así, David Little, un profesor de Harvard de religión y asuntos internacionales, ha dicho, después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, que la yihad «no es una licencia para matar», mientras que para David Mitten, un profesor de arte y arqueología clásicos y consejero universitario de la Sociedad Islámica de Harvard, la verdadera yihad es «la constante lucha de los musulmanes para conquistar sus instintos básicos, para seguir el camino hacia Dios, y para hacer el bien en la sociedad.» En un espíritu semejante, el profesor de historia Roy Mottahedeh afirmó que «una mayoría de intelectuales musulmanes, sirviéndose de una erudición impecable, insisten que la yihad debe ser entendida como una lucha sin armas.»
Los académicos de Harvard no son excepcionales en este punto. La verdad es que quien busca orientación en el importantísimo concepto islámico de yihad obtendría una enseñanza casi idéntica de los miembros de la clase profesoral de los Estados Unidos. Averigüé examinando las declaraciones a los medios de comunicación de esos especialistas universitarios que tienden a presentar el fenómeno de la yihad de una manera notablemente similar, –-sólo que el retrato no deja de ser falso.
Algunos temas interrelacionados emergen de los más de dos docenas de expertos que investigué. Sólo cuatro de ellos admiten que la yihad tiene cierto componente militar, e incluso ellos, con una única excepción, insisten en que este componente es de naturaleza puramente defensiva. Valerie Hoffman de la Universidad de Illinois es la única que dice (en palabras de un periodista) que «ningún musulmán conocido por ella hubiera defendido esos actos terroristas [los ataques del 11 de septiembre], porque va contra las normas islámicas del acuerdo.» Ningún otro estudioso llegaría a tanto como esta sugerencia implícita de que la yihad contiene un componente ofensivo.
Así, John Esposito de Georgetown, quizás el más visible académico sobre el Islam, sostiene que «en el combate por ser un buen musulmán, puede haber veces en que uno sea requerido a defender las propias fe y comunidad. Entonces [la yihad] puede asumir el significado de lucha armada.» Otro especialista que sostiene este punto de vista es Abdullahi Ahmed An-Na’im de Emory, quien expone que «la guerra está prohibida por la charia, excepto en dos casos: autodefensa y la propagación de la fe islámica.» Según Blake Burleson de Baylor, esto significa que, en el Islam, un acto de agresión como el 11 de septiembre «no sería considerado una guerra santa.»
Para otra media docena de eruditos en mi investigación, la yihad puede también incluir compromisos defensivos armados, pero este significado es secundario respecto a las elevadas nociones de auto-perfeccionamiento moral. Charles Kimball, presidente del departamento de religión de Wake Forest, lo expone brevemente: la yihad «significa combatir o esforzarse a causa de Dios. La gran yihad para la mayoría es un combate contra uno mismo. La pequeña yihad es la yihad exterior, defensiva.» Del mismo modo se pronuncian autoridades como Mohammmad Siddiqi de Illinois occidental, John Iskander de Georgia, Mark Woodard de Arizona, Taha Jabir Al-Alwani de la escuela para graduados de ciencias islámicas y sociales de Leesburg, Virginia, y Barbara Stowasseer de Georgetown.
Pero un contingente mayor todavía –nueve de los estudiados– niegan que la yihad tenga cualquier significado militar. Para Joe Elder, profesor de sociología de la Universidad de Wisconsin, la idea de que la yihad significa guerra santa es «una burda mal-interpretación.» Más bien, afirma, la yihad es «una lucha religiosa, que más de cerca refleja las íntimas y personales batallas de la religión.» Para Dell DeChant, profesor de religiones del mundo de la Universidad del sur de Florida, la palabra «tal como se entiende normalmente» significa «un combate para ser sincero con la voluntad de Dios y no guerra santa.»
Puntos de vista semejantes han sido expuestos por, entre otros, John Kelsay de la universidad John Carroll, Zahid Bukhari de Georgetown, y James Johnson de Rutgers. Roxanne Euben de Wellesley College, autora de El camino a Kandahar: una genealogía de la yihad en el pensamiento político islámico moderno, afirma que «para muchos musulmanes, la yihad significa resistir las tentaciones y convertirse en una persona mejor.» John Parcels, profesor de filosofía y estudios religiosos de la Universidad de Georgia del sur, define la yihad como una guerra «sobre los apetitos y la propia voluntad.» Para Ned Rinalducci, profesor de sociología de la universidad Armstrong Atlantic State, los fines de la yihad son: «Interiormente, ser un buen musulmán. Exteriormente, hacer una sociedad justa.» Y Farid Eseck, profesor de estudios islámicos del Auburn Seminary de la ciudad de Nueva York, memorablemente describe la yihad como «resistencia frente al apartheid o trabajo por los derechos de la mujer.»
Finalmente, están esos estudiosos que se centran en el concepto de yihad en el sentido de «auto-purificación» y luego proceden a universalizarlo, aplicándolo a los no-musulmanes igual que a los musulmanes. Así, para Bruce Lawrence, destacado profesor de estudios islámicos de Duke, no solo la misma yihad es un término flexible («siendo un mejor estudiante, un mejor colega, un mejor socio en los negocios. Por encima de todo, controlar la propia ira»), sino que también los no musulmanes deberían «cultivar una virtud civil llamada yihad»:
«¿Yihad? Sí, yihad, … una yihad q sería una auténtica lucha contra nuestra propia miopía y negligencia lo mismo que es contra otros de fuera que nos condenan o nos odian por lo que hacemos, no por lo que somos… Para nosotros, americanos, la gran yihad significaría que debemos revisar nuestra política nacional y extranjera en un mundo que actualmente muestra pocos signos de promover la justicia para todos.»
Aquí nos encontramos devueltos a los sentimientos expresados por el orador de Harvard del principio, que quería convencer a sus oyentes de que la yihad es algo que todos los norteamericanos deberían admirar.
EL PROBLEMA con esta sabiduría atesorada de los estudiosos es simple de enunciar. Apunta a que Osama ben Laden no tenía idea de lo que estaba diciendo cuando declaró la yihad contra los Estados Unidos hace algunos años y luego asesino numerosas veces norteamericanos en Somalia, en las embajadas norteamericanas de África oriental, en el puerto de Adén y el 11 de septiembre de 2001. implica que las organizaciones con la palabra «yihad» en sus nombres, incluida la Yihad Islámica Palestina y el «Frente Islámico Internacional para la Yihad Contra Judíos y Cruzados» del propio Ben Laden están burdamente denominadas. ¿Y qué decir de todos los musulmanes que llevan a cabo violentas y agresivas yihad, con ese mismo nombre y en este mismo momento, en Argelia, Egipto, Sudán, Chechenia, Cachemira, Mindanao, Ambón y otros lugares del globo? ¿No han oído que la yihad es un modo de controlar la propia ira?
Pero sin duda es Ben Laden, la Yihad Islámica y los yihadistas de todo el mundo los que definen el término, no un grupo de apologistas universitarios. Y más significativamente, el modo como los yihadistas entienden el término está de acuerdo con su uso durante catorce siglos de historia islámica.
En tiempos premodernos, yihad significaba fundamentalmente una cosa entre los musulmanes sunníes, entonces lo mismo que ahora, la mayoría islámica.* Quería decir esfuerzo legal, obligatorio, comunitario para expandir los territorios gobernados por los musulmanes (conocidos en árabe dar al-Islam) a expensas de los territorios gobernados por los no-musulmanes (dar al-harb). En esta doctrina predominante, la finalidad de la yihad es política, no religiosa. Persigue no tanto extender la fe islámica como extender el poder musulmán soberano (aunque lo primero ha seguido frecuentemente a lo segundo). La meta es decididamente ofensiva, y su finalidad última es lograr el dominio musulmán del mundo entero.
Ganando territorio y disminuyendo el tamaño de las zonas gobernadas por los no-musulmanes, la yihad logra dos fines: manifiesta la reivindicación del Islam de remplazar otras creencias, y produce el beneficio de un orden mundial justo. En palabras de Majid Khadduri de la universidad John Hopkins, escritas en 1955 (antes de que la corrección política dominara las universidades), Yihad es «un instrumento para la universalización de la religión [islámica] y la construcción de un estado mundial imperial.»
En cuanto a las condiciones en que la yihad podría ejecutarse –cuándo, por quién, contra quién, con qué clase de declaración de guerra, con qué clase de conclusión, con qué división del botín, etc.– esos son asuntos que los especialistas religiosos elaboraron en intolerable detalle durante siglos. Pero acerca del significado básico de yihad –guerra contra los infieles para extender los dominios musulmanes– había un consenso ideal. Por ejemplo, la colección más importante de hadices, llamada Sahih al-Bukhari, contiene 199 referencias a la yihad, y todas se refieren a ella en el sentido de guerra con armas contra los no-musulmanes. Citando el Diccionario del Islam de 1885, yihad es «un deber religioso efectivo, fundado en el Corán y en las tradiciones como una institución divina, y ordenado especialmente para hacer progresar al Islam y apartar de los musulmanes el mal.»
LA YIHAD FUE durante siglos no una obligación abstracta, sino un aspecto clave de la vida musulmana. Según un cálculo, el mismo Mahoma tomó parte en 78 batallas, de las que sólo una (la Batalla del Foso) fue defensiva. Un siglo después de la muerte del profeta en el 632, los ejércitos musulmanes habían llegado hasta la India en oriente y España en occidente. Aunque una expansión tan tremenda nunca iba a repetirse, en siglos posteriores hubo victorias importantes como las diecisiete campañas indias de Mahmud de Ghazna (en 998-1030), la batalla de Manzikert que abrió Anatolia (1071), la conquista de Constantinopla (1453) y las victorias de Osmán dan Fodio en África occidental (1804-1817). En resumen, la yihad fue parte de la trama y de la urdimbre no sólo de la doctrina musulmana premoderna sino también de la vida musulmana premoderna.
Dicho esto, la yihad tuvo también dos significados distintos a lo largo del tiempo, uno de ellos más radical que el significado ordinario y otro bastante pacífico. El primero, asociado principalmente con el intelectual Ibn Taymiya (1268-1328), sostiene que los musulmanes de nacimiento que dejan de vivir conforme a las exigencias de su fe tienen que ser considerados infieles, y por ello objetivos legítimos de la yihad. Esto venía bastante bien cuando (lo que era frecuente) un gobernante musulmán combatía contra otro; sólo presentando al enemigo como no verdaderamente musulmán podía dignificarse la guerra como una yihad.
La segunda variante, habitualmente asociada con los sufíes, los místicos musulmanes, era la doctrina traducida ordinariamente como la «gran yihad» pero quizá más propiamente denominada como «yihad superior». Esta variante sufí alega modos alegóricos de interpretación para dar la vuelta al significado literal de conflicto armado, demandando en su lugar una retirada del mundo para combatir contra los instintos más mezquinos de uno mismo en busca de la conciencia numinosa y la profundidad espiritual. Pero como señala Rudolph Peters en su fundamentada Jihad in Classical and Modern Islam (1995), esta interpretación era «apenas tratada» en los escritos legales premodernos sobre la yihad.
EN LA gran mayoría de los casos premodernos, pues, yihad significaba sólo una cosa: acción armada contra los no-musulmanes. En tiempos modernos, las cosas se han vuelto obviamente algo más complicadas, al sufrir el Islam cambios contradictorios derivados de su contacto con las influencias occidentales. Los musulmanes al tener que tratar con Occidente, han tendido a adoptar uno de estos tres planteamientos generales: islamista, reformista o secularista. Para fines de este ensayo, podemos ignorar a los secularistas (como Kemal Atatturk), porque rechazan la yihad completamente, y en su lugar centrarnos en los islamistas y los reformistas. Ambos se han fijado en los diversos significados de yihad para desarrollar sus propias interpretaciones.
Los islamistas, además de seguir la idea primaria de yihad como guerra contra los infieles, también han adoptado como propia la llamada de Ibn Taymiya de perseguir a los musulmanes impíos. Este enfoque adquirió relevancia durante el siglo XX cuando intelectuales islámicos como Hasan al-Banna (1906-1949), Sayyid Qutb (1906-1966), Abu al-A’la Mawdudi (1903-1979) y el ayatolá Ruhollah Khomeini (1903-1989) defendieron la yihad contra gobernantes supuestamente musulmanes que no vivían según las leyes del Islam y no las aplicaban. Los revolucionarios que derrocaron al shah de Persia en 1979 y los asesinos que liquidaron al presidente Anwar Sadat de Egipto dos años después eran partidarios declarados de esta doctrina. Lo mismo que Osama ben Laden.
Los reformistas, al contrario, reinterpretan el Islam para hacerlo compatible con las costumbres occidentales. Son ellos –principalmente por los escritos de sir Sayyid Ahmad Khan, un líder reformista indio del XIX– los que se han esforzado en transformar la idea de yihad en una empresa puramente defensiva compatible con las premisas del derecho internacional. Este enfoque, llamado en 1965 por la clásica Encyclopedia of Islam «completamente apologético», debe mucho más a Occidente que a la especulación islámica. En nuestros días, ha incurrido aún más en lo que Martín Kramer ha llamado «una especie de Cuaquerismo oriental», y ello, junto con el resurgimiento de la noción sufí de «yihad mayor», es lo que ha animado a algunos a negar que la yihad tenga cualquier clase de componente bélico, redefiniendo la idea en una actividad puramente espiritual o social.
Para la mayoría de los musulmanes contemporáneos, estos distanciamientos del antiguo sentido de yihad son bastante remotos. Pues ni ven a sus propios gobernantes como destinatarios de la yihad ni están listos para convertirse en cuáqueros. En lugar de ello, la noción clásica de yihad continúa resonando en vastas multitudes de ellos, tal como lo señaló en 1993 Alfred Morabia, destacado experto francés en el tema:
«La yihad ofensiva, bélica, codificada por los especialistas y los teólogos, no ha dejado de despertar un eco en la conciencia musulmana, individual y colectiva… Ciertamente, los apologistas contemporáneos ofrecen un cuadro de esta obligación religiosa que se adecua bien con las normas contemporáneas de los derechos humanos, … pero la gente no es convencida por ello… La abrumadora mayoría de los musulmanes siguen estando bajo la influencia espiritual de una ley… cuyo mandato fundamental es la exigencia, por no hablar de la esperanza, de hacer que la Palabra de Dios triunfe por todas partes en el mundo.»
En resumen, la yihad en su estado original sigue siendo una fuerza poderosa en el mundo musulmán, lo que llega a explicar el inmenso atractivo de una figura como Osama ben Laden en las secuelas inmediatas del 11 de septiembre de 1001.
Contrariamente al estudiante de último año de su graduación de Harvard que aseguraba a sus oyentes que «la yihad no es nada que hiciera que alguien se sintiera a disgusto», este concepto ha producido y continúa produciendo no sólo disgusto sino sufrimientos indescriptibles: en palabras de la especialista suiza Bat Ye’or, «guerra, desposesión, dhimmitud [subordinación], esclavitud y muerte.» Señala Bat Ye’or que los musulmanes «tienen derecho como musulmanes a decir que la yihad es justa y espiritual» si lo desean; pero por la misma razón, una exposición verdaderamente justa tendría que dar la voz a los innumerables «infieles que fueron y son víctimas de la yihad» y que, no menos que las víctimas del nazismo o del comunismo, tienen «su propia opinión de la yihad que les apunta».
LOS ISLAMISTAS que quieren desarrollar su programa en círculos occidentales, no musulmanes –
Por ejemplo, como agentes en Washington, d.C.– no pueden divulgar sus opiniones abiertamente y seguir desempeñando un papel en el juego político. Para no despertar miedos y para no aislarse, pues, estos individuos y organizaciones disimulan su verdadera faz con un lenguaje moderado, al menos cuando se dirigen al público no-musulmán. Cuando se refieren a la yihad, adoptan la terminología de los reformistas, presentando la guerra como secundaria respecto al objetivo de lucha interior y mejora social. Así, el Consejo de Relaciones Americanas-Islámicas (CAIR), el grupo islamista más agresivo y destacado de los Estados Unidos, insiste en que la yihad «no significa ‘guerra santa'», sino más bien es «un concepto islámico general que incluye la lucha contra las malas inclinaciones de uno mismo, la lucha para mejorar la calidad de vida en la sociedad, la lucha defensiva en el campo de batalla (por ejemplo, manteniendo un ejército dispuesto para la defensa nacional) o luchando contra la tiranía o la opresión.»
Esta clase de discurso es pura desinformación, evocador del lenguaje de los grupos pro-soviéticos de décadas pasadas. Un ejemplo dramático de ello fue ofrecido en el juicio de John Walker Lindh, el adolescente del condado de Marin que fue a realizar una yihad a beneficio del régimen talibán de Afganistán. En su juicio en octubre (de 2002), Lindh dijo al tribunal que, de acuerdo con «la mayoría de los musulmanes de todo el mundo», él mismo entendía la yihad como un conjunto de actividades que iban «desde esforzarse en superar los propios defectos, a proclamar la verdad en circunstancias adversas, a la acción militar en defensa de la justicia.»
Que un yihadista capturado en el acto de guerra ofensiva profiriera sin recato una definición edulcorada de sus actos puede parecer extraordinario. Pero está en perfecta sintonía con la justificación de la yihad divulgada por los especialistas universitarios, así como por las organizaciones islamistas ocupados en relaciones públicas. Para usar el término en su sentido llano, tenemos que acudir a islamistas sin compromisos. Esos islamistas hablan abiertamente de la yihad en su verdadero sentido militar. Aquí tenemos a Osama ben Laden: Allah «nos ordena que llevemos a cabo la sagrada lucha, la yihad, para elevar la palabra de Allah por encima de las palabras de los infieles.» Y aquí está el molá Muhammad Omar, anterior jefe del régimen talibán, exhortando a la juventud musulmana: «adelante a la yihad y con los fusiles listos.»
ES UN ESCÁNDALO intelectual que, desde el 11 de septiembre de 2001, los especialistas de las universidades norteamericanas han hecho repetida y unánimemente afirmaciones públicas que evitan o encubren los significados básicos de yihad en el derecho islámico y la historia musulmana. Es exactamente como si los historiadores de la Europa medieval fueran a negar que la palabra «cruzada» hubiera tenido nunca connotaciones bélicas, señalando en su lugar a palabras tales como «cruzada contra el hambre» o «cruzada contra las drogas» para demostrar que la palabra significa un esfuerzo para mejorar la sociedad.
Entre los especialistas universitarios que se han dedicado a higienizar este concepto islámico clave, muchos sin duda actúan por impulsos de corrección política y un deseo multicultural de proteger frente a la crítica a una civilización no occidental, haciéndola que parezca igual que la nuestra. Pero los islamistas, entre tales especialistas, algunos al menos tienen un propósito distinto: como CAIR y otras organizaciones semejantes, se esfuerzan por enmascarar un concepto peligroso, presentándolo en términos aceptables en el discurso académico. Los colegas no musulmanes que participan en este engaño se les puede considerar como que han asumido de hecho el papel de dhimmíes, término islámico para los cristianos y judíos bajo dominio musulmán que son tolerados mientras doblan la rodilla y aceptan la superioridad del Islam.
Como puedo dar fe, quien se atreve a disentir y a proclamar la verdad acerca de la yihad, incurre en una censura formidable –y no sólo en las universidades. En junio de este año, en un debate con un islamista en el programa Nightline de la ABC, declaré: «El hecho es, hablando históricamente –hablo como historiador– que yihad ha significado extender el imperio del Islam mediante la guerra.» Más recientemente, en Lehrer NewsHour, un programa de la PBS sobre una supuesta discriminación contra los musulmanes en los Estados Unidos, se mostró un vídeo de un seminario, presentado por el Consejo Musulmán de Asuntos Públicos, en el que los «activistas» musulmanes ensayaban como tratar a los críticos «hostiles». Como parte de este ejercicio, mi imagen se mostraba en el seminario cuando yo estaba diciendo esas palabras del debate de Nightline. El locutor del programa de la PBS hizo sobre esta escena el siguiente comentario: «Los activistas musulmanes han sido molestados por críticos que han condenado públicamente el Islam como religión violenta e inmoral.» Hemos llegado a un punto en que el mero hecho de declarar un hecho bien conocido sobre el Islam le hace ganar a uno la consideración de fanático hostil en un programa prestigioso y pagado con fondos públicos.
LOS NORTEAMERICANOS que se esfuerzan para encontrar el sentido de la guerra declarada contra ellos en nombre de la yihad, ya sean políticos, periodistas o ciudadanos, están con toda razón profundamente confundidos acerca de quien es su enemigo y cuales son sus fines. Incluso la gente que cree saber que yihad significa guerra santa están a merced de los esfuerzos combinados de los especialistas y de los islamistas que proclaman nociones como «resistencia al apartheid o actividad en pro de los derechos de la mujer». El resultado es nublar la realidad, impidiendo la posibilidad de alcanzar una comprensión clara y veraz de qué y a quién estamos combatiendo, y por qué.
Por esta razón la casi universal falsificación de yihad por los especialistas universitarios norteamericanos es una cuestión de consecuencias profundas. Debería ser un asunto de urgente preocupación no sólo para quien está relacionado o afectado directamente por la vida universitaria, sino para todos nosotros.
Mario González says
“El origen del Islamismo y el conflicto Árabe – Israelí”.
La Biblia nos habla que Abraham de edad de ochenta y seis años se llegó a Agar, la sierva de Sarai su mujer y tuvo un hijo llamado Ismael [que en hebreo significa “Dios oyó”]. Pero mas tarde Dios hizo que Sarai siendo estéril tuviera un hijo (Isaac) quien llevaría las promesas y el pacto de Dios mas no Ismael. “Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava (Agar), el otro de la libre (Sarai aunque era estéril). Pero el de la esclava nació según la carne (por el pecado de Abraham y Sarai); mas el de la libre (el de Sarai), por la promesa (aquella promesa que Dios le había hecho Abraham muchos anos atras)” Galatas 4:22-23.
La Palabra nos dice que de esta esclava egipcia salio Ismael – el cual llego a ser el padre de gran parte del mundo Árabe -. Dios profetizó que Ismael y gran parte de su descendencia árabe serian de un carácter “fiero” salvaje (o belicoso). Y que “su mano será contra todos, y la mano de todos contra él.” La vida de los Ismaelitas a través de todo el Antiguo Testamento ha sido una vida de hostilidad en contra del pueblo de Israel y aun hasta el día de hoy. La tradición Musulmana menciona que de Ismael salio el nombre de Islam.
Cuando Ismael era un joven, Dios reafirmo Su Pacto con Abraham diciéndole que este no le heredaría sino un hijo que El le daría en su vejez [hablando de Isaac]. Sin embargo Dios en Su misericordia prometió que Ismael seria fructífero como el padre de doce príncipes y una gran nación:
“Y dijo Abraham a Dios: Ojalá lsmael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene” Génesis 17:18-21
Una de las promesas del pacto Abrahamico era de que Dios prometió darle a los descendientes de Isaac [y no a los descendientes de Ismael], la tierra de Canaán como posesión permanente. Por lo tanto es ilegitimo decir Bíblicamente hablando que la tierra de Palestina pertenece hoy por hoy a los hijos de Ismael. A Ismael Dios le permitió ocupar otras tierras (Génesis 25:28). Dios dijo a Abraham:
“Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos” Génesis 17:8
La Biblia es precisa e infalible. Esta predijo el origen del conflicto Arabe Israelí que se vive hasta el día de hoy antes de que sucediese. Dos descendientes de un mismo padre reclamando posesión de una misma tierra. Desde entonces los hijos de Isaac [los judíos] y los hijos de Ismael [la gran mayoría de ellos árabes musulmanes] reclaman ser dueños de la tierra que hoy ocupa Ia nación de Israel legítimamente desde 1948. De hay radica el Jijad o resistencia Islámica por la “liberación de Palestina.” La violencia de los musulmanes extremistas se predijo en el libro de Génesis cuando Dios hablo a Agar una vez ella huía en su embarazo de la presencia de Sarai de la siguiente manera: “Y él (Ismael -el padre de los Árabes que esta en tu vientre) será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará” Génesis 16:1.
¿Cómo sabemos que de la descendencia de Ismael salieron muchas de estas naciones árabes musulmanas de hoy en día?
Lo sabemos también con exactitud por la ubicación geográfica de sus descendientes. La Biblia dice que los últimos descendientes de Ismael “habitaron desde Havila hasta Shur, que está enfrente de Egipto viniendo a Asiría” lo que hoy conocemos como las naciones de Arabia Saudita, Jordania, Siria, e Irak Occidental entre otras. Observemos:
“Y estos fueron los años de la vida de Ismael, ciento treinta y siete años; y exhaló el espíritu Ismael, y murió, y fue unido a su pueblo. Y habitaron desde Havila hasta Shur, que está enfrente de Egipto viniendo a Asiría; y murió en presencia de todos sus hermanos” Génesis 25:18.
El Teólogo William L. Krewson nos dice que “Los árabes han considerado a Ismael como uno de sus antecesores. El Corán hasta sustituye a Ismael por Isaac como el hijo escogido de Dios [Sura 19:54].”
Los musulmanes mencionan que de esta generación de Ismael hijo de Abraham, nació el “profeta” Mahoma (el fundador del Islamismo).
Este nació en un lugar llamado “la Meca” en Arabia. Dicen que Mohoma fue el primer profeta quien recibió el mensaje de Alá por medio del ángel Gabriel a la edad de 40 años. En otras palabras antes de Mahoma no habia Islamismo ni el Corán.
Hoy día los musulmanes son la religión más grande del mundo y su meta en sus seguidores radicales como Osama Bin Laden y otros como el grupo Hamas y Hezbola es el Jihad (“o guerra santa”). Es decir, su meta común es erradicar los Judíos de Israel junto con los Cristianos que le apoyan para establecer dominio sobre el planeta e implantar el Islamismo como la única religión mundial.
Mario González says
Vamos a los hechos:
El reino de Judea fue destruido por el Imperio de Romano en dos guerras, la primera entre 66 y 70 dC, y la segunda entre 132 y 135. Esto obligó a la mayoría de los judíos a exiliarse, principalmente en Europa.
Sin embargo, nunca dejó de haber prescencia judía en eso que los romanos llamaron FILISTEA, raíz etimológica del término PALESTINA.
Después de Roma, ese territorio fue dominado por cuanto imperio floreció en la zona, incluyendo al califato de Bagdad, los Mamelucos, los Otomanos, y finalmente los Ingleses. Durante todo ese tiempo, ningún imperio se preocupó por construir una provincia organizada allí. Era una zona desértica e inhóspita, y no le resultaba atractiva a nadie.
Los únicos conflictos que se dieron para disputar la propiedad del territorio fueron los causados por las Cruzadas que el Catolicismo Europeo promovió, cuyo objetivo era recuperar el control de los lugares sagrados para el cristianismo, y que estaban en poder islámico.
La documentación que se tiene sobre las cruzadas confirma que los guerreros cristianos cometieron atroces matanzas contra la población judía local. Lo cual confirma que desde la Edad Media, ya estaba asentada allí una población judía.
De hecho, el único grupo que buscaba emigrar a ese lugar para establecerse a vivir allí, pese a lo inhóspito del terreno, eran los judíos.
¿Por qué? Porque eran el único grupo que, desde entonces, consideraban ese lugar como su hogar nacional.
Ciertamente, durante el proceso se establecieron allí muchos grupos árabes, especialmente beduinos nómadas. Sin embargo, hacia finales del siglo XIX, el territorio identificado como Palestina estaba muy escasamente poblado, y había zonas donde la población mayoritaria era judía, en contraparte a otras zonas donde la mayoría era musulmana. Los cristianos siempre fueron minoría.
Otro dato significativo: está documentado que, por lo menos desde mediados del siglo XIX, la población de Jerusalem ya era mayoritariamente judía.
El plan de partición que la ONU sometió a votación en noviembre de 1947 contemplaba la distribución de los grupos mayoritarios árabes y judíos, de tal modo que los eventuales reacomodos fueran lo menos problemáticos.
De hecho, en estricto no eran necesarios los reacomodos. ¿Qué problema puede haber en que un grupo de árabes viva en un país judío, o un grupo de judíos viva en un país árabe?
Sin embargo, es perfectamente sabido que el rechazo árabe provocó dos situaciones que, a la larga, se han convertido en catastróficas.
En primer lugar, rechazaron el derecho del pueblo judío de tener un hogar nacional. Al final de cuentas, no es porque allí haya existido un país palestino. De hecho, ni siquiera se hablaba de palestinos, y cuando se llegaba a usar ese término, era para referirse a LOS JUDÍOS QUE YA ESTABAN ESTABLECIDOS ALLÍ. Dicho rechazo ha sobrevivido hasta el día de hoy en los postulados ideológicos de grupos como Hamás, Hizbollah, y de países como Irán. La Autoridad Nacional Palestina todavía debe dar señales de cambio en ese aspecto, porque sus antecedentes no son muy buenos, por cierto. El discurso de Yasser Arafat, fundador de Al Fatah y líder histórico de ese pueblo hoy llamado Palestino, era que Israel tenía que ser destruido.
El segundo aspecto catastrófico que se derivó de la postura árabe fue que en 1948, ante la declaración fundacional del Estado de Israel, la propaganda árabe incitó a muchos de los pobladores musulmanes de la zona a que salieran de la zona de guerra, para que los ejércitos árabes pudieran dedicarse a exterminar a los judíos.
El detalle fue que los árabes perdieron la guerra, y todos esos contingentes de árabes repentinamente se quedaron desplazados y sin hogar.
Pero no fueron los únicos. Una cantidad enorme de judíos (se calcula que entre 600,000 y 900,000, practicamente el mismo número que árabes desplazados) fue obligada a abandonar sus hogares en los países árabes, y sufrieron penurias terribles para poder llegar a Israel en condición de refugiados. Sus bienes fueron confiscados y lo perdieron todo.
En consecuencia, a principios de los años 50’s, Jordania, Líbano y Egipto, principalmente, tenían que lidiar con el problema que representaba más de medio millón de árabes desplazados. E Israel tenía que lidiar con otro tanto de judíos también desplazados.
¿Cual fue la diferencia? Que Israel hizo todo lo posible por incorporar a esos ciudadanos árabes que habían perdido todo por el hecho de ser judíos. Y lo logró. Fue un proceso difícil, pero en la actualidad, los nietos y bisnietos de esos desplazados son ciudadanos israelíes.
Por su parte, ningún país árabe se responsabilizó de los desplazados, que quedaron refundidos en campamentos de refugiados, expuestos a la miseria y a la humillación.
Dato curioso: Cisjordania, entre 1948 y 1967, estuvo controlada por el Reino Hachemita de Jordania. Y nunca se habló de que los palestinos de allí tuvieran derecho a tener su propio país, y menos aún de una “ocupación” jordana. En cambio, ya empezaba a hablarse de “ocupación” israelí, pero debe entenderse que esto se refiere a la misma existencia del Estado de Israel.
No es difícil entender ésto, aún hoy. El ejército israelí hace incursiones frecuentes en Gaza, y ultimamente ya no tantas en Cisjordania, pero NO MANTIENE UNA OCUPACIÓN MILITAR. Sin embargo, se sigue hablando de la “ocupación”. ¿Cuál ocupación, si el ejército no está invadiendo estos territorios?
Es obvio, entonces, que por “ocupación” se habla de la presencia judía en la zona. Es decir, la existencia del Estado Judío. Cuando los hoy llamados palestinos han hablado de terminar con la ocupación, se refieren, literalmente, a la destrucción del Estado Judío.
Desde 1948 se dio un fenómeno curioso: si hubo desplazados árabes, en su mayoría fue responsabilidad de la prensa Jordana, Egipcia y Siria que los animaron a abandonar sus hogares mientras duraba la guerra. Posteriormente, ninguno de estos países hizo nada por ayudarlos. Por el contrario, los refugiados de Cisjordania llegaron a un punto de conflicto tal con el Reino de Jordania, que en 1970 hubo una brutal masacre de palestinos a manos del ejército jordano. Incluso, se fundó un grupo terrorista para rememorar esa matanza, llamado Septiembre Negro. ¿Terrorismo antijordano? No. Por inverosímil que parezca, era para actividades terroristas antijudías.
Lo curioso es ésto: ningún país árabe se responsabilizó de esos desplazados, que, en cambio, han crecido desde hace casi sesenta años con la idea de que todo fue culpa de los judíos (!). Y todo palestino que tenga menos de 60 años ha crecido en un sistema educativo que lanza todas las culpas a la existencia de Israel, y estudiando geografía con mapas en los cuales, hasta la fecha, no figura la existencia del Estado de Israel.
Fue en los años 60’s que se empezó a hablar de un pueblo llamado palestino, especialmente por la atención que empezó a llamar la Organización para la Liberación Palestina (OLP), fundada por un egipcio: Yasser Arafat.
Lo cierto es que si uno revisa los diarios o los libros de los años 50’s, todavía se les llamaba PALESTINOS a los judíos israelíes.
No es difícil descifrar el enigma de quién es pueblo y quién no. Un pueblo se caracteriza por tres características culturales bien definidas: tienen una religión propio, un idioma propio y un arte culinario propio.
Los judíos tenemos nuestra propia religión, nuestro propio idioma y nuestra comida tradicional. Es lógico. Somos un pueblo, y como parte lógica de esa identidad nacional, estamos vinculados a un pedazo de tierra.
Los palestinos comen como árabes, hablan árabe y practican la religión árabe. Valga la comparación, si tenemos algo que parece pato, hace como pato y camina como pato, pues es un pato. Así que los palestinos son árabes. Esto no está en duda, por cierto. Y aquí la pregunta es simple: ¿de dónde son los árabes?
Pues de Arabia. No de Palestina.
Si al final de cuentas la política israelí se orienta a aceptar la creación de un Estado Palestino, no es porque se acepte el derecho histórico de ese grupo de descendientes de inmigrantes árabes llegados principalmente de Jordania sobre ese territorio. Es porque, ni modo, hay más de cuatro millones de ellos viviendo allí, y no pueden ser incorporados al Estado Judío, porque sería cosa de dos generaciones para que el balance demográfico aniquilara la identidad judía de Israel, tal y como en su momento fue aniquilada la identidad cristiana del Líbano.
Esos son los hechos históricos, verificables para cualquiera que quiera ponerse a estudiar historia.
maty says
El Confidencial Digital Atacar Barcelona partiendo desde Argelia. Expertos internacionales destacan la posibilidad de que los atentados de Bombay se repitan en Europa
Sólo reseño, pues desconozco el crédito de la revista (que alguna vez he ojeado) y de los autores.