VillaRosset, Roisy-en-Brie, 16 octubre 1939. De izquierda a derecha: Magí Murià, Armand Obiols, Mercè Rodoreda, Jordi Murià, Amàlia Casals, Agustí Bartra, Anna Murià y Anna Romaní. Archivo de la Fundación MR del Institut d’Estudis Catalans.
Conocemos casi todo de nuestros exilios literarios: salvo lo esencial.
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Conocemos casi todo de uno de los poemas más importantes del siglo XX, en lengua castellana, Espacio, El escándalo Espacio / JRJ; pero nos falta lo esencial: comprender como tan gigantesco aerolito se engarza en las entrañas espirituales de nuestra existencia histórica. He tratado de ese caso concreto en otras ocasiones.
De la tumba de don Antonio en Collioure hasta yo mismo (¡perdón por la petulancia de incluirme en esa estela…! por otra parte, el destierro no comporta “valor” de ningún tipo), podrían citarse muchos casos, unos más esenciales que otros.
En lengua catalana, existe una bibliografía considerable sobre los exilios catalanes. No existe, sin embargo, un estudio que intente razonar la importancia de tal desarraigo, provisional o definitivo (en algunos casos), en la historia espiritual y cultural de Cataluña.
França 1939. La cultura catalana exiliada (ara llibres), de Marta Pessarrodona, trata en escorzo de esa cuestión. Tras su último y bello libro de poemas, Animals i plantes (Meteora), la autora explora legendarios territorios, donde continúan escondidos y mal estudiados algunos tesoros abandonados en la geografía física y espiritual del destierro catalán, en Francia.
Hubo otros destierros catalanes. Y algunos de ellos me parecen esenciales. Pienso en los casos de Carner, Gabriel Alomar o la pareja Bartra / Anna Murià, incluso en el de otro catalán olvidado en Cataluña, José María Massip, El ABC, ERC, Massip, Gaziel, Cándido y yo.
Pero el destierro francés tuvo para los catalanes una importancia excepcional. Pessarrodona ha desenterrado viejas historias, esenciales para entender todo lo que vendría después, incluso en sus flecos más trágicos. Pienso, por ejemplo, en la “guerra civil” entre el grupo de Roisy-en-Brie: se trata de algo capital, para comprender el tardío y sesgado reconocimiento de Bartra y la misma Rodoreda. Pienso en ese libro esencial que son Les elegies de Bierville (uno de los libros de poemas más importantes del siglo XX, en lengua romance). Pienso en los horrores todavía mal explorados de las memorias de Carles Fontserè, España / Francia: Una trágica página Infame, contada por Carles Fontserè. Pienso en El pelegrí apassionat de Puig i Ferreter, víctima de tantas cosas. Pienso en la adolescencia bordelesa de Gabriel Ferrater. Pienso en la obra toda de Rodoreda, tan indisociable del exilio y tan indispensable para mí, Mercè Rodoreda, Rosa Chacel y Quiñonero.
Pessarrodona explora muchas otras pistas, rotura muchos otros caminos: todos ellos hacen más transitable y más rica la tierra siempre virgen de unos desarraigos que hablan del desarraigo del hombre contemporáneo.
Me descubre nuevos mundos… Mr Q.
Mme Marie,
Ayayay… todos descubrimos algo, cada día,
Q.-
Leyendo al Gaziel que se enlaza en la Q-crónica de 2006 (edición de Destino de hace cinco años, qué amargura por cierto) me preguntaba si esos exiliados catalanes, de dentro y de fuera, iban a sentirse cómodos en la Cataluña que han diseñado los nacionalistas de hogaño.
Phil,
Pues vaya usted a saber. Algunos sí, otros no. Los hubo, como Massip, que no volvieron nunca: olvidados de todos,
Q.-
PS. En el libro de MP, las historias que se cuentan sobre enfrentamientos íntimos dejan un saber de boca muy amargo: por su cruda realidad, incómoda para todos, de todos los bandos.