Imprescindibles para sobrevivir
El Principito (1943) está traducido a muchas lenguas sin Estado: su realidad universal va mucho más allá de las fronteras trazadas por la guerra, la política o la economía, en nuestro amenazado planeta.
[ .. ]
Caldetes, 13 agosto 2008. Foto JPQ.
ESTRELLAS ERRANTES
Es uno de los libros más traducidos en la historia de las civilizaciones, tras la Biblia. Quizá, justamente, porque sus parábolas hablan de inquietudes universales, invisibles e inasibles a través de la política y la economía, y a las que solo tenemos acceso a través de los cuentos de hadas: ese el mundo mítico del relato filosófico de Antoine de Saint-Exupéry.
El narrador de ese cuento recurre a la parábola filosófica, como el Olaf Stapledon de Starmaker (1937), otra amarga interrogación sobre el destino de nuestro planeta, errante en un océano de estrellas errantes. El personaje central (el Principito) es un elfo (genio, espíritu del aire), en la magna tradición que va de Alí Babá al Puck of Pook’s Hill de los legendarios cuentos de Kipling.
AGONÍA DE EUROPA
El Principito tiene sobre muchos de sus antecesores la ventaja excepcional de su oportunidad. La primera idea del personaje le vino a Saint-Exupéry en 1935, durante un viaje a Moscú: un niño durmiendo entre una pareja de obreros. El personaje fue creciendo durante ocho años cruciales para el destino de nuestra civilización, hasta su “nacimiento”, en Nueva York (1943), en el dorado exilio de un autor que contempla la agonía de Europa y comienza a temer por la fragilidad de su matrimonio.
“Me gustaría haber comenzado esta historia a la manera de un cuento de hadas…” confesó Saint-Ex. En verdad, su libro es un cuento de hadas, que no está dirigido a los niños, en particular, si no a la atribulada conciencia del hombre de su tiempo y el nuestro.
UNA CIVILIZACIÓN AMENAZADA
El narrador del Principito y el narrador de Starmaker tienen algo muy profundo en común: temen por el destino de nuestro amenazado planeta. La fábula de Stapledon quizá sea más rigurosa. Saint-Ex. no deja de ser un aficionado que se adentra en terrenos que conoce mal. Su baobab es un árbol inquietante: sus raíces, su proliferación, son una amenaza de muerte para la existencia misma del planeta tierra. En verdad, el baobab es capaz de “almacenar” hasta 100.000 litros de agua, para hacer frente a la sequía más devastadora, en un inquietante desierto propio de La carretera de Cormac McCarthy.
Poco importa la imprecisión botánica. Queda la fuerza de la parábola espiritual: un planeta, el nuestro, amenazado por la locura de los hombres. En 1943, esa amenaza tenía un rostro militar bien evidente: la civilización europea caída de hinojos entre las cenizas de sus ciudades en ruinas y sus campos de concentración. En 2010, otras amenazas nos acechan, no menos inquietantes.
EJÉRCITOS DE OCUPACIÓN
Como el Puck de las míticas colinas de Kipling, el Principito es un elfo que cuenta a los mortales con quienes se cruza, a la manera de un ángel de la guardia, la historia de sus orígenes y descarríos. Kipling contempla el apogeo y gloria del Imperio británico, al borde de un precipicio: la suya es una elegía y una historia épica. Saint-Ex. contempla su patria desde el destierro. Sueña con volver. Pero la suya es la conciencia de un hombre que ha contemplado el fin de la patria, derrotada, vencida y ocupada por un ejército extranjero: detalle que bien pueden comprender, en nuestro tiempo, los hombres de muchas culturas vencidas por los ejércitos de ocupación, justamente.
LA HUMILLACIÓN Y LA ANGUSTIA
En su aérea ligereza, la prosa del Principito (tan alejada de los “grandes” libros de su autor, Terre des hommes, 1939, y Pilote de guerre, 1942, que la crítica neoyorquina consideraba como “la gran respuesta de las democracias contra Mein Kampf”) solo evoca tales tragedias a través de la elipsis poética, la metáfora, la parábola: herramientas de trabajo, en definitiva, mucho más eficaces y universales que el relato “realista”. “El corazón ve cosas que son invisibles para los ojos”, escribiría Saint-Ex.
En El Principito, las visiones y verdades del corazón poseen la enigmática verdad de los cuentos de hadas. Esa verdad ha florecido en el corazón atormentado del autor, trabajando en soledad con los únicos instrumentos que tiene a la mano, las palabras, la humillación y la angustia, a la manera del poeta árabe de Borges.
[ .. ]
- Tolkien y la revolución.
- Imprescindibles para sobrevivir en este Infierno.
[ .. ]
Caldetes, 4 agosto 2009. Foto JPQ.
Pasó esta entrada sin pena ni gloria, y es que lo cotidiano nos secuestra nuestros sueños de la infancia.
Junto a la Alicia de Carroll, son dos joyas del pensamiento humano que la humanidad nunca debe de arrojar al olvido.
Al Principito le debo mi intransigencia para con los que crean dependencias para los «otros», que le ayudan a conducirlos a cualquier tipo de redil.
Y ahora para combatir la crisis económica, te diré el bizcocho casero que acabo de sacar del horno:
Un Yogour de limón
El contenido de harina de repostería de tres vasos del mismo tamaño que el yogour, dos ó tres de azúcar, (según gustos), más otro vaso de aceite.
Un sobre de levadura.
Tres huevos.
Una manzana.
Se comienza con la harina mezclándola bién con la levadura, y después se agregan los demás componentes.
La mezcla hay que batirla durante el tiempo necesario para conseguir homogeneizarla bién.
Se pela la manzana y se le cortan unas tiras largas de aproximadamente tres milímetros de grosor, se colocan encima de la pasta batida, cuidando que no entren en ella para que queden doradas y enteras, haciendo un dibujo geométrico ó artístico.
Horno a 120 ºC. y aproximadamente 30 minutos de cocción.
Hay que estar vigilante para retirarlo antes ó después, una vez se observa dorado.
Todo por un precio entre tres y cuatro €. para acompañar a la leche en el desayuno de una semana.
J.Moreno,
Así empezaron unos aficionados a la cocina, en los USA… luego, escribieron un blog, y, años más tarde, el NYT pagó 560 millones de dólares por ese y otros blogs asociados…
Q.-
Hombre, sin pena ni gloria es tanto suponer…
Gracias por la receta!