Un espléndido regalo de Rosa y Jaume me permite volver a una pequeña obra maestra.
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Me refiero al Diario de un estudiante en París (1915), de Gaziel, Agustí Calvet, que con ese libro hacía una irrupción inolvidable en la historia del periodismo, contando por lo menudo la vida diaria de la capital durante el estallido de la primera guerra mundial.
Abro al azar. Entrada correspondiente al 17 de agosto de 1914:
La mujer me ha respondido tristemente, como si recitara una vieja historia:
-Yo soy la viuda de uno de los oficiales que dieron el grito en Badajoz, el 5 de agosto de 1883 (1). Conocí a mi esposo cuando salía desterrado de España. Me enamoré tan locamente de él, que quise seguirle en el destierro. Vinimos a establecernos en París. A los dos años mi esposo murió de abatimiento. Pasado algún tiempo, yo no pude vivir sola en París y me casé con un comerciante de libros viejos. Si usted es aficionado a los libros quizá haya pasado alguna vez por delante de mi parada, en el quai Voltaire, a la orilla del río. Mi marido ha sido llamado a filas. No teníamos ni un céntimo cuando partió. Por no vivir de la caridad y por ver España, donde no he vuelto desde entonces, me voy a casa de una hermana mía que reside en Logroño, y allí estaré mientras dure la guerra.
Le he preguntado si aquella pobre criatura enfermiza era hijo suyo.
-No señor -me ha respondido la buena mujer-; este chico fue abandonado en París por una partida de vendedores de frutas que lo trajeron de España. Fue a parar a manos de unos desalmados que lo emplearon en una fábrica de vidrio, muy cerca de París. Soplando en la fábrica, el pobre muchacho se ha estropeado los pulmones. Cuando se sintió enfermo le echaron a la calle. Yo le recogí en el quai Voltaire muerto de hambre y de miseria. En España no tiene padres, ni hermanos, ni nadie que le ampare. Yo le tendré conmigo… -y bajando la voz para no ser oída por el enfermo, la mujer ha añadido con una sencillez horrible- … hasta que muera.
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(1). Quizá se trate, sin duda, del último pronunciamiento militar del siglo XIX, tan prolijo en sublevaciones, pronunciamientos y proclamación de la independencia de tan incontables naciones españolas, de Cartagena a Jumilla, por citar solo a dos naciones murcianas, en guerra abierta contra el centralismo de las distintas capitales (Murcia, Madrid, etcétera).
Phil Blakeway says
De Gaziel he leído Meditaciones en el desierto y Castella endins (en una edición que se caía a pedazos de una librería de viejo y con el que comencé a hacer mis primeras incursiones en catalán) y el que citas me lo apunto.
La lucidez del desencantado es sobrecogedora. Ya me gustaría que fuera conocido por iluminados del Centro y de la Periferia, de esos que sólo tienen tiempo de embestir.
JP Quiñonero says
Phil,
Si… impresionante lucidez del desencanto. Gaziel no es muy conocido. Pero sus lectores sentimos por él un respeto Inmenso, claro,
Q.-
Enrique MF says
Q: Hará unos diez años que oí hablar por vez primera de Gaziel, en boca de un librero de viejo de Gerona. No sé si seguirá abierta aquella librería llamada fina y sugerentemente Vell i Bell . La cosa es que yo andaba buscando libros de Pla. Si le gusta a usted Pla, debe leer también a Gaziel, me recomendó el anciano librero. En 2005 pude por fin leer Meditaciones en el desierto. Entonces pude entender y agradecí mucho la lejana recomendación de aquel hombre.
¿Qué otros libros suyos me recomendarías tú, además de ese Diario de un estudiante en París del que nos hablas aquí?
JP Quiñonero says
Enrique,
Así, a vuela pluma, recuerdo con admiración su libro sobre Castilla, cuyo título no recuerdo, las cosas como son,
Q.-
Enrique MF says
Q: ¿Podría ser Castilla adentro ?
JP Quiñonero says
Enrique,
Efectivamente… con todos los «peros» que se quiera, ¡qué maravilla lo de wikipedia…!!
Q.-