Autoroute A63, 27 diciembre 2008. Foto JPQ
Hoy habla con unción farisaica de los gitanos europeos. Pero yo lo recuerdo maquillando cadáveres. No solo en los Balcanes…
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…. En definitiva, entre los cambiantes profesionales de la diplomacia y la política —carroñeros, muchos de ellos, llegados a los hospitales de sangre de la guerra con el fin de medrar y hacer carrera—, nadando como tiburones por las arenas movedizas de las relaciones trasatlánticas, el rastro u ocultación de manchas o huellas de sangre se perdía por los procelosos derroteros de la gestión burocrática de la carne de cañón.
Antiguo apparatchik ideólogo —tras haber cursado estudios en una pía institución religiosa—, portavoz oficial de un gobierno capaz de maquillar con afeites filantrópicos los cadáveres de terroristas y presuntos terroristas asesinados en beneméritos cuarteles, todavía reciente secretario general de Política de Defensa —en un despacho que aún era el del antiguo régimen, decorado desde siempre con obras del patrimonio nacional, como pocos años más tarde ocurriría con el despacho de uno de sus sucesores, Gumersindo Dupuy de Lome y Carvajal—, José Longoria Fungairiño —la barbita aliñada, la palidez mortuoria cultivada en los pasillos de las intrigas nocturnas, la palabra fácil y huera del simio gramático, servil con los poderosos, feroz con sus adversarios más débiles, víctimas de su lengua viperina—, Pepiño O Bruxo para los íntimos, Pepín Longoria en la escena pública cainita, manejaba con maestría consumada la cosmética y los fuegos artificiales de la cooperación militar y humanitaria, sirviéndose de las ideas muertas con mucho y huero arte retórico, para enterrar en el pozo negro de la gramática parda las salpicaduras de sangre y fango que podían dejar al descubierto las gravísimas responsabilidades de quienes lo nombraron en su primer cargo cosmopolita de representante civil ante los mandos militares de la Alianza, en los Balcanes, condenados de oficio —los hombres de armas de moral más dudosa— a cargar con la dura faena de inconfesables trabajos sucios. “Si hay que tratar con Bush, Pepiño es el hombre”, había dicho de él César Arrigo, líder carismático, autoridad indiscutible en materia de maquillaje de cadáveres. [ .. ] Fragmento de un Cuento de invierno.
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Tras la trilogía de Caína [La locura de Lázaro, Una primavera atroz, La dama del lago, work in progress], comencé otra saga / fuga, consagrada al puesto de Caína en el mundo, Cuento de invierno: Caína. De Cuba a Afganistán, pasando por Irak….
Jope, este tío es casi, casi, como Solana.
Claudio,
… // … bueno, bueno; veremos como evoluciona mi personaje,
Q.-
Personaje de los bajos fondos de una pelicula en black & white, cine negro y esas cosas con asesinos a sueldo.
Teresa,
… uauauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu, cómo me gustaría que eso fuese más o menos así…
Q.-
Por si te inspira esto y esto para una de esas novelas de agentes dobles y triples amaestrados desde jovencitos …
Connie,
Con ese nombre, que me recuerda el de otra Connie novelesca… es forzoso saber muucho de agentes dobles y triples, si… Guardo preciosamente tus enlaces, claro, nunca se sabe, aunque -en teoría- yo debiera «centrarme» en cosas de los Balcanes, Irak y Afganistán, con filantropiquísimos amigos trasatlánticos maquillando cadáveres, incluso con cal viva, claro está, que -según dicen- quita todos los malos colores de esta vida de perros,
Q.-