Me lleva a Barcelona una charleta que dirá aproximadamente esto…
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PERIODISMO E INCULTURA
“De la nada a la más absoluta miseria..”
A mi modo de ver, Barcelona es un sitio ideal para intentar comprender algo sobre la importancia de la cultura en el trabajo de cada día del periodismo, en general, y de la faena del corresponsal de prensa en el extranjero, en particular.
Para intentar saber lo que pasa en Barcelona, o en Cataluña, cada día, se da por supuesto que es imprescindible tener ideas más o menos aproximadas sobre el personal político, sus relaciones de fuerza, sus ambiciones, etcétera. Se da por supuesto, también, que un poco de economía catalana, un poco de vida municipal, un poco de la sociología de las comarcas catalanas, tampoco le harán daño a quien aspire a contar por lo menudo lo que ocurre en Barcelona, en Cataluña, con cierta honestidad.
Sin embargo, a nadie se le oculta en Barcelona, en Girona o en Lleida, que, en verdad, la economía y los equilibrios de fuerzas políticas no lo explican todo. Para intentar comprender un poco de cuanto ocurre en Cataluña quizá sean indispensables dosis bastante altas de cultura. Cultura catalana.
En mi caso, he vivido mucho más tiempo en el extranjero que en mi pueblo, o en España. Y ese carácter imprescindible de la cultura hace mucho que se me impuso como una evidencia, para intentar comprender algo de las cosas que pasan en otros pueblos, otras sociedades. Se me antoja que se trata de una realidad palmaria, si se intenta comprender algo sobre todo el Mediterráneo occidental, Oriente Medio, la vieja Europa, o, más modestamente, incluso París, que es la ciudad que yo mejor conozco.
Cualquiera que hoy llegue a París, por avión, tren o carretera, lo más probable es que coincida en la frontera, en el andén o la autopista, con hombres y mujeres de distinta raza, que no es difícil adivinar de otra lengua, cultura y religión. Si uno quiere no complicarse la vida y convencerse que todo sigue igual, solo tiene que comprar un periódico. Y la realidad más o menos artificial de ese periódico, cualquiera de ellos, le recordará que Francia está en campaña electoral permanente, dominada por el frenesí del micro cosmos político. Sin embargo, si el lector de periódicos pone un poco de atención pronto advertirá, hoy, síntomas de este tipo:
-Una señora muy leída, de raza negra, ha podido ser candidata a presidenta.
-Entre los consejeros y consejeras de los candidatos a las elecciones presidenciales del 2012 hay bastantes de origen norte africano.
-Entre quienes orquestan el activismo político, a través de Internet, abundan los hijos o nietos de franceses nacidos en la antigua Indochina.
No se trata de datos anecdóticos. Se trata de una realidad cultural profunda.
La última mujer que ingreso en la Academia francesa es Assia Djebar, escritora argelina de expresión francesa. En su discurso de ingreso en la Academie, Assia Djebar habló de Apuleyo, Tertuliano y San Agustín, que nacieron en tierras que hoy se llaman Túnez y Argelia.
Entre los más grandes poetas franceses de nuestro tiempo es imprescindible citar a un francés negro, Aimé Cesaire, y un francés de origen vietnamita, François Cheng, experto emérito en caligrafía china.
Buena parte de la literatura que hoy se publica en francés está escrita por autores de origen norte africano, o nacidos en las antiguas colonias de dos o tres continentes.
No se trata de accidentes ni curiosidades. Se trata de una realidad cultural muy honda, cuyo conocimiento es indispensable para poder comprender algo de la realidad más inmediata.
Francia tiene muchos problemas, políticos, económicos, sociales, incluso religiosos. Pero el problema de fondo más grave quizá sea un problema cultural. En Francia hay entre 700 y 800 guetos suburbanos, bien repertoriados, donde cohabitan de muy mala manera una Francia que agoniza, una Francia angustiada ante su presente, y una Francia que se mueve de manera sonámbula, sin saber hacia donde va; y tiene miedo.
Los periódicos hablan poco y mal de esa Francia suburbana. Cuando los periódicos se ven obligados a hablar de esa Francia mestiza queda al descubierto lo tarde y mal que hablan los periódicos de la realidad más profunda; y el carácter indispensable de la cultura para entender la realidad inmediata.
El ejemplo canónico que tengo más a la mano es el de los incontrolados estallidos de violencia suburbana, en Francia, durante el mes de noviembre del 2005. Casi fue ayer mismo.
Aquella crisis terminó con cierto dramatismo. Fue necesario imponer el toque de queda militar, por vez primera desde la guerra de Argelia, para conseguir la restauración definitiva del orden, con el despliegue simbólico de algunas unidades militares en las encrucijadas de algunas ciudades, comenzando por algunos suburbios parisinos.
Aquella crisis dejó al descubierto hasta que punto la incultura causa estragos periodísticos catastróficos; y en qué medida la cultura es sencillamente indispensable para comprender la realidad de la que se intenta informar con un mínimo conocimiento de causa.
La incultura profunda, indiferente y culpable con la que se informó de aquellos acontecimientos transmitió en inglés, español, italiano, catalán y un poco menos en alemán, unas imágenes muy distorsionadas, cuando no sencillamente falsas.
Aquel desastre informativo internacional, prolongado durante tres o cuatro semanas, hubiese podido evitarse con algunas dosis homeopáticas de cultura, indispensables para distinguir entre una sublevación de inmigrantes negros y musulmanes, pobres de misericordia; y una sublevación de franceses de raza negra, asistidos por el Estado, desde la infancia, víctimas de la incultura, precisamente.
Una sublevación de inmigrantes negros y musulmanes, pobres de misericordia, tiene algo de “invasión”. Y pongo esa “invasión” entre comillas, para subrayar su carácter cínico, absurdo e ignorante. Aunque invasión, sin comillas, es la palabra que se usó entonces y se usa ahora, camuflada, apenas, para hablar de unos movimientos migratorios desde una óptica que me parece moralmente intolerable, económicamente absurda y culturalmente ignorante, zafia.
Por otra parte, hablar de una sublevación de franceses de raza negra, asistidos por el Estado, desde la infancia, tiene algo de “revolución”. Y vuelvo a entrecomillar esa palabra, “revolución”. Apenas. Porque hay una tradición francesa de integración social a través de la violencia. Aunque era y es una evidencia que París, el mes de noviembre del 2005 no era el París de julio de 1789, ni siquiera el París del mes de mayo de 1968.
La gran diferencia de los estallidos de violencia del invierno del 2005, con respecto a otras sublevaciones francesas de otro tipo, fue su carácter absurdo, nihilista, anti cultural, más próximo a Naranja Mecánica que a Kronstadt. Uno de los grafitis que mejor resumía aquella crisis fue este: “Menos escuelas y más prostíbulos…”
Debo subrayar que el autor de tal declaración de principios, el autor de esa petición pública, fue uno de los incendiarios que metieron fuego a su propia escuela, en un suburbio parisino. Un siglo atrás, Rimbaud había escrito, entre los papeles de Una temporada en el Infierno: Je suis un noir. Yo soy un negro. Rimbaud escribía alumbrado por la insurrección revolucionaria de la Comuna de París. Siglo y pico más tarde, los mejores exégetas de esa frase de Rimbaud continúan siendo Senghor y Aimé Cesaire, dos negros franceses, de muy alta cultura, los mejores defensores de una Francia multiracial y multicultural, que ellos anunciaban y es hoy una realidad problemática.
Problemática para los franceses que no desean ver y tienen miedo de su nuevo rostro colectivo, contemplado en el espejo de una realidad conflictiva.
Problemática para los extranjeros periodistas que a diario hablan de Francia a través de las anteojeras del microcosmos político, confundiendo la realidad de Francia con la realidad virtual de la propaganda política; confundiendo la realidad de la cultura con la publicidad interesada que distribuyen museos, casas de discos, productores de cine y editores.
Esa realidad virtual que a diario nos venden los editores más selectos, los museos más respetables, las distribuidoras de cine más poderosas, las tropas de ocupación del campo de batalla político más inmediato, tienen hoy, y no solo en Francia, una dimensión de parque temático. Tienen algo muy profundo de realidad artificial, destinada a abastecer de manera sonámbula, industrial, unos canales de comunicación e incomunicación que no siempre son canales de cultura y si conducen con frecuencia al basurero.
Esa confusión de géneros y el carácter esencial de la cultura, para nuestras vidas y para el oficio de periodista, en particular, quizá sea una de las cuestiones centrales de nuestro tiempo. Un solo ejemplo. Y con esto termino.
El día después de la llegada de las tropas americanas a Bagdad, el mes de abril del 2003, tras una campaña victoriosa, yo estaba comiendo en París, en el College de France, con un amigo, Javier Teixidor, que es el único español que ha sido profesor emérito en esa institución centenaria, desde hace siglos. Y le confesé mi optimismo infantil: los americanos, pensaba yo, habían ganado la guerra de Irak; instalarían un gobierno que les fuese fiel; y la historia de Oriente Medio habría cambiado de rumbo.
Javier Teixidor, que dirigía entonces la Cátedra de Antigüedades Semíticas del College de France, y es una eminencia internacional, Javier Teixidor, me escuchó en silencio, y me dijo: “Bueno, bueno… a mi modo de ver, lo que deberían de hacer los generales americanos es estudiarse los Desastres de la guerra de Goya. Porque eso es lo que les espera: una guerra irregular, sin frente, con un enemigo invisible, que tendrá muchos rostros. Una guerra civil y religiosa, internacionalizada”.
Y, como olvidarlo, en esas estamos. Dicho de otro modo: el conocimiento cultural de las realidades irakíes hubiese desaconsejado una intervención militar planeada desde los gabinetes políticos, militares, económicos, con palmario desprecio por las cosas de las lenguas, las religiones, la cultura.
El periodismo, como el poder político de turno, siempre está fascinado por la fuerza, la economía, la diplomacia. Pero, en definitiva, me digo, es la cultura la que nos permite entender las complejas realidades más inmediatas. De ahí mi melancólica inquietud cuando abro los periódicos y contemplo las mercancías averiadas que se presentan masiva y pomposamente como “cultura y espectáculos”. Recuerdo a Groucho Marx: “Aprended de mi: de la nada, caí en la más absoluta miseria”.
- Periodismo y Personal en este Infierno.
Toni Ibañez says
Benvolgut JPQ,
En Lleida hace 5 días que no vemos el sol. Es esta boira que nos envuelve la que me inspira a comentar tu post.
No sé si has visto la película Idiocracy. Un planteamiento futuro bastante verosímil. Allí todos hablan como la panda de Alex en La naranja mecánica de Kubrick… Allí los prostíbulos ya han substituido totalmente a las escuelas y el presidente de los EEUU es un negro descerebrado y cachas.
Los medios de incomunicación de masas son los fabricantes de una realidad virtual cada vez menos creíble. Ya no es una cuestión de cultura, sino de supervivencia, el primum vivere… La gente no es tan tonta como pensamos los intelectuales de salón.
La revolución vendrá por la necesidad perentoria de sobrevivir.
El poder establecido (este capitalismo salvaje que nos ha conducido a la crisis y nos aboca al colapso) no podrá seguir manteniendo su mentira global, aunque use la fuerza más bruta y el engaño más rastrero.
Se acaba el mundo, el mundo que hemos conocido, un mundo que ha servido hasta ahora, pero que tiene los días contados. Lo que vendrá es un misterio. Yo no las tengo todas, y me huele que aquí va a pringar hasta el Tato.
Salutacions cordials
angel says
Chapeau!
Phil Blakeway says
Tu post de hoy me deja en lugar espléndido: a un amigo que quiere irse a vivir a Francia harto de nuestro desbarajuste particular le vengo recomendando que te lea aquí, porque su idea del Hexágono es más bien una mezcla de Goscinny (un genio, por cierto), De Gaulle, Camus, el 68 y el lema de la Revolución.
Vicente Carreño Carlos says
Magnífico.
Un saludo desde Totana.
Vicente.
JPQ says
Tony, Àngel, Phil, Vicente…
Tony,
Te leo en un hotel de la plaza del Pi, en Barna city. Un poco apocaliptico de veo. Anímate, anda. Donde está floreciendo otro mundo es en Túnez: pero vaya usted a saber que pinta tiene el nuevo. WBenjamin decía, más o menos, que el futuro es el eterno retorno de la catástrofe.
Àngel,
Abrazotes para todo tipo de àngeles y ángeles…
Phil,
Madre del Señor… espero no asustar a tu amigo. En verdad, París está francamente bien. Incluso Francia. Graciassssssssssssss
Vicente,
Graciasssssssssssss… ando por Barna, disfrazado de no sé que.
Q.-
J. Moreno says
¡¡Quiño, átate los cordones de los zapatos!!
¡Y mira que tu artículo es la síntesis del presente, vista por un habitante desde la galaxia de Andrómena, que observa como los homínidos, también aquí en Espanya, preparan la gran estampida.
Tendrás que ser más cauto que un equilibrista atravesando el Cañon del Colorado.
Hoy es fantático lo tuyo…. desborda todo comentario…..
JPQ says
J.Moreno,
Ayayay… perdido en un hotel de la plaza del Pi, te leo una miqueta asombrando y un muuuucho agradecidooooooooooooooooooooooo…
Q.-
J. Moreno says
Ni que decirte que he estado rastreando los hoteles de la Paza del Pí llamando a sus teléfonos para localizarte, y no tienen tu rastro.
Además ninguna de la agendas Culturales barcelonesas que se registran en la RED, traían para hoy conferencia, charla o debate con tu nombre. Tampoco La Vanguardia ni El Periódico de Catalunya. Y el Colegio de Periodistas ni punyetera idea del acto.
La próxima vez pon más pistas de tu safari…..
Bona nit.
V says
Hace mucho tiempo, cuando existía Santuario Nocturno (santuarionocturno.com), hubo un poeta español llamado David, y cuyo seudónimo era «El Sombrero Loco»…
Lo he buscado por toda la red, durante muchos años ¿qué fue de él? ¿se encuentra bien?
Al parecer se desvaneció…
Robert says
Me asusté su imagen de la gente francés que se encogen en las suburbios.
JPQ says
J.Moreno, V, Robert,
J.Moreno,
Dicho y hecho: diré a mis colegas que la próxima vez me anuncien a bombo y platillo.
V,
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Robert,
No entiendo nada, pero bueno.
Q.-
Gatopardo says
Hermoso e iluminador artículo.
Y una vez explicado lo que no es la cultura, esos parques temáticos estérilizados y encorsetados con cargo al erario público, falta que definas a qué te refieres cuando hablas de la indispensable cultura que preconizas, que no contempla meter fuego a ese goulag de la infancia y la inteligencia que son las escuelas, donde los niños y los adolescentes son estabulados y alimentados con el pienso compuesto de un conocimiento yerto.
A cualquiera con un mínimo de sensatez, lo primero que se le ocurre es incendiar y arrasar las escuelas donde se obliga a estudiar los libros de texto actuales.
Carmen says
Q.-,
excelente texto, sí señor.
J. Moreno,
esto de meterse a detective privado, trae unos peligros…
Carmen
JP Quiñonero says
Gatopardo, Carmen…
Gatopardo,
Cólera salvífica, la tuya… graciassssssssssssss
Carmen,
Cada tema con su loco, que quieres. Graciasssssssssssssssssss
Q.-
J. Moreno says
Gracias mamá por el consejo……
Carmen says
De nada, hijo, cuídate mucho que Barcelona es muy grande y peligrosa.
Carmen
J. Moreno says
A las 23.00 h. es el límite de mis paseos por la que se está convirtiendo en una Jungla de asfalto y aceras.
Cada vez se parece más a París……..y menos a la Barcelona de 1956.
Cielo gris, pero con menos frío de lo que dicen los meteórologos de las TVs.
Carmen says
J. M.
Es que, quizás, nos vamos pareciendo todos cada vez menos a nosotros mismos. Por aquí, cielo gris, frío que va en aumento y, además, arrasa la gripe, de esas malas malísimas, seguramente es la A. Sólo falta la lluvia para un buen suicidio.
Para mí, las 23h son noche cerradísima. A las 20 h me cuesta ya sostener una conversación. Cuidado por esas calles de Dios y del Alcalde.
El Llibreter says
Admirable!
Salutacions cordials.
JP Quiñonero says
Llibreter..
¡¡!!!!
Me quedo con El primer llibre de l’any…
Q.-
PS. Pasé varias veces cerca de tu… pero me llevaban y traían de mala manera; otra vez será. Gratitudes.