En materia de necrológicas y muertos la ignorancia también ha crecido mucho.
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Los muertos sin servicio de prensa, sin relaciones públicas al servicio del algún prostíbulo de la incultura, se quedan sin enterrar, a la intemperie de la nadería que todo lo pudre y lo entierra en el pozo negro del olvido y la nada.
TRES VIDAS
Félicien Marceau (Kortenberg, Bélgica, 1913 – París 2012), dramaturgo, novelista, ensayista francés de origen belga, académico, tuvo varias vidas, unidas por los frutos de su imaginación, que, a su modo de ver, “es una ciencia exacta”.
El primer Félicien Marceau se llamaba Louis Carette, nació en el seno de una familia acomodada belga y estudió en la universidad de Lovaina, la capital de la capital de la provincia Bravante Flamenco. Francófilo en una región flamenca, colaboró con las tropas de ocupación alemanas durante la invasión nazi.
Ese primer Félicien Marceau todavía no había cambiado de nombre, y publicó con su nombre de pila, Louis Carette, tres obras que consolidarían su fama de autor que adoptó antisemitas y pro nazis, entre 1942 y 1943.
Condenado a quince años de cárcel, al final de la guerra, Carette consiguió huir y encontrar refugio en Italia, antes de instalarse en Francia, durante los primeros años 50 del siglo pasado, para cambiar de nacionalidad y de nombre, adoptando el de Félicien Marceau con el que se haría famoso.
Esta segunda vida del escritor fue muy rica en acontecimientos librescos. Marceau formó parte de la banda literaria de los Húsares (Antoine Blondin, Michel Déon, Jacques Laurent, Roger Nimier), un grupo de escritores conservadores de gran talento que se enfrentaban con armas y bagajes a la literatura existencialista de los años 50 y 60 del siglo XX.
Entre 1950 y 1970 Marceau publicó una veintena de novelas y obras de teatro, estrenadas con cierto éxito. Esta segunda vida es la que dio escritor mayor fama, gracias a un estilo “ligero”, brillante, en la gran tradición del “espíritu francés”, mordaz, irónico, de un conservadurismo cosmopolita, muy Paul Morand.
Marceau publicó en 1970 su legendario ensayo Balzac y su mundo. Una obra de referencia clásica. Con ese libro comienza la tercera y definitiva vida de un escritor que conquistaba nuevos territorios. El polemista colaborador con los nazis fue enterrado por el húsar brillante, defensor de una literatura de corte clásico, frente a las andanadas “subversivas” de la Nueva Novela que encarnaban escritores de muy otra naturaleza (Robbe-Grillet, Claude Simon, Butor, Sarraute, etcétera).
Con Balzac y su mundo “nace” un nuevo y definitivo Marceau. Un autor culto, escéptico, sabio, erudito, alejándose lentamente de las polémicas para construir una obra menos provisional. El primer Marceu cayó de hinojos en el infierno de la historia. El segundo conquistó los salones de moda, en el París de su época. El tercero comienza haciendo acto de contrición, con un libro de memorias en el que hombre maduro “ajusta cuentas” con el joven “turbulento” y colaborador con los nazis.
El tercer y definitivo Marceau quizá culmine con su ensayo sobre Casanova, Casanova o el anti Don Juan, que muchos críticos consideran su obra maestra. Culto, de vuelta de muchas cosas, Marceau descubrió en Casanova un “espíritu libre”, errante en una Europa ilustrada, donde el francés estaba sustituyendo al latín como lengua de cultura y espíritu.
Alejado de la vida de sociedad, que fue su mundo, Félicien Marceau ha muerto en paz consigo mismo, liberándose de los demonios de su juventud a través del cultivo de la imaginación y la palabra “las más eficaces herramientas de la libertad”.
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Hubo otro Marceau también ignorado en España, Marcel Marceau, Auschwitz, Cervantes, Tirso, Hollywood…
Gran recuerdo, Juan Pedro, gran evocación. Te la agradezco mucho.
Un abrazo.
José Julio,
Temo que… estamos un poco solos recordando a personajes como este; qué quieres,
Q.-