Madrid, Retiro, 1949. Foto Nicolás Muller.
¿Qué escribiría don Pío de la crisis..?
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Sospecho que sus comentarios sobre gobernantes, banqueros y demás ralea serían sencillamente impublicables en ningún periódico bien pensante de ninguna familia bien pensante de ninguna sensibilidad política. De ninguna.
Entre otras muchas razones -su puesto en la historia de la novela y la cultura española-, el tono y libertad implacables de don Pío, sencillamente únicos, quizá pudieran explicar la fascinación que su obra ha ejercido sobre sucesivas generaciones de lectores, desde hace un siglo. De Antonio Machado y Ortega, hasta Juan Benet, Baroja forma parte esencial de la educación no solo sentimental de hombres y mujeres seducidos por su prosa y el gran arte de sus novelas, desde hace unos cien años.
Insisto en lo de gran arte, tras leer con mucha admiración la summa escrita por José-Carlos Mainer, Pío Baroja (Taurus). Ortega y Azorín fueron los primeros en insistir en el “mal” arte novelesco de don Pío, cuyas novelas siempre han sido tachadas de “mal escritas”, “deslabazadas”, etcétera. Mainer ha hecho algo esencial e imprescindible: ha retomado y releído el inmenso legado barojiano, por orden cronológico, para mejor comprender su evolución y complejidad.
De Vidas sombrías -uno de los libros de cuentos más importantes de la historia literaria española- a El hotel del Cisne -que yo mismo califiqué de novela “surrealista”- el arte novelesco de Baroja posee una riqueza inusitada de “tonos” y recursos, unidos, sin duda, a través de la gracia -el desencanto barojiano puede entenderse como un don único en el arte de usar los adjetivos calificativos- de su reflexión íntima sobre dos siglos cortos de cultura española: de Aviraneta a Cipriano Mera, de la resistencia contra la soldadesca napoleónica a la guerra civil, en Madrid, Baroja revisa y reescribe, a su manera, en cierta medida, muchos de los jalones y tragedias de la historia de España, desde una óptica crítica, desencantada, feroz, indispensable para comprender el reverso de las historias oficiales.
En ese marco, el libro de Mainer es la referencia absoluta, indispensable, y culmina provisionalmente una obra crítica excepcional, prolongación, me digo, de su memorable La Edad de Plata. Con la minuciosidad del sabio, libro a libro, novela tras novela, Mainer reconstruye con mucho brío y precisión todo el gigantesco entramado del legado novelesco barojiano. Quizá por vez primera, esa selva es explorada, acotada, revisada, anotada, en su totalidad, para terminar ofreciendo un panorama único, excepcional. Mainer se beneficia, afortunadamente, de sus trabajos anteriores, como editor emérito de las obras completas de don Pío. Y el resultado es un monumento de salvífica erudición.
Don Pío ya estaba “descubierto”. Quizá necesitado de una límpida visión de conjunto, para mejor comprender la totalidad de su legado, que solo es comparable al de los más grandes, Balzac, Galdós. Mainer nos invita a volver a Baroja, encantados. Incluso para intentar pensar y decir lo que nosotros somos incapaces de pensar y decir sobre la crisis, que está ahí, ayuna de las reflexiones que don Pío o Valle Inclán nos ayudan a iluminar con la luz purísima de su verbo, lívido e implacable.
Mainer, Euskadi, política, esquizofrenia cultural, frutos y esperanzas.
La Guerra civil vista por Baroja.
Azorín, Baroja y Patrick Modiano, en el mismo barco.
Un discípulo de John Cassavetes rastrea las huellas del Baroja surrealista en París.
Imprescindibles para sobrevivir, Libros, Crítica literaria en este Infierno.
Juan Moreno González says
Muchas gracias Quiñonero, no conocía esta publicación y me ha resultado atrayente su presentación. Y Don Pío, claro 🙂
JP Quiñonero says
Juan,
El libro de Mainer es la referencia indispensable, si,
Q.-