Mónaco, 11 julio 2007. Foto JPQ.
… de hadas, heroinómanas.
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ESPECIES ZOOLÓGICAS DESAPARECIDAS
Carolina, Estefanía, el príncipe Alberto y Charlene no han encontrado nada mejor para iluminar los escaparates internacionales de la ilusión, el lujo, las artes del ocio y el placer, que tienen otros embarcaderos en la Costa Azul, como Menton, Niza, Cannes.
El príncipe Rainiero heredó un Estado al borde de la bancarrota. Hitler, Mussolini y de Gaulle soñaron con anexionarse el diminuto reino de los Grimaldi, con siete siglos de historia e independencia, en cuarentena.
Hacia 1.945, habían desaparecido los príncipes rusos y las millonarias inglesas que veraneaban en el Menton y Mónaco fraguados por el abuelo y el padre de Rainiero. Aristóteles Onássis podría soñar que le sería muy fácil regalar a Maria Callas ese reino de opereta, como quien compra un collar de piedras preciosas en una joyería de la parisina plaza Vendôme.
LEYENDAS DE VEDETTES MUERTAS
Casándose por Grace Kelly, el príncipe Rainiero culminó su fulminante historia de amor, con una mítica boda que reinstalaba la imagen de Mónaco en la nueva geografía mundial del gran arte del ocio y el ultra lujo.
Idos para siempre los príncipes rusos y las millonarias inglesas, Grace Kelly trajo a la Costa Azul la clientela de las nuevas élites cosmopolitas, actores famosos, celebridades del mundo de los deportes de élite, estrellas de la canción, vedettes de series de televisión californianas.
La princesa Grace abrió el “baile” de las nuevas generaciones de “turistas” con personajes como Cary Grant o Hitchcock. Tras esa magna estela, los devaneos amorosos de Carolina y Estefanía no consiguieron ni empañar y cambiar la imagen de marca de Mónaco. La interminable soltería del príncipe Alberto, su matrimonio con Charlene Wittstock, tampoco aportaron nada sustancial en materia de imagen. Los gestores del patrimonio turístico de Mónaco prefieren cultivar el gran estilo de los años de la princesa Grace, cuya leyenda sigue velando por su patria de adopción.
CHICAS DE MENOS DE 90 O 100 AÑOS
Consciente de la evolución de los tiempos y la incidencia de las crisis en la nueva geografía del ocio cosmopolita, el príncipe Alberto asocia a los grandes acontecimientos del veraneo, en la Costa, a figuras sensibles para el turismo de la tercera edad, compatibles con el turismo adinerado de jóvenes y menos jóvenes.
Así, este verano, entre Mónaco y Menton, es posible cruzarse con Joan Collins -siempre atractiva, a sus no sé cuantos años- o Roger Moore, que pronto tendrá 90 o 100 años, pero sigue siendo un hombre que hace soñar a las chicas un poco más jóvenes. Tras esos guiños a la tercera edad que toma el sol en las terrazas de las piscinas del Hermitage o el Hotel de París -en Mónaco, solo van a la playa los “pobres”-, la vieja y siempre dorada ciudad de los Grimaldi sigue siendo un lujo atractivo para directores de cine o cantantes como Claude Lelouch, Madonna, Cécile de Ménibus, Anouchkha Delon, y el largo rosario de los novios no siempre reconocidos de las nietas de Carolina.
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ABC,17agosto 2012.
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