Imprescindibles para sobrevivir
Una lección editorial, de Gallimard a una gran mayoría de editores españoles.
[ .. ]
Mientras las grandes editoriales españolas compiten en la compra de derechos de best-sellers anglosajones, la más influyente de las editoriales francesas, Gallimard, prefiere rescatar a los grandes clásicos españoles para celebrar culturalmente la inmensa catástrofe de la Primera guerra mundial (1914 – 1918).
Gallimard presenta como un acontecimiento su edición bilingüe de un clásico canónico del periodismo español, Un día de guerra (1916 – 1917), de don Ramón María del Valle-Inclán, traducido y presentado con mucho rigor por François Géal.
El periodismo moderno comienza en lengua española con las crónicas de Corpus Barga, Gaziel, Azorín y Valle-Inclán, escritas desde París, la gran mayoría, contando la primera “guerra civil entre los pueblos europeos” (Ernst Nolte dixit) del siglo XX, en un tono periodístico y literario que rompía con todos los cánones decimonónicos.
Hubo otros grandísimos periodistas y escritores (Baroja, Pla, entre tantísimos otros) que también escribieron distintos capítulos de esa misma historia, por reconstruir. Pero, en el terreno estrictamente periodístico, las obras de Corpus Barga, Gaziel, Azorín y Valle-Inclán tienen unas proporciones muy fuera de lo común.
Corpus Barga (Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna) es uno de los patriarcas fundadores del periodismo moderno, en lengua castellana. Gaziel (Agustí Calvet) quizá sea el periodista catalán más importante del siglo XX (Pla es otra cosa). Las crónicas de Azorín sobre la guerra del 14 (publicadas en ABC) son uno de los pilares de la prosa castellana moderna. Las crónicas de Valle-Inclán, escritas en Madrid (la mayoría), tras un viaje a París y los frentes aliados de la guerra, son una encrucijada periodística y artística excepcional.
Recordando esa evidencia, Gallimard ha decidido rescatar Un día de guerra (que da nombre a dos libros distintos y complementarios, La media noche y En la luz del día) por considerar que esas crónicas sobre la primera de las grandes crisis agonales de Europa, a principios del siglo XX, son un testimonio excepcional, entre las grandes literaturas europeas de su tiempo.
Dicho de otro modo, mientras los grandes grupos españoles recurren a los best-sellers anglosajones para hacer caja, la gran editorial de referencia francesa prefiere defender los grandes clásicos (español, en este caso) para intentar comprender un acontecimiento histórico de primera importancia.
Mientras los clásicos españoles, testigos y cronistas de una guerra pavorosa, Corpus Barga, Gaziel, Azorín y Valle-Inclán, en este caso, vegetan en un piadoso olvido, melancólico e ignorante, Gallimard se apresura a reinstalar a algunos de ellos (Valle-Inclán) en el gran canon continental de los clásicos indispensables para comprender una de las catástrofes donde se funda nuestra modernidad.
En ese marco, el trabajo pedagógico de François Géal contribuye a comprender la importancia esencial de las crónicas de Valle-Inclán sobre las trincheras y los distintos frentes de la guerra.
Mientras los editores españoles se obstinan en descubrir mediterráneos alemanes, anglosajones, franceses, suecos y / o guatemaltecos, Gallimard les recuerda la tarea primera y esencial del trabajo cultural del editor: dar visibilidad de las obras de creación que nos ayudan a comprender quienes somos, de donde venimos y hacia donde pudiéramos ir. Si es que vamos a alguna parte.
Leyendo originalidades suecas, parisinas o californianas, nos creemos “modernos” y esas cosas. Ofreciendo a sus lectores una edición bilingüe de una obra básica de Valle-Inclán, Gallimard propone algo bastante más profundo y esencial que “modernidades” (sic): una obra de formación cultural básica, que permite comprender el puesto de Valle-Inclán entre los grandes clásicos europeos de su tiempo.
En la obra de Valle-Inclán, Un día de guerra es una obra contemporánea de La lámpara maravillosa (1916), la primera síntesis entre el primer Valle-Inclán (modernista, estetizante) y el Valle-Inclán definitivo del esperpento. En las trincheras y en su experiencia en un avión militar, Valle-Inclán aprendió cosas que contribuyeron a modificar su visión del mundo y su arte de escribir.
La edición francesa de Un día de guerra permite comprender la actualidad inmensa de tales cuestiones, no solo “estéticas” y “literarias”. Los aldabonazos de las guerras que golpean en todas las fronteras de Europa nos recuerdan a toda hora la gravedad esencial de esos dilemas morales, periodísticos y culturales, que un editor francés no aconseja no olvidar, ante el sonambulismo patrio.
[ .. ]
[ .. ]
El Imparcial 14 octubre 1916.
[ .. ]
Maurice Barrès, L’âme française et la Guerre, 1915 – 1920
Irene says
Gran post, imprescindible para sobrevivir
Feliz 15 !
JP Quiñonero says
Gracias, Irene, Graciasssss… Feliz y venturoso año, para ti y los tuyos,
Q.-