Gran respeto, oigan.
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Claude Durand nació el 9 de noviembre de 1938 en (Livry-Gargan) y ha muerto el 7 de mayo en París. Editor, traductor (español y francés), escritor, polemista, consiguió dejar una huella personal en el mundo feroz de las editoriales y las mafias culturales parisinas.
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Nacido en el seno de una familia modesta, educado en los colegios e institutos de la periferia parisina, comenzó su carrera de editor en la adolescencia: copiaba Los miserables de Víctor Hugo en sus cuadernos escolares, editando sus copias originales con la pasión caligráfica y tipográfica de un editor y corrector de autores en busca de edición.
Maestro y profesor, durante su primera juventud, ponía como ejercicio, a sus alumnos, la escritura de una novela, durante todo el curso escolar.
Con esos antecedentes, comenzó a trabajar muy pronto como lector y editor en Seuil, cuando esta editorial encarnaba una suerte de modernidad muy años 60 del siglo pasado. Pronto pasó a Grasset y Fayard, la gran editorial de su vida.
Por las mismas fechas que Carlos Barral rechazaba el original de Cien años de soledad de Gabriel García Marquez, Claude Durard se apresuró a traducir personalmente ese libro todavía desconocido, convirtiéndose inmediatamente en uno de los editores que lanzó internacionalmente a su autor. Ese fue su primer aldabonazo: descubrir a un gran escritor que no era francés, y lanzarlo con entusiasmo contagioso, cuando el más famoso de los editores españoles de la época rechazaba esa misma obra maestra.
Pocos años más tarde, Claud Durand dio otro aldabonazo mundial, editando y revisando la traducción francesa de El archipiélago Gulag, de Aleksandr Solzhenitsyn, cuando la intelligentsia de izquierdas continuaba dominada por los comisarios políticos comunistas. En París y en Madrid, la inmensa mayoría de las mafias intelectuales estaban dominadas o influenciadas por el PCF y el PCE. La publicación del libro de Solzhenitsyn fue recibida con una campaña sencillamente odiosa, en la que participaron muchos de los más influyentes escritores de la época. Claude Durand lanzó y defendió a Solzhenitsyn, con una gallardía de gentleman dispuesto a defender causas perdidas.
Durand ganó históricamente aquella batalla. Y siguió su ruta de gran editor libre, independiente, solitario, presto a defender las causas más peligrosas. Él publicó el libro que desenmascaró el pasado ultraderechista de François Mitterrand. Él publicó el libro vitriólico que contaba negras historias sobre el comportamiento mafioso del vespertino Le Monde.
Siguieron muchas y épicas batallas. Lanzar al primer Michel Houellebecq. Denunciar el comportamiento mafioso de los premios literarios franceses, que él mismo terminó utilizando, en su favor. En un mundo editorial finalmente controlado por varios grupos industriales, Claude Durand consiguió imponer su “firma”, su personalidad, su talento, su generosidad truculenta, en varias lenguas. Terminaron imponiéndole una jubilación (a los 71 años) en la que él no creía. Consiguió salvar su despacho sin cargo, desde donde respondía al teléfono con una generosidad de otra época, contando historias truculentas de unos rivales que lo temían y admiraban. Errante en la geografía celeste de las estrellas, hay quien lo ha visto editando con admiración la gran novela de la próxima “rentrée”.
Recuerdo de Maurice Nadeau, editor de genio.
Medidas para ayudar al libro y la lectura.
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