Rue Saint-Guillaume, 20 abril 2016. Foto JPQ. “La ministra se equivoca de guerra”.
Tormenta en un vaso de agua, con cierto calado de fondo.
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La celebración no del todo humorística de un Hijab Day (Dia del velo islámico) en la sede central del influyente Institut d’études politiques de Paris (IEP de Paris), designado familiarmente por el apócope Sciences Po, ha abierto un nuevo frente de imprevisibles tensiones y debates a flor de piel.
No es un secreto, desde hace años, que en Sciences Po estudian muchas chicas jóvenes (francesas, magrebíes, musulmanas de muy diverso origen) que usan a diario velos islámicos de sedas y paños de calidad. No en vano, Sciences Po es una institución elitista donde se han formado muchas generaciones de dirigentes nacionales. Las musulmanas que estudian en Sciences Po pertenecen a familias de las clases más adineradas, en Francia, el Magreb y Oriente Medio.
Cuando, hace días, la ministra de los derechos de la mujer, Laurence Rossignol, comparó a las mujeres que llevan velo con las mujeres negras sometidas a la esclavitud, en el siglo XIX, las chicas musulmanas o emparentadas que estudian en Sciences Po pusieron el grito en el cielo. Y decidieron organizar un Hijab Day (Día del velo islámico) a la entrada de la institución, a setecientos metros de la iglesia de Saint-Germain-des-Pres, una de las esquinas inmobiliarias más caras de París, con mucho.
Dicho y hecho. Una docena de chicas de muy buen ver, tocadas con sus finísimos velos multicolores, pusieron un puesto con velos de todos los colores, invitando a musulmanas y no musulmanas a ponerse el velo por un día, con el fin contestar “humorísticamente” las declaraciones de la ministra Rossignol.
Durante varias horas, partidarios y adversarios del velo han discutido en un tono “relajado”, en el interior del edificio de Sciences Po y en la calle, a trescientos metros de la lujosa sede parisina de Ralph Lauren, el modisto norteamericano, instalado en un palacete noble del siglo XVII.
A juicio de las organizadoras del Hijab Day (Dia del velo islámico) la jornada ha sido un “éxito”, poniendo de manifiesto que hay “velos y velos”. Los adversarios del velo islámico han contestado la iniciativa, reconociendo que, en verdad, el velo islámico quizá sea un problema de fondo en los suburbios, en la banlieue. Problema de fondo muy alejado e invisible en las selectas aulas de Sciences Po.
Tormenta en un vaso de agua, decía, en un terreno complejo de inmenso calado:
El cuerpo y la sexualidad de las mujeres árabes / musulmanas: ni putas ni sumisas.
Estudiante kuwaití en París, en bicicleta.
Chicas musulmanas, sauditas, comprando bañadores en Barcelona.
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