Arenys de Mar, 2 agosto 2014. Foto JPQ.

… solo pueden gobernar al frente de provisionales mayorías políticas a geometría variable, con proyectos económicos incompatibles / antagónicos.

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En París, Liberation afirma que la “aprobación” de una reforma laboral por decreto deja al descubierto la balcanización / fragmentación de las izquierdas y el socialismo francés: 49.3, la fracture sociale au PS.

Tras esa realidad parlamentaria, provisional y aleatoria, una realidad ideológica y cultural de fondo: en la mayoría parlamentaria de Hollande cohabitan a garrotazos apenas encubiertos proyectos económicos enfrentados. Los protagonistas de ese duelo a garrotazos apenas velado solo están “unidos” por el miedo a perder un poder hipotecado a la gestión cainita de la crisis.

En lo esencial (política económica), esa “fractura social” del socialismo y las izquierdas francesas es muy semejante a la fractura que ara detecta en la cúspide del poder político catalán y describe de este modo:

«No és un bon senyal que un govern dirimeixi en públic les seves dissensions, i encara menys que ho faci sobre una qüestió tan cabdal com els impostos. L’episodi que es va produir ahir, amb el president Carles Puigdemont desautoritzant el secretari d’Economia, Pere Aragonès, perquè havia anunciat un augment de l’IRPF a les rendes altes -i, per tant, desautoritzant també d’alguna manera el número dos de l’executiu i líder d’ERC, Oriol Junqueras-, deixa tocada la cohesió del Govern [ .. ] Puigdemont i Junqueras [ .. ] estan posant en perill tres coses: l’estabilitat del Govern, la ja de per si prou difícil viabilitat del procés i la despesa social…» El perill de debilitar el Govern i el procés.

Las negritas son mías.

A esa división de fondo en la cúspide del ejecutivo catalán quizá sea razonable añadir una división social que Joan Tapia describe de este modo: «ERC ganaría con claridad las elecciones, pero la mayoría de los catalanes no secunda la hoja de ruta de Junts Pel Sí de la independencia en 18 meses».

La “independencia” de Puigdemont y el “socialismo” de Hollande quedan hipotecados a volátiles y aleatorias mayorías parlamentarias fragmentadas por nuevas fracturas ideológicas, que también tienen una dimensión europea, claro está:

Europa, España, Grecia y Cataluña tienen un problema común.