Imprescindibles para sobrevivir
Borges murió hace treinta años.
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Dos días más tarde, escribí esta necrológica: “¿En cuál de mis ciudades moriré?” / “¿En cuál de mis ciudades moriré?”.
Su obra ocupa un puesto central en la historia de mi formación intelectual: Los conjurados, capítulo 39 de mi Retrato del artista en el destierro.
Antonio Machado, Borges, nosotros y nuestros muertos.
Borges resucita en francés.
Borges, desde París, forever.
María Kodama y la memoria de Borges, secuestrada por un loco.
Borges, Cortazar, la pérdida del Nobel, los Beatles, por María Kodama.
Baroja, Picasso, Lorca, Borges, Neruda, Alberti, juntos en una película.
Ricardo Lanza says
¿Se quedan los muertos más solos al no conservarlos en nuestros recuerdos?, ¿somos nosotros quienes sufrimos su ausencia al saber que no están donde queremos? A veces, temo encumbrar al héroe, alzarle sobre el resto de las personas, ver y sentir al artista, al sabio y al guerrero reconocidos como segura justificación de la humanidad, de su devenir con todas las consecuencias. Quedo en eso perplejo, estimado.
JP Quiñonero says
Ricardo,
La legendaria Égloga da respuesta a todo eso: «… aquel sonido
hará parar las aguas del olvido…». El mismo Borge escribió un poema a la memoria del Evangelio de Juan que quizá sea, con el Fedro, la fuente de agua virginal…
Q.-
Ricardo Lanza says
¿Quién fue Juan, estimado? ¿Cómo escribió su evangelio? ¿Qué pretendió decir en él? Dentro de esa belleza mística y mítica hay mucho de amenaza, de castigo, de incertidumbre aterradora, de libro sagrado temible. Sus notaciones peligrosas celan, a veces, su hermosura, dejan abierta una incógnita que ninguna matemática ha sido capaz de resolver; pero estamos en el tiempo de los fractales y los algoritmos, de la física de partículas, ¿tendrán algo -o mucho- que ver con el excelso poema juaniano?, ¿habrá Clave en ellas?
JP Quiñonero says
Ricardo,
Bueno… no estoy nada por lo esotérico, oye. Quizá el Juan evangelista fue uno o varios, más bien varios, claro. El Apocalipsis de Juan lo pondría en otra estantería.
Dicho eso… tampoco soy aficionado a «claves» o «Claves» o como quieras. Prefiero algo mucho más material: el Logos / Verbo que se hace carne no tiene nada de oculto; pasa por la fe en la palabra y la comunión de las palabras, en el lecho… un lecho cuya mística pasa por la carne y el origen del mundo. No hay nada más espiritual que la carne venía a decir Antonin Artaud, a su manera,
Q.-