Bakio, 25 diciembre 2018. Foto JPQ.
Cuando despierta el día, la luz ilumina todas las cosas con sus gracias, decía.
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Bakio, cuando despierta el día.
En el caso de Bakio, los historiadores del arte recuerdan la importancia de El aldeano de Bakio, iluminando la sociedad rural que había comenzado a afrontar el desafío saturnal de la urbanización e industrialización de Euskadi.
Apenas medio siglo más tarde, Blas de Otero recuerda la lluvia cayendo sobre la playa de Bakio, considerándose víctima de la desposesión de la lengua de sus antepasados:
Euskera egin dezagun
Al nacer, lo primero que hicieron fue cercenar
me la lengua.
Me dieron el cambiazo.
Yo provengo del Valle de Orozco y del Duranguesado.
Tenía perfecto derecho a disponer del idioma
de mis antepasados.
El que oía a mi abuela entre los manzanos y
cerezos
de la huerta.
Protesto.
Yo reclamo una letra impagada
Muy pocos años más tarde, el 15 de mayo de 1963, la Oración por un Gudari de Txabi Etxebarrieta anuncia una inconclusa tragedia:
Borracho,
con los ojos grises en las nieblas,
ya no me marcho de estas tierras
ya no puedo
ya he muerto en el robledal de la sierra
en el trigal y el riachuelo
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en la misma Gernika
caí yo, de vivo a muerto.
Solo en los sembrados, no nacidos,
hay algo
…que yo espero.
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El aldeano de Bakio (1888), de Adolfo Guiard (1860-1916) óleo sobre lienzo de 127 x 76,2 cm. Colección particular de California.
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