Madrid, Plaza Mayor, estatua de Felipe III. ¿? Foto Alfonso.
A través de la mirada de Fortunata, Galdós se sirve de la nieve, una gran nevada, en la madrileña Plaza Mayor, para culminar su viaje a las fuentes bautismales de un rosario de catástrofes castizas …
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… la Revolución de 1868, el reinado de Amadeo I, la Primera República, los golpes militares de los generales Pavía y Martínez Campos, la Restauración … tragicomedias esperpénticas que Fortunata nos ayuda a comprender a través de sus prolijas desventuras amorosas, contempladas accidentalmente desde una ventana de la Plaza Mayor, nevada:
“Una mañana, al levantarse, vio que había caído durante la noche una gran nevada. El espectáculo que ofrecía la plaza era precioso; los techos enteramente blancos; todas las líneas horizontales de la arquitectura y el herraje de los balcones perfilados con purísimas líneas de nieve; los árboles ostentando cuajarones que parecían de algodón, y el Rey Felipe III con pelliza de armiño y gorro de dormir. Después de arreglarse volvió a mirar la plaza, entretenida en ver cómo se deshacía el mágico encanto de la nieve; cómo se abrían surcos en la blancura de los techos; cómo se sacudían los pinos su desusada vestimenta; cómo, en fin, en el cuerpo del Rey y en el del caballo, se desleían los copos y chorreaba la humedad por el bronce abajo. El suelo, a la mañana tan puro y albo, era ya al mediodía charca cenagosa, en la cual chapoteaban los barrenderos y mangueros municipales, disolviendo la nieve con los chorros de agua y revolviéndola con el fango para echarlo todo a la alcantarilla. Divertido era este espectáculo, sobre todo cuando restallaban los airosos surtidores de las mangas de riego, y los chicos se lanzaban a la faena, armados con tremendas escobas. Miraba esto Fortunata, cuando de repente… ¡ay, Dios mío!, vio a su marido; era él, Maximiliano, que entraba en la plaza por el arco del 7 de Julio, y tuvo que retroceder saltando más que de prisa, por- que el chorro de agua le cortó el paso. Instintivamente se quitó la joven de su ventana; pero después se volvió a asomar, diciéndose: “Si aquí no puede verme… Lo que menos piensa él es que está tan cerca de mí… Vamos; da la vuelta… Se ha metido por los soportales. Sin duda va al café de Gallo a reunirse con su hermano, la otra cabeza de campanario. ¿Pero cómo es que le dejan salir solo? ¿Se habrá puesto bueno? ¿Estará mejor? ¡Pobre chico!…”… Fortunata y Jacinta (1887).
Filomena y sus estragos en el canon literario español, Ramón Gómez de la Serna.
Goya.
Jose says
El ruiseñor aterido por el frío sin lengua ni canta ni se queja pues se ha vengado de aquellos que lo ningunearon lo forzaron a cantar cuando no quería lo despreciaron …cae al suelo y no se levanta no es una ave Fénix. Filomena no alegra la ciudad con sus cantos ha perdido las ganas de romper el silencio oscuro . Tampoco puede. En el suelo de la jaula está Filomena.
JP Quiñonero says
Jose,
Bella historia…
Q.-
Fina says
Pepe,
Es una lástima que el ruiseñor no pueda renacer y emprender el vuelo renovado como el Ave Fénix…
En fin, si pudo gozar cantando libre en alguna ocasión, su existencia ya habrá tenido sentido…