Rue Henri-Chevreau, 27 marzo 2021. Foto JPQ.
La pandemia ha acelerado dos procesos históricos paralelos: hundimiento de las izquierdas y hundimiento de los partidos políticos tradicionales, convirtiendo el paisaje político francés en un campo de ruinas donde solo “sobreviven” Emmanuel Macron, jefe del Estado, y Marine Le Pen, presidenta de “Agrupación Nacional” (AN).
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El hundimiento de las izquierdas comenzó hace más de diez años, pero catorce meses de crisis sanitaria han acelerado el hundimiento de los dos grandes partidos históricos, PS y PCF.
El hundimiento de los partidos políticos tradicionales comenzó a ser perceptible hace poco menos de diez años, pero la pandemia, los escándalos y la “fuga de cerebros” han hundido a los partidos de izquierda y derecha a un nivel de incertidumbre sin precedentes.
Primera constatación aritmética: en 1992, PS, PCF, extrema izquierda y ecologistas sumaban un 44,67 % de los votos en las elecciones regionales de aquel año. Casi media Francia votaba a las izquierdas Meses más tarde, en las elecciones legislativas de 1993, todas las izquierdas sumaban un 39 % de los votos nacionales.
Veintiocho años más tarde, las izquierdas francesas se encuentran caídas en el hoyo más negro de su historia: comunistas, socialistas, ecologistas y extrema izquierda, juntos, apenas tienen las mismas intenciones de voto que la extrema derecha, en la perspectiva de las próximas elecciones presidenciales.
La mejor candidata a la candidatura del PS, Anne Hidalgo, apenas tiene un 8 % de intenciones de voto.
Fabien Roussel, candidato del PCF, tiene un 2 % de intenciones de voto. Jean-Luc Mélenchon, candidato de La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista), tiene un 8 %. Yannick Jadot, candidato de Europa-Ecología-Los Verdes (EELV), tiene un 10 %. Y otro candidato de extrema izquierda, todavía por designar, pudiera tener un 1 %. Todos esos votos de todas las izquierdas suman un 29 % de intenciones de voto en la primera vuelta de la elección presidencial. Ella sola, Marine Le Pen, candidata de la extrema derecha, tiene entre 27 y 29 %.
Se trata de una novedad histórica, sin precedentes: todas las izquierdas, juntas, apenas tienen las mismas intenciones de voto que la extrema derecha. Menos de un tercio de los franceses votan a las izquierdas, cuando la extrema derecha tiene el voto mayoritario de los obreros.
Esa es la realidad demográfica, que puede matizarse y evolucionar. Pero se trata de un proceso histórico que viene de muy lejos y parece irreversible.
El PCF fue, hace décadas, el partido dominante de la izquierda francesa, la segunda fuerza política nacional. Hoy, el comunismo francés es un fantasma, y el antiguo partido dominante se ha convertido en un grupúsculo, con dirigentes desconocidos, sin ideas, sin influencia política ni militantes. Con 8 diputados (entre 577 de la Asamblea Nacional) y un 2 % de intenciones de voto en las próximas elecciones presidenciales, el comunismo es víctima de una decadencia absoluta.
El PS se convirtió en 1981 (llegada al poder de François Mitterrand) en el partido dominante en la izquierda francesa. Entre 1983 y 2012 (elección de François Hollande), el socialismo francés vivió sucesivas crisis. La presidencia Hollande le dio una puntilla feroz, aceleró sus divisiones entre “izquierdas irreconciliables” (Manuel Valls dixit) y aceleró una crisis fatal. Sus cuadros y personalidades históricas han desaparecido. El PS se encuentra sin ideas, sin proyectos, sin líderes reconocidos. Su mejor candidata a la candidatura presidencial, Anne Hidalgo, alcaldesa de París, apenas tiene un 8 % de intenciones de votos. El 2002, Jean-Marie Le Pen eliminó al candidato socialista a la presidencia, Lionel Jospin. Veinte años más tarde, la candidata socialista tiene 20 puntos menos de intenciones de voto que Marine Le Pen. Con 29 diputados y 8 % intenciones de voto nacionales, el socialismo vive una crisis mortal para sus ideas.
A la extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon lleva diez años aspirando a salir de su gueto extremista, con simpatías hacia los regímenes caribeños, bolivarianos y venezolanos. Sus aspiraciones al liderazgo de “todas” las izquierdas se estrellan sistemáticamente contra el muro y el techo de su insignificancia gesticulante. Con 18 diputados y 8 % intenciones de voto nacionales, la extrema izquierda no sale del hoyo.
A la izquierda ecologista, Europa Ecología Los Verdes (EELV) intenta desde hace años crear un “frente común de izquierdas”. En vano. Durante la pandemia, los ecologistas han promovido un rosario de negociaciones, que siempre han fracasado y han vuelto a aplazarse hasta el otoño que viene. La izquierda francesa no solo está hundida históricamente: también está dividida, a la manera de un “puzzle” inestable. Con 11 diputados y un 10 % de intenciones de voto nacionales, los ecologistas no salen de su condición grupuscular.
Gail Brustier, ensayista, autor de varios estudios de referencia, resume la crisis de las izquierdas francesas de este modo: “Lo que dicen todos los estudios sociológicos es bien conocido: el electorado de todas las izquierdas suma, en conjunto, más o menos lo mismo que el electorado de la extrema derecha. Esa realidad parece confirmar que la izquierda francesa prosigue su viaje al abismo. Hace mucho que la izquierda perdió a las clases populares. Ese proceso se inició hace cuarenta años. A partir de 1978, los obreros se refugiaron en la abstención o comenzaron a votar a la derecha y la extrema derecha. La construcción política de Europa y la desindustrialización acentuaron ese alejamiento de las clases populares de la izquierda. Desde hace algún tiempo, se ha agravado el proceso, coincidiendo con la pandemia: la hiper politización retórica, la violencia de las palabras sin relación concreta con la realidad, los conceptos esotéricos sobre cuestiones raciales, la violencia de los juicios sumarísimos, han acelerado el alejamiento de las izquierdas de la realidad del hombre de la calle”.
A la derecha, los escándalos protagonizados por Nicolas Sarkozy, ex presidente, y François Fillon, ex primer ministro, durante los últimos quince años, hundieron la herencia histórica del general de Gaulle y sus sucesores, Valery Giscard d’Estaing y Jacques Chirac.
Chirac fue el primer presidente de la V República condenado judicialmente por los escándalos y corrupción durante su paso por la alcaldía de París. Fillon se cotizaba como candidato “seguro” a la presidencia de la República, el 2017, hasta que, meses antes de la primavera vuelta, se descubrió que el candidato conservador a la presidencia había ofrecido a su esposa e hijos empleos ficticios para cobrar millones de euros de manera perfectamente ilegal.
Eliminado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 2017, Fillon hundió al centro derecha en una crisis todavía irresuelta. Elegido presidente, Emmanuel Macron se rodeó de ministros conservadores (jefe de gobierno, economía, interior, entre otros), privando al centro derecha de personalidades influyentes.
En crisis, desde hace cuatro años, “Los Republicanos” (LR, el último partido histórico de la derecha tradicional) contaban con Nicolas Sarkozy para “plantar cara” a Macron y retomar la “bandera” de la “auténtica derecha”. Esperanza fallida. A primeros de marzo, La trigésima cámara correccional del Tribunal de París condenó a Nicolas Sarkozy, expresidente de la República, a un año de prisión firme y dos con remisión de pena, culpable de delitos de corrupción y tráfico de influencias. Bombazo político excepcional. Sarkozy recurrirá, amenaza con presentar su caso ante el Tribunal de Justicia Europeo. Pero todavía le quedan muchas “cacerolas” por juzgar. Y esa nube tóxica del líder más carismático de la derecha francesa deja “huérfano” a su partido, “Los Republicanos”, donde varios aspirantes se disputan la candidatura a la candidatura presidencial. Con esperanzas muy modestas. Xavier Bertrand y Valérie Pécresse esperan representar a la derecha tradicional, contra Macron. Al día de hoy oscilan entre un 10 y un 15 % de intenciones de voto. Con esas perspectivas y 104 diputados, el centro derecha, la derecha tradicional, se encuentra el nivel más bajo en la historia de la V República.
¿Qué ha ocurrido en Francia? ¿Qué queda, tras el hundimiento histórico de las izquierdas y los partidos políticos tradicionales..?
Gilles Finchelstein, delegado general de la Fundación Jean-Jaurés, analiza la crisis global de este modo: “Con la elección de Emmanuel Macron, se esperaba una “recomposición” del paisaje político nacional. Pero, finalmente, la recomposición sigue empantanada. El partido del presidente no tiene implantación nacional. Tras las crisis de los “chalecos amarillos”, entre el 2018 y el 2019, y la crisis del Covid, desde primeros del 2020, la opinión pública se ha refugiado en una suerte de apatía. Las antiguas divisiones de izquierda y derecha han dejado de funcionar. A la pregunta “¿de qué partido se siente más próximo o menos alejado?” Una gran mayoría de franceses responden: “De ninguno”.
A finales de junio se celebrarán elecciones departamentales y regionales. Serán un indicador. Izquierda y derecha de provincias volverán a ser mayoritarias. Pero los departamentos y regiones franceses tienen muy poco poder y muy poca influencia en la política nacional. Esa Francia profunda está dominada por una clase política provinciana. El poder político nacional, en Francia, está en el Elíseo (presidencia de la República) y en la Asamblea Nacional (AN). Ante esa realidad, absoluta, Emmanuel Macron y Marine Le Pen dominan hoy toda la escena nacional.
¿Qué puede ocurrir?
Al día de hoy, Macron se cotiza como candidato vencedor, dentro de doce meses. Por vez primera en la historia, no puede excluirse la victoria “sorpresa» de la candidata de extrema derecha. No es probable pero es posible, si la abstención y las izquierdas apoyan la derrota final de Macron.
¿Hay otros escenarios?
Es lo que esperan la opinión pública, el centro y la derecha. La aparición de un candidato emboscado que se “descubra” el verano o el otoño que viene, para presentarse como alternativa creíble a Macron. Édouard Philippe, ex primer ministro de Macron, y Michel Barnier, ex ministro de Chirac, son, por ahora, los primeros candidatos a la gran sorpresa. Veremos. Todo puede cambiar, claro. ABC, Las izquierdas y los partidos tradicionales se desmoronan en Francia.
Macron, al timón de una Francia a la baja, con rumbo desconocido, el Año nuevo del coronavirus.
Jose says
Muy bueno tu artículo de la política francesa actual. Sin partidos vamos a un modelo de democracia orgánica católica universal a la española de los últimos ochenta o noventa años. Democracia de amigos y enemigos democracia de casino democracia de élites y pueblo llano democracia de ricos y pobres democracia cínica…. es una nueva época como la helenística sin polis sin familia sin política solo amigos pero como diría Diógenes tampoco hay amigos solo mascotas . Cuando más conozco a los hombres más quiero a mi perro hoy más quiero a mi muñeca o a mi robot. Cada vez más gente tirada debajo de los puentes en las calles en los suburbanos en sus propios habitáculos …no esperan la salvación colectiva sólo la individual en la republica universal de los nuevos Alejandros musulmanes católicos judíos budistas o militares. Todos hacia el imperio de las cosas .
JP Quiñonero says
Gracias, Jose, graciassssss …
Esa es la situación francesa… quizá la situación en Madrid, Andalucía, Valladolid o Pamplona sea un poco diferente. No se. Esta mañana vi un titular de una política profesional española que hacía esta confesión: «Me duran más los perros que los hombres…»
Q.-
Antonio Rubio Plo says
¿Macron o Le Pen? ¿Quién es nuestro enemigo? Se preguntarán Los Republicanos. Alguien del PP me dijo que el macronismo era un invento del socialismo para hundir al centro derecha. Una exageración, sin duda. Pero hoy en día se tiende a exagerar, a simplificar, a limar aristas para que las elecciones sean planas. O conmigo o contra mí. No solo pasa en Francia. En la política de hoy están mal visto los matices. Si Le Pen venciera por el odio a izquierda y derecha a Macron, que prefirieran aserrar la rama aun a riesgo de caerse ellos, ¿qué sucederá? Nuestro admirado Nicolas Baverez no lo ve imposible. La derrota de Júpiter, del joven Bonaparte, de Julien Sorel, o como se le quiera llamar, sería un castigo a su soberbia. Supongamos una victoria por la mínima de Marine Le Pen. ¿Habría en junio de 2022 una mayoría en la Asamblea Nacional de RN? Siempre se dice que las elecciones parlamentarias son un calco de las presidenciales, sobre todo desde que se celebran inmediatamente después. ¿Podría darse la circunstancia de que los electores, asustados por el cataclismo, dieran una mayoría a LR/LREM, y ello diera lugar a una cohabitación como las que había hace veinte años o más? ¿Te imaginas a Marine Le Pen de presidente y a Enmanuel Macron de primer ministro?
Si puedes explicarme, Juan Pedro, por qué este escenario es factible o es una fantasía, te lo agradezco. Creo que tienes experiencia más que suficiente para exponer todos los matices.
Y suponiendo que haya una mayoría en la Asamblea de RN, ¿habría cinco años de trumpismo francés o habría en las filas del partido alguien con el suficiente realismo que no pensara en el Frexit, o cómo se llame eso?
Te he planteado muchas preguntas, quizás propias de un futurólogo.
Gracias. Un abrazo.
JP Quiñonero says
Antonio,
En el PP siempre han sido arcaicos y han estado fuera de juego, o peor, en la escena europea. Aznar consiguió aislar al conservadurismo español de todas las corrientes del conservadurismo europeo: ahora, temo que peor.
Decir que “… el macronismo es un invento del socialismo para hundir al centro derecha…” es algo peor que una estupidez: una muestra de patética ignorancia. Terrible, por otra parte.
Sobre el resto …
Francia es hoy conservadora o muy conservadora … Y Macron integró en su equipo a buena parte de la mejor elite del conservadurismo francés: sus primeros ministros han sido figuras eminentes próximas a Sarkozy y Alain Juppé, su ministro de economía es un conservador muy católico practicante, su ministro del interior fue portavoz oficial de Sarkozy, su jefe de Estado mayor va a misa dos o tres veces por semana…
Hacer previsiones, hoy, de lo que pudiera ocurrir dentro de un año NO tiene mucho sentido. Ningún sentido.
Lo “normal” es que hacia el verano o el otoño que viene aparezcan una o dos candidaturas a la candidatura … a partir de ahí, el paisaje puede evolucionar.
Lo esencial se jugará en el terreno de la seguridad interior. Las medidas que está tomando Macron son más conservadoras que las que tomaban Chirac y Sarkozy.
Hundidas las izquierdas a un nivel históricamente patético, el duelo final se jugará entre conservadurismo abierto a Europa y el mundo y conservadurismo nacionalista o ultra nacionalista.
Al día de hoy, Marine Le Pen no es creíble. Cuenta con mucho voto de protesta: pero poco voto de confianza.
Puede ser elegida pero es improbable: es la fórmula canónica de todos los analistas franceses.
De momento, lo única sensato es esperar para ver,
Q.-
Fina says
¡En este INFIERNO se aprenden tantas cosas! Hasta nos ponemos al día de la política francesa actual…
A ver, a ver… con qué tema nos sorprendes mañana, Quiño.
Gracias por tu tiempo y dedicación.
JP Quiñonero says
Fina,
Con esos negocios políticos me gano la vida, mal que bien, qué quieres…
Q.-