Gare Saint-Lazare, 5 noviembre 2021. Foto JPQ.
Escalera que conduce a la Línea J (París – Normandie), donde se toma el «tren de los impresionistas».
[ .. ]
El aniversario de la degollación de Samuel Paty (1973 – 2020), víctima de un asesino terrorista islámico, refugiado ruso / checheno, en las inmediaciones de una escuela de Conflans-Sainte-Honorine (36.000 habitantes), a una hora al oeste de París, ha confirmado la conversión de las escuelas y colegios de la banlieue, los suburbios de la capital, en un archipiélago de campos de minas, transformado el departamento parisino en el más peligroso de Francia.
El 16 de octubre del 2020, Abdoullakh Anzorov (18 años), ciudadano ruso de origen checheno, beneficiándose oficialmente del estatuto administrativo de refugiado político, decapitó a Paty, profesor de historia, a la salida de su escuela.
El asesino fue abatido a tiros por la policía, pocas horas más tarde, en un pueblo muy próximo. Con una rapidez excepcional, los jueces antiterroristas pudieron reconstruir muy parcialmente la historia personal del asesino y un arco iris de complicidades de muy diversa índole. Varios amigos y conocidos del criminal fueron detenidos e inculpados. El crimen dividió profundamente a la comunidad chechena refugiada en Francia. El islamista fue enterrado en su patria natal recibiendo honores «nacionales».
Paty, por su parte, había sido víctima de una campaña de odio y amenazas físicas, acusado de «manipular» unas caricaturas de Mahoma en una clase mixta de adolescentes de 13 a 15 años. Una niña, X* Chinna (13 años), lo acusó de «anti musulmán» entre sus amigos y redes sociales. El padre de la niña, Brahim Chinna, organizó una campaña muy violenta contra Paty, apoyado por un personaje de extrema izquierda islamista, Abdelhakim Sefrioui.
Chinna y Sefrioui fueron detenidos y encarcelados con cierta celeridad, acusados oficialmente por «denuncias calumniosas» y eventual «complicidad en asesinato terrorista». X* Chinna, la niña que precipitó la tragedia con sus acusaciones, y otros seis jóvenes de su edad, fueron detenidos y acusados del mismo delito. Tras varias semanas de interrogatorios, la niña terminó confesando a la policía que había mentido: el baño de sangre de una decapitación terrorista islámica había sido la consecuencia última de las mentiras y acoso de una niña de 13 años y cinco de sus amigos…
Un año más tarde, el aniversario de la muerte de Samuel Paty se ha celebrado con mucho pudor, recogimiento y angustia contenida. La investigación policial y judicial, en curso, sobre la niña, sus amigos, su padre y su «colega» está iluminando un paisaje mucho más inquietante, si cabe, que la «mera» decapitación de un profesor, víctima de un criminal islamista.
La detención de seis jóvenes menores de edad, de 13 a 15 años, implicados directamente en un crimen terrorista era y es una novedad relativa. ¿Qué hacer jurídicamente con los menores de edad en un caso de terrorismo..?
Un portavoz oficial del ministerio de Justicia me comenta la situación de este modo: «Según el Código penal, los menores también deben responder de sus actos. La primera medida que se adoptó fue la detención provisional. A la vista de la complejidad del caso, los jueces decidieron dejarlos en libertad provisional bajo control judicial. Se trata de un procedimiento policialmente menos severo, pero igualmente riguroso. Los menores acusados de presunta complicidad de crimen terrorista no pueden salir de límites territoriales muy estrictos. No pueden salir de las residencias fijadas por el juez de menores. No pueden moverse ni hablar más allá de los límites que autorice el juez. Solo pueden entrar en contacto con nadie no autorizado, y mucho menos sus presuntos cómplices o familiares…».
Mbeko Tabula, el abogado defensor de la niña que acusó y denunció a Paty con falsedades, me comenta telefónicamente: «Mi clienta está echa polvo. Quiere salir del infierno en el que se encuentra, aislada, sola. Colaboró y colabora con la justicia, que funciona muy lentamente. Una pesadilla». Jacky Attias, abogado de otro de los jóvenes acusados, amigo de X* Chinna, prefiere insistir en otras dimensiones del caso: «Mire usted, mi cliente es hijo de una familia numerosa muy modesta. Alguien le ofrecía 300 euros por decir barbaridades. Mi cliente no conocía al autor del asesinato. No tenía ni idea de lo que podía ocurrir. Cometió el error de aceptar 300 euros por repetir barbaridades. Para un niño de 14 o 15 años, crecido en la pobreza más absoluta, era una cifra enorme. Mi cliente no podía ni imaginar lo que estaba ocurriendo. Un año después, está echo polvo. No entiende nada. He pedido a los jueces que hagan un seguimiento sicológico para intentar comprender…».
Durante los primeros días y semanas que siguieron al asesinato de Samuel Paty todo parecía razonablemente claro… Una niña y sus amigos habían lanzado una campaña de difamación. Con bulos y mentiras. Un año más tarde, la instrucción policial y judicial va descubriendo nuevas realidades confusas e inquietantes.
El asesino, hábil manipulador, «compraba» las «declaraciones» de la niña y sus amigos. Y el padre de la niña montaba una campaña de infundios a través de las redes sociales, aventando mensajes de odio, «justicia» y venganza. La justicia deberá demostrar el grado de conocimiento e «implicación» de los menores de edad en la agitación de un torbellinos de pasiones que culminaron en un baño de sangre.
Nabil El Ouchikli, el abogado de Brahim Chinna, se agarra al clavo ardiente de esa aparente «confusión»: «Mi cliente no conocía a Abdoullakh Anzorov, el hombre que mató a Samuel Paty. Solo intercambió algunos WhatsApp y llamadas telefónicas. Pero no lo conocía ni había tenido trato con él. Mi cliente no fue cómplice de nada y espera que la justicia termine reconociendo que no tuvo nada que ver con el asesinato».
Con motivo del primer aniversario de la decapitación del profesor de historia, la alcaldía de Conflans-Sainte-Honorine ha instalado un monumento efímero en la Place de la Liberté: dos grandes paneles, en homenaje a la libertad de prensa, la libertad de pensamiento, la libertad de enseñanza. Por esa plaza pasan a diario muchos chicos, chicas, estudiantes, menores que suelen detenerse, con frecuencia, para recordar la tragedia, a su manera.
Sophie * (14 años), la «jefa» de un grupo de cinco colegialas de su edad, me comenta: «Pasamos por aquí todos los días. Al principio, mucha gente firmaba documentos y colgaba recuerdos. Pero alguien los ha quitado. Nosotras no conocíamos a los chicos que hicieron lo que hicieron. Pero tenemos muy presentes todo aquello. Nuestros maestros nos dicen que no nos fiemos de nadie, que no hablemos con adultos y que tengamos mucho cuidado con lo que hacemos en las redes sociales». Leila *, de padres originarios de Mali, es muy tímida al hablar, entre risas, pero tiene muy presente a toda su familia: «Mi padre ha dicho a mis hermanos que miren muy mucho con quien se juntan. Mi madre ha hablado con el director del cole para decirle que sea firme con nosotras, que necesitamos que alguien nos vigile». Mireille * añade: «En nuestro grupo no hay problemas con la piel. Pero en otras clases las chicas negras se sienten vigiladas y acosadas». Nadia habla con cierta precaución e inquietud: «En nuestro grupo todo se pasa bien. Pero cuando la escuela celebró el aniversario algunos chicos decían palabrotas cuando hablaba la maestra. Nadie dijo nada, claro. Pero algunas si que lo escuchamos. Y nos callamos por miedo».
Jean Castex, primer ministro, y Jean-Michel Blanquer, ministro de Educación, han insistido en la dimensión cultural del asesinato de un profesor, víctima de la barbarie islamista. Una evidencia trágica. Al mismo tiempo, el aniversario de la ejecución de Paty está recordando una gangrena y podredumbre más profundas.
Conflans-Sainte-Honorine fue durante varias décadas un modelo canónico de pequeña ciudad dinámica y en vanguardia. Hoy, el antiguo pueblo de pequeñas casitas acomodadas se ha transformado en una ciudad tentacular, acosada por crisis profundas.
En las escuelas, el multiculturalismo a veces funciona bien. A veces funciona mal. En otro tiempo, era posible «comunicar» con padres y alumnos a la salida de los colegios. El miedo, la incertidumbre, el racismo, las amenazas, la basura que circula por las redes sociales han crecido de manera inquietante: padres, madres y alumnos huyen rápido a la salida de los colegios. El miedo está muy presente.
En los barrios periféricos de la ciudad, el multiculturalismo religioso y gastronómico hace estragos. Los anuncios de comida halal recuerdan un abismo cultural y religioso: publicidad haciendo el elogio mercantil de la dieta islámica, según los preceptos de la jurisprudencia musulmana. Sin duda, se trata de una publicidad perfectamente legal: confirmando el abismo cultural que separa a los habitantes de un pequeño pueblo de 36.000 habitantes a una hora de París.
La comunicación ferroviaria entre la capital y Conflans-Saint-Honorine, atravesando ciudades emblemáticas, como Asnières-sur-Seine, Argenteuil, Mantes-la-Jolie, Poissy, Pontoise… recuerda a toda hora a decenas de miles de hombres y mujeres otra fosa cultural insalvable. El ministerio de Cultura y el Museo del Quai d’Orsay presentan ese trayecto como la «línea ferroviaria del impresionismo», «está usted tomando el tren de los impresionistas», siguiendo una ruta inmortalizada por los grandes maestros que fundan el arte contemporáneo, de Calude Monet a Camille Pissarro. El viajero que tome un tren de esa línea, desde la estación de Saint-Lazare al lugar de la decapitación de Samuel Paty, lo hará en una compañía multicultural muy diversa, entre muchas señoras y señoritas con velo islámico y muchos franceses de nuevo cuño, originarios del Magreb y el continente africano.
Esas realidades sociales, culturales, religiosas, económicas y urbanas también se han convertido en tema de campaña política.
El caso emblemático de Conflans-Sainte-Honorine solo es uno entre muchos otros, un archipiélago de pueblos, barrios, centros escolares de toda la «banlieue», los suburbios, donde el multiculturalismo es una realidad normativa. Al norte de París, la banlieue más problemática, en ciudades como Sarcelles, Bobigny o Drancy, entre otras, es un foco de tensiones recurrentes. En la capital, buena parte del este parisino es bastante multicultural. Incluso en barrios muy acomodados, como Saint-Germain-des-Prés, los velos islámicos son bastante frecuentes en la terraza de cafés como el «Flore» o el «Deux Magots». Annie Ernaux, novelista célebre, candidata recurrente al premio Nobel, decidió hace años instalarse en una ciudad de la periferia acomodada, Cergy-Pontoise (66.000 habitantes), desde donde observa las metamorfosis sociales de fondo, y me comenta: “Cuando vuelvo a París creo ver “demasiados” blancos, menos negros y musulmanes que en Cergy”.
¿Hay una relación entre multiculturalismo e inseguridad? Se trata de uno de los grandes debates nacionales. Estadísticamente, la Marsella multicultural es la ciudad más peligrosa de Francia y quizá de Europa; París y su «banlieue», sus suburbios, son el departamento más inseguro y peligroso de Francia
Inmigración y poder adquisitivo son los dos temas dominantes de la campaña presidencial que comienza. Éric Zemmour, la gran revelación política nacional, previsible candidato ultraconservador a la elección presidencial, ha decidido convertirlos en matriz de su campaña, con declaraciones de este tipo: «Por este camino, Francia se convertirá en algo parecido al Líbano, en una década corta. De hecho, Francia ya está en guerra civil. Degollar a un profesor, tirar bombas contra las fuerzas del orden, son acciones de guerra civil. En esas estamos».
Sin duda, se trata de proclamas incendiarias, apocalípticas, muy alejadas de la realidad. Proclamas que tienen mucho eco. Según los últimos sondeos, Éric Zemmour es el nuevo y futuro gran rival de Emmanuel Macron, con más intenciones de voto que Marine Le Pen, los candidatos conservadores tradicionales y todas las izquierdas. Detalle político de fondo que coincide con el aniversario del asesinato de Samuel Paty.
El tren de los impresionistas … la Gare Saint-Lazare, inmortalizada por Marcel Proust y Claude Monet.
El tren de los impresionistas … Educados en la violencia suburbana, la banlieue.
El tren de los impresionistas … crecimiento significativo del mercado y la cocina halal.
El tren de los impresionistas y la nueva Francia multicultural.
El tren de los impresionistas.
Jose says
Leyendo el relato de la decapitación del profesor y la implicación de alumnos de primaria solo me venía a la memoria El corazón en las tinieblas de Conrad. Avanzando por el río en el Congo hoy Zaire los belgas enviados por Leopoldo al que le gustaba tanto cortar cabezas como cobrar los beneficios de bolsa de su finca particular. Tal como subían el río se volvían más salvajes. Llevada al cine inspirándose en la novela como Apocalipsis Now en las selvas de Vietnam. Ahora no hace falta ir a selvas ni a grandes ríos africanos en los suburbios de las grandes megalopolis podemos volvernos salvajes tal como avanzan al centro y a los barrios protegidos . Ayer en la periferia hoy en el centro. Debería subirse al tren de los impresionistas el nuevo Proust para escribir los siete tomos de En busca de la memoria entre las tinieblas de la ciudad.
PS .
Muy bueno el relato de la decapitación. Me ha llevado leyéndolo a los mejores relatos del diecinueve y principios del veinte.
JP Quiñonero says
Jose,
Qué bien…
…
Me atrevería a añadir … los demonios de Conrad están en el corazón de África y son bien visibles… en este caso, los demonios están ahí, pero no siempre son visibles y, con frecuencia, se confunden con los vecinos de barrio, de calle o de escalera …
Con frecuencia, estallan batallas de bandas que llegan a matarse a tiros o incendiar decenas de coches…
…
Un lío angustioso, sí,
Q.-
PS. Graciassss
Fina says
¡Ay, Josep!
¡Cómo está el patio!
Entre salvajes, bárbaros, fanáticos, delincuentes y criminales…al final ya no será posible pasear tranquilos por las ciudades. Con lo que me gusta recorrer y descubrir lugares del centro de las ciudades con amplia historia…
Carole says
Qué horroroso horror.
JP Quiñonero says
Qué quieres, es lo que hay, Carole.
Q.-
Fina says
¡Ay, Quiño!
Pensaba que «el tren de los impresionistas» era otra cosa. Imaginaba una bella y apacible ruta cultural…
Después de leer lo que nos cuentas veo la triste realidad, aunque ya hace años en Marsella y ciertas zonas de Cannes, experimenté este sentimiento de peligro, miedo e inseguridad.
A ver quién es capaz de deshacer este terrible lío…si es que se puede deshacer.
JP Quiñonero says
Fina,
Esa es la cuestión … la metamorfosis de Marsella quizá sea un modelo de lo que ocurre en la periferia de París … Marsella y Cannes tienen otros rostros, muy atractivos, como París, claro… pero esos descarríos son profundos y han crecido con el tiempo…
A ver…
Q.-