Quai de la Tournelle, 26 diciembre 2021. Foto JPQ.
«Bouquiniste»: librero de viejo que vende estampas, fotografías, libros, a lo largo de los muelles del Sena.
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Un personaje tan esencial del paisaje parisino como Notre Dame, la Torre Eiffel o Montmartre… «Il est impossible, pour un Parisien, de résister au désir de feuilleter de vieux ouvrages étalés par un bouquiniste». Gérard de Nerval, Les Filles du feu, Angélique, 1854).
La crisis sanitaria, la pandemia, ha agravado una crisis muy anterior. Y la alcaldía de París ha lanzado un grito de alarma: «Les édiles de la capitale lancent un appel pour trouver des candidats aux reprises des échoppes culturelles qui bordent les quais de la Seine, fragilisées d’abord par les manifestations des gilets jaunes puis par les confinements…». Le Figaro, Après le Covid, la mairie de Paris recherche bouquinistes… désespérément.
Carole says
Qué valor.
JP Quiñonero says
La vida está muy achuchada, Carole.
Luis says
Imposible para el parisino y también para el curioso transeúnte… mi primera compra en ellos fue en junio de 1979: un tratadito de geografía del XVIII en octavo. Y siempre en la memoria el retrato del maestro Azorín, con boina, rebuscando entre sus ringleras y tabancos.
Como todas las cosas humanas los bouquinistes Sufren erosión y deterioro: entre la Mercancía que sus puestos ofrecían al desocupado buscador -creo fue el bibliófilo Jacob o Renouard quien en el XIX dio por unos pocos sous con un ejemplar completo de la críptica y legendaria Hypnerotomachia Poliphili salida de las prensas de Aldo en Venecia en 1499 (ahora un ejemplar de este incunable no baja de 300 mil euros)-, a lo que hoy se encuentra, hay un abismo de vulgaridad insondable. Muchos bouquinistes se han convertido en una extensión de las tiendas bizarras de souvenirs.
Azorín narra sus asiduas visitas a un puesto para examinar una temprana edición de las Novelas Ejemplares. No podía adquirirla y disfrutaba con su periódica contemplación.
Muy aclaradora y plástica, estimado Juan Pedro, tu columna de ABC sobre la situación de la epidemia. Consuelo para el viajero y su sombra que quedaron sin partir.
JP Quiñonero says
Luis,
Sí… los bouquinistes tienen un atractivo particular… a decir verdad, he sido muy mal cliente: pero los frecuento muy a menudo…
Azorín quizá fue mal cliente. Baroja, por el contrario, encontró no pocas de sus fuentes.
Están en crisis…como tantas cosas relacionadas con los libros, ay.
A ver…
La pandemia… sigue complicada, negra, imprevisible…
Calma, prudencia…
Palanteeeee
Q.-
Luis says
Pienso como tú, estimado Juan Pedro. Las pilas y ringleras de libros de los bouquinistes fueron intensamente escrutadas por Azorín y Baroja (también por Plá).
Baroja más bibliófilo y connaisseur tenía mayor inclinación por el valor y rareza de la edición, del libro como objeto, como refleja su obra con reiteradas citas a ediciones, bibliotecas, libreros, impresores (su tío abuelo lo fue en San Sebastián) y lo personifica en el singular Silvestre Paradox obsesionado por reunir libros en formato 12º.
Azorín creo es más sutil -en materia libresca y en la vida, en general-, y busca el alma, el pálpito particular del ejemplar, con independencia de su rareza y valor. En Monóvar está su biblioteca y los ejemplares que va citando en sus obras: allí descansan “los cuatro tomitos de Les Essais limpiamente impresos en 1802 por Didot” que acompañan a Antonio Azorín en su viaje a Madrid para iniciar su carrera periodística, dejando en Monóvar a una desconsolada Pepita Sarrió (Antonio Azorín sacrifica el amor de Pepita por el periodismo y las letras). Otros de especial rareza que he querido localizar, por sentirlos, hojearlos, pasar sus hojas leídas, debieron perderse en el camino de la vida…
Feliz inicio de Año, estimado Juan Pedro para ti, los tuyos y para todos los cofrades que asoman a este espacio siempre tocado de ese cielo parisino de plata grisácea y bruñida.
JP Quiñonero says
Luis,
Qué de maravillas y erudiciones … Si, Baroja y Azorín sintieron por París una pasión casi carnal: y escribieron muchos libros sobre la ciudad que amaban, de una precisión admirable… los recuerdo con mucha frecuencia … en mi caso, desembarqué en esta ciudad por puro azar, luego… me dejé conquistar…
Venga, te deseo lo mejor, para ti y los tuyos, claro.
Palanteeeee…
Q.-
Fina says
Qué pena tener que sacrificar el amor y no poder conciliar las dos cosas…
Feliz Año Nuevo, Don Luis, para Ud. y los suyos, con salud y sin cancelaciones de viajes…
Luis says
Jajaja, nada de erudición, estimado Juan Pedro, solo un poco de memoria!! Mi abuelo decía que la Memoria es la inteligencia de los tontos.
Guardo memoria de las lecturas, anoto los libros (con lápiz y solo los contemporáneos) y registro citas.
Después de la mofa y pitorreo de Cervantes en el prólogo del Quijote sobre los que usan las citas y sentencias “para parecer hombres leídos, eruditos y elocuentes” toda prudencia y discreción en la cita es poca.
Azorín y Miró por un côte y por el
Otro Baroja con su Aviraneta, Santi, Alvarito Sánchez y tantos y tantos personajes. En Mi modesta consideración, Solo con estos tres Dioses ya se justifica una vida de placentera lectura…
JP Quiñonero says
Luis,
Quizá sea razonable incluir a Proust: tu púdico elogio de la memoria…
Miró está bastante olvidado, siendo tan esencial …
A título personal, recuerdo la pasión azoriniana por Montaigne, incluso algún paseo parisino próximo a un monumento próximo a la Sorbonne… pero sería incapaz de recordar la edición…
Oséase, que los libros y la memoria son tan tan esenciales…
…
Q.-