Rue de Rennes, 24 abril 2022. Foto JPQ.
48,7 millones de franceses son invitados a elegir este domingo la primera presidenta de la República francesa, Marine Le Pen (extrema derecha), o reelegir presidente a Emmanuel Macron, el favorito de los sondeos, cuando la abstención y el «trasvase» de los votos de izquierda y derecha, de la primera a la segunda vuelta, puede dar «sorpresas».
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En la primera vuelta, el pasado día 10 de este mes de abril, Macron fue votado por 9.785.578 electores, el 27,84 % de los votantes. Ese mismo día, Le Pen fue votada por 8.136.369 electores, el 23,15 % de los votantes. Jean-Luc Mélenchon (extrema izquierda populista) fue votado por 7.714.949 electores, el 21,95 % de los votantes.
Ese voto de la primera vuelta, hace dos semanas, dinamitó el paisaje político francés de las últimas décadas, consumando el hundimiento histórico de los partidos políticos tradicionales, Los Republicanos (derecha), el PS y el PCF. Los ecologistas no consiguieron salir de su gueto electoral. Y otros tres grupúsculos de extrema izquierda confirmaron la fragmentación absoluta de las izquierdas.
En el sistema político francés, el presidente / Jefe del Estado se elige en dos vueltas. La primera es un reflejo fiel del arco iris de fuerzas políticas nacionales. En la segunda, los franceses son invitados a elegir entre los dos candidatos mejor clasificados en la primera vuelta.
Sentado ese principio cardinal, en la segunda vuelta son capitales los votos de izquierda o derecha que se suman o restan a uno de los dos candidato.
Ante el voto capital de este domingo, los estudios sociológicos estiman que Macron puede contar con el 98 % de sus votos en la primera vuelta, el 41 % de los votos de extrema izquierda, el 43 % de los votos comunistas, el 67 % de los votos socialistas, el 65 % de los votos ecologistas, el 50 % de los votos de la derecha tradicional. Los últimos sondeos, de la noche del viernes, daban al presidente un 56,5 % de las intenciones de voto.
Según los mismos estudios, Le Pen puede contar hoy con el 93 % de sus votos en la primera vuelta, el 21 % de los votos de extrema izquierda, el 13 % de los votos comunistas, el 7 % de los votos socialistas y ecologistas, el 22 % de los votos de extrema derecha. Los últimos sondeos, de la noche del viernes, daban a la candidata de extrema derecha el 43,5 % de las intenciones de voto.
Esa victoria «segura» de Macron debe matizarse muy mucho. Y está sujeta a incertidumbres de cierto calado.
En la primera vuelta, 12.824.135 electores, el 26,31 de los votantes, decidió abstenerse. La segunda abstención más alta en la historia de la V República. Si esa tendencia se confirmase, la abstención introduciría un factor de incertidumbre alto, o muy alto.
En sus último mitines, la tarde / noche del viernes, Macron y Le Pen pidieron el voto a los abstencionistas y las extremas izquierdas en términos apocalípticos, utilizando los «antecedentes» del Brexit y la elección de Donald Trump. Paul Sugy, especialista reputado, considera poco probable un «accidente» de ese tipo: «El sistema electoral francés crea menos incertidumbre que el sistema americano, la elección directa deja menos espacio al azar. En el caso del Brexit, los estudios ingleses no habían evaluado muchos factores básicos. ¿La abstención? No es seguro que sea favorable a Le Pen».
Dominique Reynié, presidente de la Fundación por la innovación política (FPIP), por el contrario, insiste en el riesgo de «accidente» y «sorpresa»: «Francia está en una situación histórica sorprendente. Nunca en nuestra historia política hubo tantos votos de protesta contra el sistema. El «accidente» electoral puede producirse si crecen la abstención y el voto en blanco. Le Pen nunca había alcanzado un nivel tan alto. Gane o pierda, ese voto de protesta, contra el sistema, tendrá mucha importancia los próximos días, semanas, meses y años».
En la primera vuelta, la Francia moderada, partidaria de una sociedad abierta, a Europa y el mundo, votó Macron. Esa Francia profunda está geográficamente en el centro, el sur y el sur oeste. La Francia rural de clases sociales angustiadas y menos favorecidas, inquietas con la inmigración y el multiculturalismo, votó mayoritariamente a Le Pen, y se encuentra geográficamente al norte y en el sur Mediterráneo. En la Francia sub urbana, donde cohabitan jóvenes radicales y franceses de origen africano y musulmanas, terminó imponiéndose el voto de Mélenchon, candidato de extrema izquierda populista.
Durante los últimos días, Macron y Le Pen hicieron campaña «apocalíptica» en esas tres Francias muy distintas. El presidente esperando ganar electores en la Francia rural menos favorecida y en la Francia suburbana donde impera el multiculturalismo. La candidata de extrema derecha esperando ganar electores en una Francia víctima de la desindustrialización y la deslocalización industrial, que se siente abandonada por las elites parisinas, las elites gobernantes y un presidente elitista, en el Norte y el Este. En la Francia mediterránea, la extrema derecha se beneficia del voto contra la inmigración y el multiculturalismo.
Historiador emérito de Francia y sus crisis, biógrafo y discípulo de Raymond Aron, Nicolas Baverez estima que Francia se encuentra en una encrucijada, que él describe de este modo: «Consecuencia de cuatro décadas de abandonos y ligerezas Francia es víctima de su endeudamiento, la deuda pública alcanza al 112,9 %, con un sistema político fragilizado. En la primera vuelta de esta elección presidencial, la importancia del voto de protesta, un 61 % de los votos, y la abstención del 26,31, dejó al descubierto una nación agotada, cansada, desorientada y dividida en bloques antagónicos… Sin embargo, ante la pandemia del Covid y ante el ataque ruso contra Putin, los franceses demostraron y están dando pruebas de resistencia y creatividad. El nuevo quinquenio presidencial estará dominado por la gestión de las crisis que vienen de muy lejos».
Ante esa encrucijada histórica, Peter Sloterdijk, filósofo y ensayista alemán, gran conocedor de Francia y su cultura, hace este comentario irónico y profundo: «Los franceses no votan con su cerebro. Se dejan llevar por sus pasiones».
Desde hace décadas, muchos historiadores definen el modelo político francés como una «monarquía nuclear». En el Elíseo, el jefe del Estado tiene poderes excepcionales, muy superiores a los de todos los presidentes y jefes de Estado del resto de las democracias liberales avanzadas. Ese presidente tiene como «cetro» simbólico el arma nuclear: sólo él, en solitario, puede decidir cómo y cuando usa Francia su arsenal nuclear. Días pasados, cuando Vladimir Putin dejó en suspenso el «riesgo» del uso de armas atómicas, en Ucrania, Jean-Yves Le Drian, ministro de Asuntos exteriores de Macron, ex ministro de la Defensa de François Hollande, hizo esta declaración: «El presidente ruso no debiera olvidar que Francia también es una potencia atómica, la tercera en la escena mundial». ABC, Francia afronta una jornada histórica para el futuro de Europa + PDF.
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Fina says
Bien, Quiño,
Parece que no habrá «sorpresas».
Y qué bonitos los geranios rojos…!!!