Saint-Germain-des-Près, la noche de la reelección de EM, 24 abril 2024. Foto JPQ.
Según los resultados oficiales del Ministerio del Interior, Emmanuel Macron fue reelegido este domingo presidente de la República, con el 58,55 % de los votos, derrotando a Marine Le Pen, que solo habría obtenido el 41,45%. RESULTADOS OFICIALES.
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Macron ha ganado, pero ha perdido terreno, con respecto a la elección presidencial del 2017, cuando fue elegido con el 66,10 % de los votos. El presidente reelegido ha perdido 7,45 % puntos en cinco años. No es una catástrofe. Si es una evolución considerable del voto extremista en la nueva Francia conservadora
Le Pen ha vuelto a perder, pero ha ganado terreno, con respecto a la presidencial de hace cinco años, cuando solo consiguió el 33,90 % de los votos. Esa ganancia relativa de otros 7,55 % refleja con precisión el profundo giro a la derecha, la extrema derecha y la extrema izquierda, coincidiendo con el hundimiento histórico de las derechas e izquierdas tradicionales.
Por segunda vez, en un largo quinquenio, los candidatos y candidatas de la derecha de Los Republicanos (LR) y el PS han sido eliminados en la primera vuelta presidencial. Hundimiento histórico de los partidos que dominaron la vida política francesa durante cincuenta años.
En la segunda y decisiva vuelta, tampoco participó el candidato de extrema izquierda populista, Jean-Luc Mélenchon, pero sus electores quizá han contribuido a la victoria final de Emmanuel Macron, votando contra la candidata de la extrema derecha.
Más allá de los considerables 17,10 % puntos de diferencia final, entre Macron y Le Pen, esa cifra y ese duelo confirman un cambio muy profundo del paisaje político francés, con previsibles consecuencias para toda Europa.
El voto más alto de la extrema derecha en la historia de las presidenciales francesas, del 41,45 %, coincide con otro dato altamente significativo: una abstención del 28,2 %, la más alta desde 1965. Se trata de una Francia de rechazo o indiferencia hacia el sistema democrático, más del 60 % de los franceses no se reconocen o no desean participar en el modelo político nacional
Cambio profundo que también entroniza a Emmanuel Macron entre los grandes presidentes franceses, partidario de reformar Francia para refundar Europa.
A la hora y media de anunciarse oficiosamente su reelección como presidente y jefe del Estado, Emmanuel Macron pronunció su primer discurso de su segunda presidencia a los pies de la Torre Eiffel, uno de los monumentos más emblemáticos de París, en el Campo de Marte, un espacio que forma parte de la historia mítica y política de Francia.
Ante varios millares de simpatizantes entusiastas, enarbolando banderas de Francia, con la Torre Eiffel al fondo, acompañado de su esposa, Brigitte, y de un grupo de jóvenes, escuchando el Himno a la Alegría de Beethoven, Himno de Europa, igualmente, Macron comenzó por lanzar una gran mensaje a la unidad y la solidaridad nacional, una Francia y una Europa soberanas.
«¡Gracias..! Gracias a todos los franceses. Después de cinco años de transformaciones y crisis excepcionales, una mayoría de de franceses me ha confirmado su confianza. Desafío inmenso…», comenzó diciendo el presidente reelegido.
«Es una victoria de todos. Sé cuál es mi responsabilidad, ante Francia y ante Europa», continuó Macron, agregando: «Juntos debemos continuar avanzando, para asegurar nuestra soberanía, para confirmar el puesto de Francia como gran nación, en Europa. Muchos compatriotas no han votado por mí, comenzando por los electores de extrema derecha. A ellos también debo representarlos. A ellos les digo que daremos respuesta a sus dudas y angustias. También tengo conciencia que muchos compatriotas se han abstenido. Su silencio debe ser escuchado».
Macron no dudó en dirigirse personalmente a Marine Le Pen y sus electores: «Debo decirles que he escuchado su cólera, su rechazo, su protesta. Debemos tenerlo en cuenta. E intentar responder con eficacia». En ese momento de su discurso, muchos simpatizantes comenzaron a silbar y gritar contra la candidata de extrema derecha. Macron los cortó expeditivamente: «Os pido que dejéis de silbar. Lo he repetido otras veces. En este momento, yo no soy presidente de este o aquel bando. Soy el presidente de todos los franceses. Y, como tal, debo escuchar y hacer respetar las opiniones de quienes han sido mis adversarios políticos».
Macron también respondió de frente a uno de los problemas esenciales de la nueva Francia: su fragmentación social, cultural y política, sin precedentes recientes. Dirigiéndose a los electores de extrema izquierda que han votado por él contra Le Pen, en la segunda vuelta Marcó declaró solemnemente: «Debemos escucharlos. También soy depositario de las divisiones que se han expresado con esta elección presidencial. Será mi deber vigilar por el respeto de todos, trabajando por una sociedad más justa para hombres y mujeres de todas las condiciones y sensibilidades».
Tras reafirmar su condición de «presidente de todos los franceses», el jefe del Estado recién reelegido avanzó los primeros peones de su nuevo mandato presidencial, en estos términos: «Debemos construir una Francia más justa, más responsable, más solidaria. Un proyecto republicano, en sus valores, un proyecto social y ecológico, un proyecto de liberación de nuestras fuerzas académicas, culturales y empresariales». «Los jóvenes -continuó Macron-, la educación y la sanidad, estarán en el corazón de los primeros proyectos presidenciales, para reafirmar nuestra confianza en nuestro país, solidario. Juntos debemos dar paso a las nuevas generaciones, ofreciéndoles mejores condiciones de trabajo y educación. Los próximos cinco años deberán hacer progresar a nuestra patria, a nuestra juventud».
«Se trata de un trabajo colectivo.. » -terminó Macron- «… un trabajo en el que todos debemos participar, orgullosos de defender los valores que fueron y son los nuestros y contribuyeron a construir Francia y Europa».
Reelegido el presidente, Francia entra en campaña electoral este mismo lunes.
Marine Le Pen, la candidata de extrema derecha derrotada, y Jean-Luc Mélenchon, el candidato de extrema izquierda populista derrotado en la primera vuelta, fueron los primeros en lanzar la «tercera» vuelta electoral: las elecciones generales / legislativas que deben celebrarse el próximo el 12 y el 19 de junio próximos, para renovar los 577 diputados de la Asamblea Nacional (AN), la primera cámara del Parlamento francés.
En el sistema político francés, primero se elige al presidente / jefe del Estado. Semanas más tarde se renueva la Asamblea Nacional (AN). En esta ocasión, el triunfo de Emmanuel Macron corre el «riesgo» de ahondar la fragmentación política nacional.
En la AN actual, elegida hace cinco años, el partido de Macron, La República En Marcha (LREM), tiene una mayoría de 267 de los 577 diputados. Otros dos partidos centristas, próximos a Macron suman otros 79 diputados. Tras la reelección del presidente, esa mayoría puede crecer de manera considerable, acentuando los poderes «absolutos» del jefe del Estado francés.
En la oposición, seis partidos con grupo parlamentario y varios grupúsculos, sin grupo parlamentario, son por ahora una oposición ultra dividida y fragmentada.
Los Republicanos (derecha tradicional) tienen hoy 101 diputados. Bien implantados en toda Francia, LR intentarán preservar ese capital parlamentario. Pero, tras el hundimiento de su candidata, Valérie Pécresse, en la primera vuelta presidencial, la derecha tradicional corre el riesgo de seguir hundiéndose.
El PS tiene hoy un grupo parlamentario de 28 diputados. El catastrófico resultado de su candidata en la primera vuelta presidencial, Anne Hidalgo, puede agravar ese hundimiento histórico. Muchos socialistas militan por una refundación del PS, incluso cambiando de nombre.
La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista), el partido de Jean-Luc Mélenchon, tiene un grupo parlamentario de 17 diputados. Sin implantación nacional, pero con magníficos resultados en la primera vuelta presidencial, Mélenchon aspira a convertirse en líder de la oposición parlamentaria de izquierdas. Quizá lo consiga. Pero muy difícilmente podrá competir con los «batallones» de las fuerzas políticas que apoyan a Macron. Mélenchon se presentó la noche del domingo como futuro «primer ministro» al frente de una oposición de izquierdas que aspira a ser mayoritaria. Proyecto alejadísimo de la previsible realidad.
El PCF no tiene grupo parlamentario propio, está integrado en un grupo de izquierdas varias, que suman, en total, 15 diputados. Fuerza parlamentario que roza lo insignificante.
En las elecciones generales / legislativas del 2017, Marine Le Pen y su partido, Agrupación Nacional (AN), consiguieron 8 de los 577 diputados de la Asamblea Nacional. En cinco años, la candidata desafortunada a la presidencia de la República, no se ha dignado participar, nunca, en los trabajos parlamentarios. Derrotada en la segunda vuelta presidencial, Le Pen y su partido tampoco tienen implantación nacional. Sin duda, puede mejorar mucho sus resultados en las elecciones del próximo mes de junio. Sin que sea razonable, para ella, aspirar a conseguir la más mínima mayoría parlamentaria.
Marine Le Pen aspira a liderar la oposición conservadora contra Macron. Aspiración que tendrá que vencer muchos obstáculos y divisiones para ser realidad.
Esa fragmentación política nacional en tres grandes bloques, moderado (Macron), extrema derecha (Le Pen) y extrema izquierda (Mélenchon) no tiene precedentes en la historia de la V República, el régimen fundado por el general de Gaulle entre 1958 y 1962. ABC, Macron contiene a Le Pen con una victoria holgada y Europa respira + PDF y Los nuevos (y viejos) desafíos para Macron en su segundo mandato + PDF.
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