Salida del metro Basilique de Saint-Denis, 9 septiembre 2020. Foto JPQ.
Crisis y tragedias de inmenso calado…
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Una gran mayoría de franceses temen la agravación de los estallidos de violencia suburbana, que pudieran llegar a «perturbar» los Juegos Olímpicos (JO) del 2024, como ocurrió el sábado, en Saint-Denis, a las puertas del Estadio de Francia, y el domingo, en Saint-Etienne, cuando se produjeron nuevos estallidos de violencia, tras el 2 a 1 del Auxerre contra el equipo local, que jugaba en su propio campo, convertido en terreno de batalla entre ultras de ambos equipos.
Según un sondeo del matutino conservador Le Figaro, un 79,32 % de sus lectores temen que los incidentes del Estadio de Francia, en Saint-Denis, al norte de París, puedan anunciar escenas más o menos semejantes durante los JO del 2024.
Alain Dumont, propietario de un pequeño bar, próximo a la salida de la estación de metro Saint-Denis-Catedral, comenta a ABC: «Las violencias del sábado sorprendieron a medio mundo. Pero no nos sorprendieron a quienes vivimos aquí, acostumbrados como estamos a una situación de violencia casi permanente». Sin utilizar ese lenguaje crudo y directo, Amélie Oudéa-Castéra, ministra de Deportes, no deja de confirmar el problema de fondo, cuando comenta los incidentes del sábado: «Un número importante de jóvenes que viven en los alrededores del estadio de Francia intentaron forzar puertas y vallas, cometiendo atropellos».
Saint-Denis (112.852, habitantes, el 2019) es la segunda ciudad más violenta y peligrosa de Francia, después de Marsella, con índices de criminalidad excepcionales: 9.100 crímenes y delitos, durante el año pasado. Saint-Denis es la capital del departamento 93, el de la Seine-Saint-Denis, que tiene el índice de criminalidad más alto de Francia: 84,73 % por cada mil habitantes.
«Todo el mundo puso el grito en el cielo, con razón, denunciando, el sábado, antes de la final que ganó el Real Madrid, la irrupción del vandalismo de bandas de criminales, pero los comerciantes sabemos bien que Saint-Denis es un hormiguero de bandas criminales», continúa Alain Dumont. Gérald Darmanin, ministro del Interior, confirmó personalmente, en su día, que la policía tiene fichadas a catorce bandas que operan en el 93, el departamento de la Seine-Saint-Denis. Bandas conocidas que reúnen a varios centenares de vándalos y delincuentes. El tráfico de estupefacientes «ocupa» a otros centenares de jóvenes de muy distinto origen.
Linda Kebbab, la policía más famosa de Francia, delegada nacional del sindicato Unité SGP Police-FO, ha relacionado los incidentes de la final de la Champions con el vandalismo de Saint-Denis y la periferia de París, de este modo: «Cuando es necesario recurrir a los gases lacrimógenos, para restaurar el orden, es que se ha perdido el control de la seguridad ciudadana. La responsabilidad de los incidentes está muy repartida. Los organizadores cometieron muchos errores graves. Pero el prefecto regional no estuvo a la altura del problema. En Saint-Denis volvió a plantearse un problema de fondo: no se trataba de un problema de gestión de la multitud, si no un problema de gestión de la criminalidad».
Criminalidad suburbana, que afecta y afectará a la geografía parisina de los JO 2024, como afecta, desde hace mucho, al incremento de la violencia en la periferia social y urbana del fútbol francés.
Hija de emigrantes argelinos, padre basurero y madre mujer de su casa, nacida en los suburbios de Lyon, la tercera ciudad más peligrosa de Francia, Linda Kebbab conoce esos problemas desde su infancia. Creció en un suburbio pobre, su primer lengua es el árabe dialectal argelino. Como policía, sindicalista, ha continuado descubriendo muchos rostros de los mismos problemas. Famosa por su defensa corporativa de las fuerzas de seguridad, analiza las repercusiones esas crisis de este modo: «En Saint-Denis circulaban millares de billetes falsos. Problema de gestión informática de la billetería. Problema que pudiera plantearse ante los JO. Las bandas que operan en Saint-Denis no solo son violentas: también saben mucho de ordenadores. Ante la final de la Champions, la Prefectura no estuvo a la altura. Cara al futuro, quizá deban utilizarse drones para vigilar los movimientos incontrolados de las bandas de delincuentes».
Un día después de los incidentes de Saint-Denis, el espectáculo de los hinchas del Saint-Etienne, irrumpiendo violentamente en el terreno de juego del estadio Geoffroy-Guichard, la noche del domingo, iluminan otra realidad trágica, bien conocida y temida: los estallidos de violencia en la periferia social, cultural y suburbana, del fútbol francés.
Durante las treinta y ocho jornadas de la última temporada entre finales de agosto del año pasado, y finales de este mismo mes de mayo, se produjeron una docena larga de incidentes de violencia creciente, que se cobaron más 300 heridos de muy distinta gravedad. De diez a veinte heridos por jornada futbolística.
Entre agosto y diciembre del año pasado, un rosario de partidos terminaron con estallidos de violencia. Fueron célebres, en su día, las crisis provocadas por los partidos entre el Montpellier y el Marsella, el Marsella y el Niza, el Lens y el Lille, el Montpellier y el Burdeos, entre el Marsella y el Angers, entre otros. Quizá no sea un azar que Marsella sea siempre la ciudad más peligrosa de Francia, una de las más peligrosas de Europa. A mediados de diciembre pasado, la batalla campal que siguió el partido entre el Paris FC y el Olympique lyonnais (OL) provocó una ola de consternación nacional. Y el gobierno de Emmanuel Macron decidió tomar medidas de excepción, para intentar «reforzar la lucha contra la violencia en los estadios»… Refuerzo de la prohibición de entrada, creación de nuevos sistemas de seguridad, creación de equipos especiales, creación de una célula de gestión de crisis, consagrada a seguir todos los partidos y tomar decisiones inmediatas cuando se produzcan estallidos de violencia…
Las medidas de excepción del mes de diciembre no impidieron la gran crisis del Estadio de Francia, el sábado pasado, con motivo de la final de la Champions, ni el nuevo estallido de violencia, en Saint-Etienne, un día después.
Ninguna de esas crisis sorprendió, tampoco, a la Federación Francesa de Fútbol (FFF), cuyo presidente, Noël Le Graët, había dirigido una carta / advertencia a los presidentes de todos los equipos de Francia, pidiéndoles su «movilización», para intentar «frenar» los «riesgos de agravación de los incidentes y los estallidos de violencia». Le Graët pedía al gobierno y los grandes actores (equipos, jugadores, asociaciones) más «responsabilidad» y «sensibilidad». A su modo de ver, «la pasión que nos anima no puede conjugarse con la violencia y el odio».
Con delicadeza elíptica, el presidente de la FFF pone el dedo en la llaga más profunda: en Saint-Denis, en Marsella, en Lyon, en Saint-Etienne, entre otras grandes, medianas y pequeñas ciudades, los estallidos de violencia y vandalismo, en la periferia del futbol francés, plantean inmensos problemas que tienen raíces sociales y culturales muy profundas, sembrando una podredumbre que termina estallando en estadios y centros deportivos. De ahí el inquietante fantasma que se cierne sobre los futuros JO del 2024: muchas de sus instalaciones deportivas se encuentran en territorios donde vandalismo y violencia son una realidad de cada día, como ocurre en el departamento de la Seine-Saint-Denis, entre el norte de París y los aeropuertos de Charles De Gaulle y Le Bourget. ABC, Las bandas de Saint-Denis: la gangrena de la violencia amenaza el fútbol francés y los Juegos de 2024 + PDF.
La nueva Francia multicultural, semillero de violencias y tensiones / Saint-Denis 1.
La nueva Francia multicultural, semillero de violencias y tensiones / Saint-Denis 2.
La nueva Francia multicultural, semillero de violencias y tensiones / Saint-Denis 3.
La nueva Francia multicultural, semillero de violencias y tensiones / Saint-Denis 4.
La nueva Francia multicultural, semillero de violencias y tensiones / Bobigny 3.
La nueva Francia multicultural, semillero de violencias y tensiones / Bobigny 2.
La nueva Francia multicultural, semillero de violencias y tensiones / Bobigny 1.
La nueva Francia multicultural, semillero de violencias y tensiones.
José says
Washington ha llegado o mejor ya estaba en Saint Denis. Tocqueville fue a América a estudiar el sistema carcelario penitenciario y vino asombrado como un país tan rico tuviese una población con tantas desigualdades. Por fin la americanizacion de Europa hace descubrir que el liberalismo neoliberalismo desemboca en un social darwinismo a lo anglo. Todas las especies tienen mecanismos para controlar la violencia intra especifica nuestra especie había sustituido este instinto de rituales por mecanismos culturales pero parece que dejan de funcionar y el poder matar a distancia hace que la ciudad el barrio se convierta en selva urbana donde el engaño el robo la fuerza el oportunismo la estrategia de grupo las peleas con las manos …sea la única violencia permitida que hace funcionar y mantener el sistema de desigualdades lo otro lo de las guerras con armas multimillonarias es el juego de las élites con sus relatos conceptuales preparando no se sabe qué o igual si continuar manteniendo el sistema en funcionamiento con terrores globales y miedos personales. Esperemos que no tengan que volver a usar penas de muerte
policías camaras drogas… junto con cárceles tecnificadas para controlar los estallidos de violencia en una sociedad sin autoridad aceptada. Mejor encontrar una autoridad aceptada por todos como ritual para controlar la violencia intraespecifica.
JP Quiñonero says
José,
Un amigo me escribe: “En 2014 un taxista de origen argelino nos recomendó no ir a ver al estadio de Saint-Denis porque robaban a los turistas. Le hicimos caso y, aún así, tuvimos algún que otro intento con el truco del anillo o el de la pulsera africana. Salimos indemnes…”
Q.-
Fina says
Josep,
Me pregunto cómo debería ser la autoridad para conseguir controlar la violencia…
Si se respetaran los derechos humanos y todos pudieran tener una vida más o menos digna, creo que no habría razón para tanta violencia pero, por desgracia, hay demasiadas desigualdades e injusticias en nuestras sociedades.