Place de la République, 11 junio 2022. Foto JPQ.
La evolución de la guerra de Vladimir Putin contra Ucrania confirma su carácter colonial: el presidente ruso pretende extender e imponer su Ley marcial a pueblos, regiones, nacionalidades, grupos étnicos, culturales y religiosos condenados a aceptar, con violencia, la voluntad de un «Estado civilizador», sometidos por la fuerza militar a la «misión civilizadora» de la capital del imperio.
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Casey Michel, investigador del Hudson Institute, describe de este modo el origen último de la guerra: «Putin prolonga en Ucrania su comportamiento colonial en Chechenia, en Siberia, en Tartaristán. La historia de Rusia es un modelo de expansión colonial. Rusia es el último imperio europeo que ha resistido a todos los intentos de descolonización que permitieran la libre organización de los pueblos, escogiendo libremente a sus líderes y modelos de organización política». A juicio de Michel, «Europa seguirá siendo inestable y estará amenazada mientras los ucranianos y otros pueblos sigan sometidos a la voluntad colonial de Putin. El Kremlin seguirá siendo una amenaza colonial mientras no pierda su imperio».
A su manera, Putin comenzó «justificando» su intento de invasión en nombre de la ayuda rusa a las auto proclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, en la región del Donbás, donde los separatistas rusos (armados por Moscú) iniciaron una guerra de secesión contra Ucrania. Cien días después, el pueblo ucraniano ha conseguido reconquistar buena parte de su territorio nacional. Pero los territorios ensangrentados de la República Popular de Lugansk y la República Popular de Donetsk continúan siendo el corazón militar, político y cultural de la guerra.
En la Rusia de Putin existen veintidós «repúblicas autónomas», donde varias decenas de grupos étnicos, religiosos y culturales viven sometidos a la Ley marcial de Moscú. Históricamente, el hundimiento de dos grandes imperios europeos, Austro – Hungría, el Imperio Austro Húngaro, y la antigua URSS, estuvo «acelerada» por la lucha por su independencia y libertad de los pueblos que deseaban vivir libres del yugo imperial. El derecho a la libertad de los individuos y los pueblos se impuso al yugo imperial.
A juicio de muchos especialistas, Putin teme los riesgos de implosión de la Federación Rusa. Rusia lleva treinta y cinco años, desde la primera batalla de los euromisiles (1977 – 1987), esgrimiendo el «sable» nuclear para neutralizar la resistencia de Europa y los pueblos sometidos a la «misión civilizadora» de Moscú.
Antes, durante y «después» de la guerra en curso, Putin ha usado la fuerza militar para imponer su voluntad en el Cáucaso, Georgia, Chechenia, Osetia del Sur, Abjasia, Crimea, siguiendo siempre el mismo «modelo»: Moscú «apoya» a grupos étnicos que repiten y obedecen sus consignas «separatistas», hasta imponer la Ley marcial rusa. En la frontera ucraniana, Moldavia es víctima de la misma agitación desestabilizadora en Transnistria, un Estado autoproclamado con apoyo militar ruso.
Timothy Snyder, historiador norteamericano, uno de los grandes especialistas internacionales en Europa del Este, pone en perspectiva el imperialismo colonial de Putin, de este modo: «En 2012, Putin publicó un ensayo presentando a Rusia como un «Estado civilización», cuya «misión histórica» era «civilizar» a otros pueblos, para imponerles la «unidad espiritual» con Rusia. En la Rusia moderna, la Rusia comunista, el imperialismo ha incluido siempre leyes que imponen la visión de la memoria histórica de los gobernantes. La tentación de discrepar de esas leyes corre el riesgo de una respuesta militar, como ocurre en Ucrania, con su rosario de matanzas de masas, violaciones, deportaciones, destrucción de ciudades, siguiendo la tradición de la guerra colonial con violencia».
Alastair Bonnett, profesor de geografía social en la Newcastle University, establece una diferencia entre dos tipos de colonialismo: «La invasión de Ucrania nos recuerda que el colonialismo tiene muy diversas formas. En su tiempo, el colonialismo británico era un colonialismo de conquista de tierras lejanas. Los imperios eran asientos fragmentados de lejanos territorios. El colonialismo de Rusia, el colonialismo del imperio ruso, es distinto. Se trata de la expansión y absorción de territorios al este, el sur y el oeste». Bonnett estima que Putin está «matizando» a su manera, ensangrentada, el colonialismo por absorción de cierta tradición rusa: «El intento de invasión de Ucrania pone de manifiesto una nueva manera de leer e interpretar la historia colonial rusa. Putin parece estar convencido que las tierras próximas a Rusia no son auténticos países, auténticas naciones: para él, la guerra no una invasión, si no una medida militar imprescindible para preservar el orden imperial ruso».
Los «puntos de vista» putinianos, militar e institucional, son sencillamente indisociables, desde veinte años.
Veera Laine, especialista en las nacionalidades rusas, antes y después de las reformas y enmiendas constitucionales del 2020, insiste en la dimensión «legal» (rusa) que permite a Putin «justificar» sus intervenciones militares de carácter colonial: «A principios de la década de 2020, el nuevo liderazgo de Estado, en Moscú se impuso como prioridad la centralización del poder, introdujo cambios institucionales, para evitar el riesgo de desintegración de Rusia. Los partidos étnicos y religiosos comenzaron a prohibirse. Las elecciones de gobiernos locales fue progresivamente limitada. La lucha contra el terrorismo de origen étnico justificó medidas policiales duras y centralistas. Los responsables regionales dejaron de llamarse presidentes, porque, en la Rusia de Putin solo podía existir un presidente».
Un general del arma aérea francesa, próximo al Jefe de Estado Mayor de los Ejércitos (JEME), que prefiere guardar el anonimato, para poder hablar con «plena libertad», comenta a ABC los orígenes y alcance de la batalla colonial en curso: «La situación actual es muy semejante a la campaña de los euromisiles, entre 1977 y 1987. Por aquellos años, la antigua URSS desplegó unos misiles de corto alance que podían destruir cualquier ciudad europea en pocos minutos, los SS-20 soviéticos. Contra esa amenaza, la Alianza Atlántica desplegó sus misiles Pershing. Tras un acuerdo, se firmó una suerte de «paz armada». Lentamente, con los años, Rusia ha vuelto a incrementar su panoplia de armas nucleares de corto alcance. Ante la ausencia de respuesta Occidental, a sus distintas guerras coloniales, en el Cáucaso, en Crimea, Putin ha continuado creciéndose. Y vuelve a amenazar con usar sus armas nucleares, si Ucrania se resiste, si Europa responde, si la Alianza se refuerza. Es el mismo chantaje de la primera batalla de los euromisiles, pero, ahora, con mucho derramamiento de sangre, y desde una perspectiva abiertamente colonial. Putin ha lanzado una campaña colonial, enarbolando el sable nuclear».
En su día, Jean-Yves Le Drian, ex ministro francés de Asuntos Exteriores, avanzó esta respuesta apenas velada al presidente ruso: «Putin no debiera olvidar que la OTAN también es una alianza nuclear. Francia, también».
Advertencia clara y elíptica, al mismo tiempo, que tiene un «techo»: los aliados europeos insisten en sus proyectos de defensa; pero se trata de proyectos que tardarán años en ser una todavía lejana realidad operacional. Los mismos aliados europeos están divididos ante el futuro de la guerra. Los riesgos de tales divisiones, europeas y trasatlánticas corren el riesgo de la miopía histórica, que Casey Michel comenta de este modo: «Ante la oportunidad histórica del hundimiento de la URSS, Washington llevó a evaluar la posible desmembración del imperio soviético. Algunos consejeros del presidente Bush eran partidarios de acompañar el desmantelamiento del imperio comunista. Bush no deseó acelerar la desintegración soviética. Treinta años más tarde, Putin intenta restaurar el imperio ruso. Ante esa evidencia, en Ucrania, la decisión de Bush y los presidentes que siguieron parece pura miopía. Antiguas colonias soviéticas consiguieron independizarse. Pero Ucrania es una obsesión para Putin. Y la prolongación del imperio ruso será una amenaza mientras dure». ABC, La Rusia de Putin, el último imperio europeo con voluntad colonial + PDF.
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Carole says
Impresionante. Casi da miedo lo que puede ocurrir, tras lo que está ocurriendo.
JP Quiñonero says
Carole,
Algo así… mucha sangre derramada; mucha sangre que seguirá corriendo por las calles y los pueblos de Ucrania … nosotros, discurriendo sobre… en fin …
Q.-
José says
Cuando el hijo del ex director de la CIA el liberal laborista de la tercera vía y un español que cuando era joven hechaba de menos la falange auténtica dieron la orden de acabar con Irak el de los pozos de petróleo saltándose las leyes malas muchas hechas por ellos mismos de la ONU. El mundo se quedó sin leyes. Ninguno de ellos debía haber escuchado a Sócrates y eso que había uno que se le había aparecido dios en la barra de un bar y había dejado el alcohol . Sócrates recordaba a sus oyentes que es preferible una polis con malas leyes que sin leyes. Y ahí estamos. Brasil quiere bombas nucleares para proteger su petróleo Rusia como ganadora de la SG junto con EEUU y Gran Bretaña ya las tienen China India Israel Pakistán Corea del Norte también Sudáfrica puede que como Brasil e Irán las desee para proteger sus diamantes…Creo que la caja de Pandora se abierto y ha salido el último mal que los humanos creían que era un bien la esperanza y sin esperanza no se puede prometer ni engañar y solo podemos mirar a atrás para poder entender cómo hemos podido llegar donde estamos. Saber y entender es el único bien que no estaba entre los males de la caja de Pandora. No hay un solo imperio ni un solo Dios ni un solo capital hay muchos y puede que no haya ninguno en un futuro sin esperanza.
JP Quiñonero says
José,
Alaaaaaa …
Q.-
Joaquín II says
Querido Quiño:
He encontrado esta «Antología de la poesía ucraniana del siglo XX» que publicó, en 1993, el artista, poeta y traductor Iury Lech en la revista Litoral. Lo encabeza la más completa introducción a la literatura ucraniana que he encontrado en la red. Al final de la página hay un enlace desde el que se puede descargar el número entero. Más allá de la terrible situación que estamos viviendo, esta antología no es puramente testimonial, es buena poesía y animo a quien lea esto a echarle un ojo.
https://prensahistorica.mcu.es/es/consulta/registro.do?id=1026183
Un abrazo muy fuerte
J.
JP Quiñonero says
Querido Joaquín,
Ah, siempre tan generoso, descubriendo cosas, qué bien.
Graciassssssss …
Me he descargado esa antología, que tiene una pinta magnífica, casi indispensable, diría.
Grande.
Retomo tu enlace, directamente a la descarga:
POESÍA UCRANIANA DEL SIGLO XX.
Abrazos grandes,
Q.-
Joaquín II says
Efectívamente Quiño, es un texto indispensable.
Hasta el momento no he visto absolutamente nada de literatura ucraniana en español (dejándo de lado los libros de Yuri Andrujovich en Acantilado y sendas antologías de Taras Shevchenco e Ivan-Frankó por la editorial Progreso de Moscú, tiempo ha).
Espero que te sea de utilidad.
Un abrazo
Joaquín
JP Quiñonero says
Joaquín II,
Qué maravilla de informaciones y links …
Me encantará ir descubriendo, claro.
Palanteeee
Q.-