
Place du 18-Juin-1940, 10 noviembre 2022. Foto JPQ.
Francia ha perdido su independencia y soberanía eléctrica, víctima de la «transición ecológica» que lanzó François Hollande, entre 2012 y 2017, y del ambiguo inmobilismo de Emmanuel Macron, que comenzó apoyando ese proyecto energético, antes de dar un tardío giro nuclear.
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Durante los últimos once meses, Francia se ha visto forzada a importar electricidad en 213 días. Novedad histórica, desde hacía varias décadas el Estado francés fue exportador de electricidad, gracias a su parque de centrales nucleares, productoras del 75 % de la energía consumida en Francia.
Louis Gallois, uno de los grandes patronos de Estado francés, antiguo presidente de Airbus y la Red nacional de ferrocarriles, entre otros puestos de mando en la industria nacional, comenta la pérdida de la independencia y soberanía eléctrica de este modo: «Históricamente, durante muchas décadas, Francia fue exportadora de electricidad, gracias a su parte de centrales nucleares concebido por el general de Gaulle, confirmado y modernizado por su sucesores, Giscard, Mitterrand, Chirac, Sarkozy».
«Este año, por vez primera -continúa Gallois- Francia se ve forzada a importar electricidad producida por otros países con centrales de gas y carbono, como Alemania. A mediados de este mes de noviembre, 24 de las 57 centrales nucleares estaban paradas, víctimas del abandono relativo y la falta de entretenimiento que provocaron problemas de corrosión en algunos reactores. Para colmo, sigue en vigor la Ley de programación energética aprobada hace dos años por el gobierno del presidente Macron, anunciando el cierre de 14 reactores… la guerra de Ucrania ha agravado todos esos problemas».
Nicolas Goldberg, experto en cuestiones energéticas de «Columbus Consulting», analiza los riesgos de la pérdida de la soberanía y la independencia eléctrica de este modo: «Se trata de una situación grave. Hasta el 2021, el balance de la producción y el consumo eléctrico era correcto. Desde entonces, el problema se ha agravado. El cierre de alguna central y la falta de entretenimiento agravaron los problemas de corrosión. Si el parque nuclear no se hubiese paralizado, Francia sería exportadora y ganaría mucho dinero. Convertida en importadora de electricidad, Francia se encuentra en una situación de dependencia que amenaza la seguridad de los aprovisionamientos».
¿Cuándo y cómo comenzó el proceso que ha terminado, provisionalmente, con la pérdida de la independencia y la soberanía nacional en un terreno estratégico?
Entre 1958 y 2007, el parque de centrales nucleares concebido por De Gaulle, entretenido y modernizado por sus sucesores, permitió a Francia ser la primera potencia mundial en materia de energía atómica civil. Entre 2007 y 2012, Nicolas Sarkozy fue un firme defensor de la energía nuclear, con algunos gestos «ecológicos» que retrasaron la modernización. Entre 2012 y 2017, François Hollande lanzó su ambicioso proyecto de «transición ecológica»: comenzaba el fin de la independencia y la soberanía eléctrica.
Hollande, presidente, y Ségolène Royal, su ex y madre de sus hijos, ministra de la Ecología, pusieron en marcha decisiones con estos objetivos: «Reducir del 75 al 50 % la producción de electricidad de origen nuclear». «Cerrar doce centrales nucleares». «Revisar a la baja el conjunto del parque de centrales nucleares». «Crear 100.000 puestos de trabajo ecológicos».
Incluso aplicados con retraso, esos proyectos tuvieron efectos inmediatos. El paro siguió creciendo. El entretenimiento del parque nuclear sufrió retrasos que se han agravado con el tiempo. Se inició el cierre de la central nuclear Fessenheim, que terminó definitivamente Emmanuel Macron, el mes de junio del 2020.
Antiguo ministro de Economía de Hollande, elegido presidente, por vez primera, el 2017, Emmanuel Macron comenzó por adoptar una posición doblemente ambigua: asumir el proyecto de «transición ecológica» concebido por Hollande, dudando del «calendario» heredado.
A primeros del 2020, el Plan Plurianual de la Energía (PPE) del gobierno Macron, con Édouard Philippe como primer ministro, confirmaba, modificando el calendario, las grandes decisiones de la «transición ecológica» concebida por Hollande: cerrar 14 reactores nucleares y reducir al 50 % el consumo de electricidad de origen nuclear.
La gran crisis sanitaria mundial del Covid, a lo largo del 2021, dejó al descubierto inmensos problemas de carácter energético, también. Y Macron dio un giro de 180 grados.
A primeros de febrero de este año, en Belfort, en el Este de Francia, en la fábrica de «General Electric», el presidente francés anunció por sorpresa el relanzamiento del programa energético nuclear de Francia: «prolongación de los reactores y centrales nucleares en funcionamiento», y «construcción de seis reactores nucleares de nuevo tipo». La guerra en Ucrania y la crisis energética actual, han confirmado a Macron en lo bien fundado de su tardía giro nuclear. La reforma y restauración del parque nuclear, empantanado y parcialmente averiado, la construcción de seis reactores y centrales nucleares llevará un tiempo. Mientras tanto, Francia corre los riesgos ligados a la pérdida de su soberanía eléctrica, amenazante para la soberanía industrial. ABC, Francia pierde su soberanía eléctrica + PDF.
La tecnología y las energías sustituyen el trabajo humano y animal. Dicho esto de donde vienen los materiales con los que se construye este nuevo mundo global con algunos países soberanos o mejor metrópolis que han dirigido su construcción. El imperio occidental con sus más de mil bases militares repartidas por todo el planeta era el dúeño de todas las materias primas que regala gratis el planeta eso sí con sangre y sudor de aquellos que las sacan y elaboran hasta que la tecnología y las energías las explotan con nuevas fuerzas no solo humanas. Hasta hace poco y aún hoy podemos decir sin miedo a equivocarnos que occidente ha consumido más del ochenta por ciento de lo que se produce representando una octava parte más o menos más menos que más de la población humana. Pero todo cambia . Todos quieren carbón pétroleo minerales tierras raras uranio…quieren consumir lo mismo que ha consumido occidente. El mundo se llena de cosas y escasea lo que el planeta Tierra daba gratis y empieza a pedir sacrificios para conseguir lo que queda. Las soberanías de aquellos que no las tenían aumentan y la de aquellos que las tenían disminuyen. Todo cambia para que todo permanezca igual. La población rica se empobrece sin energía gratuita sin esclavitud gratuita. Todo vuelve a tener un precio. Francia si quiere uranio para sus centrales tiene que pagar a los subsaharianos o a Rusia o a quien sea. La Tierra se queda sin sus reservas pero los países que les quedan reservas se arman y amenazan a aquellos que se las quieren robar. Brasil quiere la Bomba para proteger sus reservas de petróleo como Rusia Argelia Venezuela Méjico…. Conseguir a los nuevos esclavos cada vez es tarea más difícil.
PS. Quiño tu artículo muy bueno sobre la soberanía eléctrica..
José,
Ayayay … «… qué Dios te lo pague…» diría mi madre…
Q.-