
Vauvenargues, 15 abril 2006. Foto JPQ. La decisión de ser enterrado en ese «castillo» tiene una importancia muy particular en la historia de la pintura.
Entre París, Céret, Avignon, Sorgues, Biarritz, Dinard, Antibes, Juan-les-Pins, Boisgeloup, Cannes, Royan, Ménerbes, Vallauris, Vauvenargues, Mougins, entre otras ciudades, Picasso vivió en Francia, con interrupciones que nunca fueron superiores a diez o doce meses, cortos, entre 1901 y 1973.
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Picasso visitó París por vez primera en 1900, a los veinte años, y falleció en Mougins, en el corazón de la Costa Azul, a los noventa y uno. ¿Cómo olvidar el puesto capital del genio malagueño en la sucesión de grandes convulsiones y «movimientos» que cambiaron el rumbo de la historia del arte de nuestra civilización, instalado en la capital francesa?
Entre 1900 / 1901, el año que el joven Pablo decide firmar Picasso, y 1946, el año de su instalación definitiva en la Costa Azul, el artista viaja por Francia, Italia, Cataluña, con escalas en Madrid y otras ciudades europeas. Pero es en París donde su obra cobra proporciones artísticas e internacionales incomparables.
«La Celestina» (1904) se pintó en Barcelona, pero el «periodo azul» es indisociable de París. El «periodo rosa» culmina con retrato de Gertrude Stein (1905 – 1906), y confirma un triunfo internacional, artístico y económico, desde la capital francesa, que no le habían ofrecido Madrid ni Barcelona. La primera fuente de «Les Demoiselles d’Avignon» (1907) es un burdel de Barcelona. Pero el cuadro terminaría pintándose en París. En 1909, Horta del Ebro tiene la importancia bien reconocida en el «nacimiento» del cubismo: pero es en París donde el movimiento cobra su puesto en la historia del arte.
Acompañando a Jean Cocteau y Serge de Diaghilev, Picasso viajó por Francia e Italia como «compañero de viaje» de los Ballets rusos, cuya celebridad es indisociable de París y Monte Carlo.
Entre 1925 y 1935, los años del apogeo y la agitación surrealista, Picasso viaja mucho, incluso veranea en España, entre Barcelona, Madrid y Burgos, antes de ser nombrado director del madrileño Museo del Prado, en 1936. Pero sus distintos domicilios parisinos siguen siendo la matriz esencial de su obra y sus vagabundeos amorosos.
El «Guernica» (1937) es una «síntesis» trágica de todas las grandes revelaciones picassianas posteriores a la Primera guerra mundial. Dora Maar fotografió su realización en el legendario estudio parisino de la Rue des Grands-Augustins. Picasso intentaría nacionalizarse francés por aquellos años, o poco después. En vano: la policía lo tenía fichado como «anarquista español». La «síntesis» más atroz de todas tragedias españolas, del Goya del 3 de mayo, a la Guerra civil de 1936-39, son inmortalizadas en un estudio parisino, cuyos propietarios terminarían echando al genio malagueño.
A partir de 1945 / 1946, Picasso, se instala definitivamente en la Costa Azul, donde tiene varias residencias, en Antibes, Juan-les-Pins, Royan, Ménerbes, Vallauris, Vauvenargues, Mougins. El Picasso celeste de la madurez definitiva es un Picasso mediterráneo. Recién instalado en París, todavía joven, Picasso se vio envuelto en una peregrina historia de robo de esculturas iberas vendidas crapulosamente al Louvre. En el Picasso de la madurez última, mediterránea, se confunden los ídolos y diosecillos iberos, griegos, incluso africanos, que el genio malagueño había descubierto en París, entre Montmartre y Montparnasse, introduciéndolos en la historia del gran arte de nuestra civilización.
Picasso está enterrado en el parque de su castillo de Vauvenargues, versión terrenal de la montaña de la Sainte-Victoire inmortalizada por Cézanne. Anécdota legendaria. Picasso dio la notica de esa compra a su amigo y marchante Daniel-Henry Kahnweiler hablando por teléfono: «Me acabo de comprar la Sainte-Victoire de Cézanne». «¿Cuál de ellas?» preguntó el marchante. «La auténtica», respondió Picasso. La historia, el arte, la aventura personal, se confunden con la revelación final del Mediterráneo, cuyos azules recuerdan el azul de la infancia del último Antonio Machado, que también murió y está enterrado en el destierro, en la misma costa del mismo mar, de Atenas a Cádiz o Málaga. ABC Cultural, PICASSO Y LA REVELACIÓN DEL MEDITERRÁNEO, DESDE PARÍS.
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Arte.
Antes durante la llegada de las vanguardias se tenían que acabar de cerrar todas las tradiciones artísticas que desde los orígenes buscaban la armonía la belleza lo sagrado con sus poderes ocultos. Todo el proceso puede que podamos poner fecha a finales de diecinueve y principios del veinte y se cerraron las tradiciones la mayoría nacidas en el Mediterráneo. Quedan otras tradiciones en otros lugares de las que desconocemos parte de sus trayectorias. Pero más pronto que tarde acabarán engullidas por vanguardias que se alejaran de los caminos abiertos por sus respectivas tradiciones. La velocidad puede con todo. Y la velocidad llega a todas partes. No hay tierras ignotas ni arte que nos lleve a la armonía a la belleza a la contemplación en una época en la que se ha vendido el alma a la velocidad.
José,
Bueno … creo que hay artistas que si creen y si trabajan y hacen cosas artísticas, con mucho arte, sí … Por el contrario, es cierto que el mercado ha destruido muchas cosas, y sigue destruyéndolas…
A ver …
Q.-
Quiño,
No sabía que Picasso estuviera enterrado en su castillo de Vauvenargues, versión terrenal de la montaña de la Sainte-Victoire inmortalizada por Cézanne. ¡Cuántas interesantes anécdotas que sabes!
Me pregunto por qué eligió este lugar, después de tantos cambios de residencia…posiblemente fue feliz allí. Supongo que deseas ser enterrado en la tierra que más has amado.
Muchas gracias por todas las historias que nos cuentas. ¡Me encantan!
Fina,
Fue un gesto de genio y soberbia … la montaña inmortalizada por Cézanne … confundir sus cenizas con las fuentes bautismales del arte contemporáneo …
Q.-