Autoroute du Soleil, a la altura de Cruas-Meysse, 30 diciembre 2009. Foto JPQ.
Durante más de medio siglo, Francia y los franceses sostuvieron una profunda historia de amor y fidelidad con la energía nuclear, bien fundada en razones «espirituales», «materiales» y «carnales».
[ .. ]
Entre 1975 y 2012, los franceses tenían una razón «espiritual» para amar la energía nuclear: el sable atómico de gran potencia les confería la ilusión de ser una gran potencia mundial. También tenían razones «materiales» y «carnales»: podían consumir energía y electricidad a un precio más barato, argumento capital para la economía doméstica familiar.
Esa historia terminó provisionalmente mal, cuando las infidelidades de un presidente, en el lecho amoroso y la escena política, precipitaron una crisis muy grave para la familia nacional, que se está superando gracias a la comprensión profunda de los intereses y las pasiones, íntimas y colectivas.
Entre 1963, el año de la construcción de la central nuclear de Chinon, y 1975, el año de la construcción de la central de Tricastin, Francia construyó la segunda industria atómica mundial, tras los EE. UU., que aseguró entre el 70 y el 75 % de la electricidad consumida, consolidando una soberanía eléctrica absoluta.
Esa realidad tecnológica tenía varios pilares capitales: unidad política esencial, percepción social muy sólida.
De la derecha encarnada por sucesivos presidentes, De Gaulle, Giscard, Chirac, Sarkozy, a la izquierda histórica, el PCF y el PS, liderado por otro presidente, François Mitterrand, todo el abanico político y sindical apoyaba, con eventuales matices, esa matriz energética nacional.
Durante más de medio siglo, la energía nuclear tuvo una cota de acepción y apoyo excepcional. Entre el 65 y el 75 % de los franceses tuvieron buena opinión de la energía nuclear, en su doble dimensión, civil y militar. El arma atómica confería al Estado un «cetro» excepcional en la escena mundial. La soberanía eléctrica era un símbolo de fuerza, prosperidad y libertad. Los franceses eran muy felices: las familias y las empresas pagaban la electricidad más barata.
Esa historia de amor entró en crisis entre 2012 y 2017, durante la presidencia de François Hollande, como consecuencia de sus tribulaciones amorosas personales y de sus «camas redondas» políticas.
Durante la campaña electoral que le permitió conquistar el Elíseo, Hollande prometió reducir del 78 al 50 % la producción de electricidad de origen nuclear. Por las mismas fechas, el PS y Europa Ecología Los Verdes (EELV), negociaron un acuerdo de gobierno en coalición, que prometía la perspectiva de una «salida» de la energía nuclear a través de un rosario de promesas: cierre paulatino de reactores nucleares, abandono de esa filial energética.
Las promesas electorales de Hollande y los acuerdos de gobierno entre socialistas y ecologistas se transformaron muy pronto en una «cama redonda» de promesas difíciles de cumplir, con un costo nacional muy duro: el parque nuclear comenzó a envejecer, sin las imprescindibles revisiones y puestas al día, la industria eléctrica fue víctima de un rosario de «ajustes», atizando la incertidumbre social.
La «cama redonda» política se complicó entre el 2014 y el 2017, cuando el presidente Hollande nombró a la madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal, ministra de la Ecología, la Energía y las Relaciones internacionales sobre el Clima. Los problemas del jefe del Estado, en varios lechos amorosos, íntimos, terminaron transformándose en una nube tóxica para la historia de amor entre los franceses y la energía nuclear.
Hollande entró en el Elíseo, como presidente, cuando estaba separado de la madre de sus hijos, y había rehecho su vida con una periodista de «Paris Match», Valérie Trierweiler, pronto abandonada por una actriz y productora, fervorosa ecologista, Julie Gayet. Durante tres años, la política nuclear-civil de Francia, se convirtió en una suerte de vodevil picante y catastrófico.
En la escena pública, Hollande debía intentar cumplir sus acuerdos con los ecologistas, para reducir drásticamente el parque nuclear de la Nación. En el lecho íntimo, amoroso, Hollande escuchaba los consejos y opiniones de Julie Gayet, una compañera sentimental con una fe profunda en las energías renovables. En el consejo de ministros, el jefe del Estado debía escuchar la política muy personal y anti nuclear de la madre de sus hijos, Ségolène Royal, cuyas experiencias personales fueron un rosario de desastres de diversa naturaleza. Los franceses comenzaron a pagar más cara la electricidad, sacudidos por las sirenas ecológicas, finalmente catastróficas.
Como ministro de Economía y Secretario general adjunto de la presidencia de la República, entre 2014 y 2016, Emmanuel Macron participó y nunca denunció esa deriva anti nuclear del jefe del Estado, que comenzó por elegirlo como consejero financiero formado en la Banca Rothschild & Cia. Elegido presidente por vez primera, el 2017, Macron dejó intacta la legislación anti nuclear negociada e impuesta por la «cama redonda» de François Holande, el PS y Europa Ecología Los Verdes (EELV).
Durante los tres primeros años de su primer mandato presidencial, Macron confirmó y continuó la política de su predecesor: cierre de centrales, retrasos en el mantenimiento de todo el parque nuclear civil. Jean-Bernard Lévy, ex director general de EDF (Électricité de France), empresa pública controlada por el Estado, responsable de la producción y distribución de electricidad, fue uno de los primeros en denunciar los estragos de la política nuclear, desde las «camas redondas» y los lechos amorosos de Hollande a la complicidad y trabajo de alcahuete de Macron.
Cuando comenzó a propagarse el fantasma de una crisis energética grave, entre el 2021 y el 2022, Lévy, lanzó contra los gobierno de Hollande y Macron una primera andanada de críticas de inmenso calado: «Los dirigentes políticos descubren muy tarde que nuestro parque nuclear está envejeciendo, falto de renovación. Olvidan que fueron ellos y sus gobiernos quienes nos dijeron que se iban a cerrar más centrales nucleares. Tras los primeros cierres nos dijeron que nos preparásemos al cierre de otras centrales. Formar a los técnicos que trabajan en las centrales nucleares exige varios años de formación especializada. Y nosotros habíamos comenzado por retrasar y cerrar centrales».
Macron interpretó la primera gran andanada del director del primer grupo energético nacional como un navajazo a su yugular política personal, acusando a Lévi de «irresponsable». Ante los negros nubarrones que se avecinaban, entre el otoño del 2021 y los primeros meses del 2022, Macron inició su cambio de doctrina personal con un rosario de declaraciones sucesivas y la presentación de su nuevo proyecto electoral: «La energía nuclear es la energía más limpia, verde y ecológica. Mi gobierno construirá nuevas centrales nucleares».
Demasiado tarde. La guerra de Ucrania agravó la crisis energética, Francia había comenzado a perder su soberanía eléctrica, uno de los grandes blasones de la soberanía nacional, cuya piedra fundacional había sido la energía nuclear.
Aurélien Pradié, diputado liberal – conservador desenterró el hacha de guerra contra Macron: «Que no cuenten conmigo para justificar las catástrofes que se han sucedido con Hollande y Macron. El plan de sobriedad energética del Gobierno tiene por objetivo enterrar y ocultar los errores que nos han hecho perder nuestra soberanía energética». Una comisión especial abrió una investigación parlamentaria para intentar conocer con precisión el origen de la pérdida de la soberanía eléctrica / energética.
Manuel Valls, primer ministro de Hollande, otro de los responsables de las «camas redondas» ideológicas que provocaron la catástrofe nacional, declaró a la comisión parlamentaria: «La decisión de reducir al 50 % nuestra producción de energía eléctrica de origen nuclear no respondía a ningún estudio científico. Fue la consecuencia de negociaciones ideológicas, políticas». Menos lírico, Hervé Machenaud, ex director ejecutivo de EDF, hizo este balance catastrófico: «La influencia política y ecológica, anti nuclear, había investido todo el Estado, a todos los niveles. Es un puro milagro que nuestro parque nuclear se haya salvado, tras cuarenta años de deterioro, víctima de las «camas redondas» en el Elíseo y fuera del Elíseo».
Francia y los franceses vivieron el otoño e invierno del 2022 aceptando la fatalidad de esa catástrofe histórica. Finalmente, tras siete años se alcahuetería presidencial, Macron decidió cambió definitivamente de bando y aceleró el proyecto de construcción de nuevas centrales nucleares. Según el diccionario de la RAE, «alcahuetería» es «la acción de ocultar o encubrir los actos reprobables de alguien», «el medio artificioso que se emplea para seducir o corromper».
A mediados de este mes de marzo, la Asamblea Nacional, primera cámara del Parlamento francés, aprobaba con urgencia un proyecto de Ley de «aceleración» de la reconstrucción del parque nacional de centrales nucleares. Tras una larga década de «camas redondas» ecológicas y progresistas, la energía nuclear volvía a ser profundamente sexy.
Según los últimos sondeos, el 75 % de los franceses apoyan la energía nuclear. Macron repite con frecuencia que la energía atómica «es la más ecológica». En la AN, extrema izquierda, izquierda, ecologistas, centro, derecha y extrema derecha, ultra sensibles a la reforma del plan nacional de pensiones, han puesto pocos obstáculos a la nueva legislación pro nuclear.
A la izquierda, Fabien Roussel, secretario general del PCF, ha confirmado el apoyo comunista a la filial energética atómica, nuclear. Entre las distintas familias que se disputan la herencia de un PS moribundo, han comenzado a multiplicarse los nuevos militantes pro nucleares, que TF1, primera cadena de tv nacional, presenta de este modo: «Las nuevas generaciones son más favorables a la energía nuclear».
En Europa Ecología Los Verdes (EELV), el primer partido anti nuclear, se ha abierto un debate de fondo sobre la «aceptación» del átomo, la energía nuclear. Yannick Jadot, desafortunado candidato ecologista a la presidencia de la Reública, declaró días pasados: «Hoy, muchos partidarios del compromiso político con el cambio climático consideran la energía nuclear como una opción válida». En su día apareció un nuevo partido ecologista, radical, el Partido Pirata (PP), miembro de Partido Pirata Internacional (PPI), cuya portavoz, Florie Marie, antigua Verde, ha declarado: «Si usted es pro nuclear, no tiene nada que hacer con los Verdes. Véngase con nosotros».
En su declaración de principios, el PP francés llega a esta conclusión: «Continuar el desarrollo de la energía nuclear, la energía con menos carbono, nos parece inevitable. Debemos continuar la investigación para reemplazar las centrales más viejas y poder explotar con seguridad nuestro parque nuclear». No se trata de un amor pasional. Por el contrario, para los «piratas» franceses, la energía atómica sigue siendo la más sexy. Y vuelven a confiar en la promesa de una energía y una electricidad más baratas, gracias a las centrales de nuevo cuño. Veremos. ABC, EN FRANCIA, LA ENERGÍA NUCLEAR ES LA SEXY Y QUERIDA POR LA OPINIÓN PÚBLICA + PDF.
Francia acelera su proyecto de construcción de nuevos reactores y centrales nucleares.
Le Monde, Le gouvernement sonne la « mobilisation générale » pour l’emploi dans le nucléaire : soudeurs, chaudronniers, ingénieurs. Les recrutements pourraient atteindre 100 000 personnes de 2023 à 2033.
Macron y Scholz escenifican su oposición sobre energía y defensa.
Francia pierde su soberanía eléctrica, víctima de su “transición ecológica”.
José says
Cuando quiero saber las últimas noticias, abro el libro de la Apocalipsis. Frase de León Bloy que me acaba de enviar un amigo como regalo en el día de Sant Jordi. Se acabó la fiesta de los cerdos satisfechos de mesa y cama y en el horizonte no se ve ningún nuevo Sócrates. El átomo es sexy y la muerte también.
Por ser el día del libro y después de leer el texto magnífico de Quiño recomiendo el libro Jean-Marc Royer.
El mundo como proyecto Manhattan. De los laboratorios de energía nuclear a la guerra extendida a todos los seres vivos.. Ediciones el Salmón. Pepitas de calabaza. Logroño, 2022.
Suerte con el libro que os regalen y con el que regales.
Fina says
Josep,
Ya nos contarás, si quieres, claro, tus impresiones sobre el libro que te han regalado.
A disfrutarlo!!!
JP Quiñonero says
José.
Bueno… en Francia, se calcula que la energía nuclear creará unos 100.000 empleos en los próximos diez años.
Veremos …
Q.-
Fina says
Quiño,
Nunca pensé que temas como el de la energía nuclear pudieran explicarse con tanta gracia e ingenio…
Esta lectura me ha resultado de lo más aclaratoria y entretenida.
Felicidades!!! Hay seres capaces de hacer una comedia de una tragedia…😀
Gracias y palanteeeeee….!!!
JP Quiñonero says
Fina,
Qué quieres que te diga … de alguna tengo que ganarme la vida… Graciasssssss
Q.-
Fina says
Quiño,
¡Cuánta grandeza hay en la sencillez!
Las gracias a ti.
JP Quiñonero says
Fina,
Palanteeeee
Q.-