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Salon des Entrepreneurs, 1 febrero 2017. Foto JPQ.
Marine Le Pen (55 años) y su sobrina, Marion Marechal Le Pen (33 años), se disputan el liderazgo de las extremas derechas que reconstruyó su padre y abuelo, Jean-Marie Le Pen (95 años), pero tropiezan, están “unidas” y son víctimas de vidas sentimentales muy ricas y complejas, acompañadas de un largo rosario de escándalos, sexuales, políticos y económicos, nacionales y europeos.
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Marine Le Pen es la tercera hija del patriarca y su primera esposa, Pierrette Lalanne. Marine, como la llaman sus admiradores, se inició a la política, al final del bachillerato, el año que su madre se enamoró locamente de un periodista que la entrevistaba en su casa. Le Pen no pudo soportar que su esposa recibiese a su amante en el domicilio familiar, y echó a la madre de sus hijas. Pierrette se vengó dejándose fotografiar desnuda para la revisa Playboy. Aquella historia persiguió a Marine durante muchos años, en la universidad y sus primeros mitines políticos, con su padre.
Apenas enterrado aquel primer escándalo, Marine contrajo un primer matrimonio con Franck Chauffroy, empresario políticamente extremista. Madre de tres hijos, en dos años cortos, el tiempo que duró aquel matrimonio, contraído en una iglesia ultra tradicionalista. Divorciada por una vía “express”, Marine volvió a contraer matrimonio, civil, en esta ocasión, con un cuadro del Frente Nacional (FN, el partido fundado por su padre). Este segundo matrimonio llegó a durar tres años, hasta que el esposo sedujo a una jovencita militante y Marine volvió a encontrar el amor en el lecho de Louis Alliot, divorciado, como ella, cuadro provinciano del FN.
La pareja Marine – Alliot duró diez años, entre el 2009 y el 2019. Esa década de felicidad amorosa coincidió con la ascensión política de la extrema derecha, que Marine convirtió en gran partido nacional.
Jean-Marie Le Pen consiguió un triunfo político excepcional, durante la primera vuelta de la elección presidencial de 2002, cuando el líder de la extrema derecha eliminó a Lionel Jospin, candidato socialista, en la primera vuelta de aquella elección. Bombazo histórico, que le Pen no pudo capitalizar, envuelto en un rosario de escándalos de todo tipo: procesos por incitación al odio, compañías “peligrosas” (de neonazis a Putin), escándalos económicos con las cuentas de su partido y el Parlamento Europeo.
Consciente de esos problemas, Marine inició una triunfante operación “limpieza y purificación”. Cambió el nombre del partido, sustituyendo el Frente Nacional por Agrupación Nacional (AN). Expulsó a su padre y a grupúsculos neonazis. Hizo entrar en la dirección a personajes más “flexibles”, entre los que había varios homosexuales. Expulsado, su padre denunció “la conversión de mi partido en una organización gay”.
El escándalo hizo reír a la clase política francesa. Pero Marine siguió ganando terreno, hasta convertir Agrupación Nacional (AN) en un partido influyente, al servicio de su ambición presidencial, tras la “excomunión” de su propio padre. Afortunada en política, desafortunada en amores: su compañero, Louis Alliot, decidió abandonarla, para formar pareja con una señora de mucho trapío, en Perpignan.
Esa nueva tragedia íntima también tuvo un costo político inmediato. Durante la campaña presidencial del 2022, decidió presentarse públicamente como “madre soltera”. Que una mujer que había contraído matrimonio en dos ocasiones, antes de vivir en pareja con un tercer hombre, se presentase como “madre soltera”, aspirando a conquistar la jefatura del Estado, contra Emmanuel Macron, no dejó de provocar mucha sorna.
Marine terminó confesando, y así lo ha confirmado, durante los últimos doce meses, que comparte el piso donde vive con una “vieja amiga”… De entrada, la vida en común de dos mujeres, en el mismo piso, planteó una pregunta brutal: “¿No será lesbiana Marine Le Pen?”. La interesada se apresuró a desmentir, sin dar más explicaciones: “Vivo perfectamente sin la compañía permanente de un hombre”. Bueno.
Agrupación Nacional (AN), el partido de Marine Le Pen, consiguió en las últimas elecciones legislativas (junio 2022), más votos y más escaños que todas las izquierdas juntas. Acontecimiento histórico: la extrema derecha convertida en segundo partido de Francia, con Marine burbujeando con muchas intenciones de voto como candidata a la jefatura del Estado, rival temible para Emmanuel Macron.
Apenas dos puntos negros. Primero: las próximas elecciones presidenciales serán el 2027. Cuatro años de espera. Ufff. Antes, el 2024, habrá elecciones europeas, las mejores y peores elecciones para Marine Le Pen. Su partido puede aspirar a ser el más votado. Pero, ay, Marine tiene muchos problemas con el Parlamento Europeo (PE), acusada de corrupción, prebendas, apropiación indebida de bienes sociales, uso ilícito del dinero europeo… unas cacerolas muy ruidosas, que podrían ser una amenaza si la presidenta de AN hiciese campaña liderando su propio partido.
Marine tomó una decisión “heroica”: nombrar cabeza de lista de AN, para liderar la lista de su extrema derecha, a Jordan Bardella (28 años), el ambicioso secretario general del partido. Decisión que ha dejado al descubierto una debilidad de fondo: la heredera histórica de la extrema derecha reconstruida por su padre, no “desea” o no puede presentarse en los escenarios europeos, para intentar evitar que salgan a reducir las cacerolas de sus escándalos.
Debilidad de Marine que intenta aprovechar su sobrina y rival, Marion Marechal Le Pen, cabeza de lista de Reconquista, un pequeño partido de ultra derecha, fundado por Éric Zemour, un “polemista” condenado en varias ocasiones por “incitación al odio racista”.
Marion, como la llaman sus amigos, aspira a conquistar el liderazgo de las extremas derechas ocupando el terreno con temas que tienen mucho éxito: “unión de todas las derechas”, “defensa de los intereses nacionales contra una Europa apátrida”, inmigración, seguridad e inseguridad…
Paradójicamente, la joven aspirante a “reconquistar” el liderazgo de las extremas derechas refundadas por su abuelo, tiene los mismos problemas de fondo que su tía: escándalo íntimos, sexualidad muy “diversa”, tentativas de encubrimiento de comportamientos racistas, y una diferencia abismal entre sus defensas de las tesis de “ley y orden” y unos comportamientos aparentemente alejados de esas proclamas.
Escándalo íntimo, que comenzó con su nacimiento. Y sigue pesando muy mucho.
Marion Marechal Le Pen es hija de Yann Le Pen y Roger Auque, “periodista”, “diplomático” y colaborador con el espionaje militar francés, en Oriente Medio. Sin embargo, la pareja formada por Yann y Auque se rompió antes que la niña fuese reconocida legalmente. La madre terminó encontrando un nuevo amor, Samuel Maréchal, que aceptó adoptar a la hija de su esposa, dándole su apellido, cuando la chica tenía más de dos años. Al final de la adolescencia, en su primera juventud, Marion llegó a querellarse judicialmente contra su propio padre biológico, que terminó dando pelos y señales sobre sus amores “muy pasionales” con Yann Le Penn.
Arrastrando esa cruz íntima, Marion comenzó aspirando a liderar el antiguo Frente Nacional (FN) de su abuelo. Comenzaba una rivalidad brutal con su tía, que terminó imponiendo su ley, contra su sobrina y su padre. Asqueada, Marion terminó abandonando el partido familiar para afiliarse a Reconquista, un pequeño partido ultra conservador fundado por Éric Zemmour, un polemista condenado en varias ocasiones por “incitación al odio racista”. Como cabeza de lista de ese partido, en las próximas elecciones europeos, Marion espera vengarse de Marine.
Sin enterrar completamente un primer amor adolescente y otras tormentas íntimas, Marion contrajo un primer matrimonio civil con un empresario ultra conservador, Matthieu Decosse. Tras el nacimiento de una niña, ese primer matrimonio apenas duró dos años cortos. Marion volvió a descubrir el amor en el lecho de un político ultra conservador italiano, Vincenzo Sofo, miembro de Fratelli d’Italia, el partido de Giorgia Meloni.
Olvidado un primer amor laico, un primer matrimonio civil y alguna aventura pasajera, Marion descubrió con Vincenzo su verdadera fe religiosa, ultra conservadora, diciéndose católica “muy practicante”, participando en ceremonias de varias iglesias francesas con muy malas relaciones con el Vaticano.
Marion espera que las buenas relaciones de su esposo con otras extremas derechas europeas permitan “robar” a su tía un liderazgo ultra conservador europeo.
Hace años, Marine Le Pen aspiró a “unir” las extremas derechas en el Parlamento Europeo (PE). La presencia de grandes personalidades húngaras, polacas e italianas, entre otras, hizo imposible aquella hipotética “federación”. Marion se contentaría con mucho menos: un puesto creciente y buenas amistades europeas, útiles, a su modo de ver, para robar a su tía el liderazgo nacional de las extremas derechas.
Una y otra, tía y sobrina, tienen muchas y buenas bazas contra su más íntima y temible rival. Pero ambas tienen los mismos puntos débiles: el abismo entre el conservadurismo defendido y la vida “disipada”; vidas “familiares” sembrada de escándalos con ruidosas cacerolas. ABC, GUERRA SIN CUARTEL ENTRE LAS LE PEN: TÍA Y SOBRINA SE ENFRENTAN POR EL LIDERAZGO DE LA EXTREMA DERECHA FRANCESA + PDF.
Marine Le Pen presidenta … ¿Este fin de semana?
Marion Le Pen, estrella emergente de la extrema derecha francesa.
Marine y Marion Le Pen, dos rubias extremistas peligrosas.
Aparece en Francia una ultraderecha con posiciones más radicales que Marine Le Pen.
Con estos dos sintagmas repetidos hasta la saciedad: “extremas derechas” y “ultra conservadores”, Quiñonero ha resuelto medio artículo. El resto son cotilleos más propios de una revista del corazón. Penoso.
Pues pienso lo contrario. Se aprende mucho de la vida y libertinajes de los le Pen, abuelos, hijas y nietas, vaya.
Se agradece, Carole,
Q.-
Quiño,
Creo que “los asuntos del corazón” influyen mucho en el ser humano y ayudan a conocerlo y comprenderlo mejor.
Tranquilo Quiño, ya sabemos que en este mundo nada es perfecto y no podemos agradar siempre a todos.
Palanteee……………Vamos!!!!!!!!!!!!!!!!
Cool, Fina, graciassss
Sí, las cosas del corazón son tan profundas que algo dicen de la vida de cada día, incluso política, claro,
Q.-