Alcaldía de París, 10 octubre 2023. Foto JPQ.
Crisis nacional de gran calado.
[ .. ]
Francia tiene 34.816 municipios. Durante los primeros diez meses de este año, los alcaldes han sido víctimas de 2.387 atentados contra sus propiedades, agresiones físicas, verbales, sexuales, acompañadas de injurias, insultos, amenazas telefónicas, incluso con cartas urgentes con acuse de recepción.
La fragmentación urbana agrava los riesgos físicos y multiplica las agresiones impunes. Aproximadamente la mitad de los franceses viven ciudades de 1.000 a 20.00 habitantes.
El 71 / 72 % de los municipios franceses tienen menos de 1.000 habitantes, planteando colosales problemas sociales, médicos, educativos. El 27 % de los municipios tienen menos de 15.000 habitantes; el 35 % tienen de 15.000 a 30.000 habitantes, el 16 % de 30.000 a 50.000 habitantes, el 12 % de 50.000 a 100.000 habitantes; el 8 % de 100.000 a 300.000; y un 2 % más de 300.000 habitantes. Los alcaldes de las grandes ciudades tienen recursos económicas y policiales para afirmar su autoridad personal y municipal. Los alcaldes de pequeñas localidades son víctimas inocentes con pocos recursos para pagar policías, guarderías o centros de cuidados médicos.
El 2022, las agresiones de todo tipo crecieron un 32 %. Durante los primeros diez meses de este año han crecido otro 15 %; y las 2.387 agresiones, de enero a octubre, más de doscientas agresiones por mes, unas nueve agresiones por día, pueden continuar creciendo de manera inquietante.
Eric Piolle, alcalde de Grenoble, estima que el incremento constante de la agresividad y la violencia no siempre contenida contra los alcaldes está íntimamente a la evolución de la sociedad y sus crisis de fondo: “La sociedad está en crisis, es más tensa, más violenta. Las alcaldías son un buen espejo. La crisis y el retroceso de la ciudadanía quizá sea un reflejo de las dificultades que vive el francés medio, el hombre de la calle”.
Las estadísticas oficiales y oficiosas del ministerio del Interior y la Asociación de alcaldes de Francia, ofrecen un panorama truculento de la realidad diaria.
El 68 / 69 % de los alcaldes se dicen víctimas de la agresividad y falta de civismo de sus administrados. En el distrito 93 (Seine-Saint-Denis), “banlieue”, periferia norte de París, los muros de barriadas enteras son un “espejo” del “salvajismo creciente”, según la terminología personal de Gérald Darmanin, ministro del Interior, con riadas de grafitis dedicados a los alcaldes: “Nos vamos a follar a tu madre”. “Hijo de puta canalla”. De ahí para arriba.
El 40 / 41 % de los alcaldes han recibido amenazas físicas verbales. Christian Schoetti, alcalde de Janvry, cuenta su caso de este modo: “Cosas de ocurren muy a menudo… la policía nos advierte que una banda de jóvenes está corriendo en moto, amenazando el tráfico, jugando al “rodeo” motorizado. Voy a intentar dialogar. Me reciben con insultos, “Cabronazo”, “tu puta madre”, “te vamos a degollar”. Intento serenarlos. No siempre funciona. En alguna ocasión, arremeten con su moto contra mi coche y salen huyendo. No siempre es fácil perseguirlos y conducirlos a una comisaría”.
Las amenazas pueden tener una violencia y seguir unos cauces relativamente sorprendentes. Jean-Claude Duchare, alcalde de Melay, cuenta su caso con una amarga sonrisa irónica: “Han llegado a amenazarme de muerte. Eso sí, con una carta recomendada y acuse de recibo, para anunciarme que pensaba liquidarme con un cuchillo”.
El 39 / 40 % de los alcaldes sufren a diario de injurias e insultos. Benoît Vuillemin, alcalde de Saône, recuerda los orígenes del problema de fondo: “Mi padre también fue alcalde del pueblo. Cuando yo era niño, el alcalde era una personalidad respetada. Eso se acabó. Desde hace cuatro o cinco años, el problema se ha agravado. Los insultos son el pan podrido de cada día”.
El 19 / 20 % de los alcaldes deben soportar el acoso moral, que, Jean-Pierre Gouyon, alcalde de Véron, comenta de ese modo: “Con frecuencia, el diálogo es difícil o imposible. Con lo cual, tienes que soportar una presión que roza el acoso moral, por su insistencia insensible al intento de diálogo”. “¿Qué decir cuando un joven te amenaza con cortarte el cuello, entre las risas de sus amigos”, agrega Christian Schoetti, alcalde de Janvry. Stéphane Piquet, alcalde de Bouëxière insiste: “Un grupo de jóvenes se plantaron a la puerta de la alcaldía diciendo “venimos a romperte la cara, cabronazo”. Mientras se reían, comenzaron a escupirme”.
Un 7 / 8 % de los alcaldes han sufrido atentados contra sus propiedades personales o familiares. Es célebre el caso de Yannick Morez, alcalde de Saint-Brévin, que vivió un calvario atroz: “Terminé dimitiendo, tras meses y años de agresiones, no solo verbales. Me destrozaron el coche. Atacaron mi casa, lanzaron ataques de guerrilla urbana en los alrededores. El domicilio de un familiar fue degradado a pedradas. Lo peor de todo… me sentí olvidado y abandonado por el Estado…”.
Ante esa acusación, grave, contra el gobierno de Emmanuel Macron, el Senado (segunda cámara del Parlamento francés) invitó a Morez a presentar su caso ante una comisión senatorial. Como conclusión, Françoise Gatel denunció la “frialdad administrativa” del prefecto del departamento de la Loire-Atlantique. Gérard Larcher, presidente del Senado hizo este comentario lapidario: “Se trata de un caso excepcional e inaceptable. El Estado debe proteger a nuestros alcaldes y conseguir que retroceda la violencia”.
Un 7 / 8 % de los alcaldes han sufrido agresiones físicas. Gregory Delfour, alcalde de Cuxac-d’Aude, cuenta su experiencia a su manera: “Me opuse a que varias caravanas se instalaran en el pueblo, sin permiso. Dos horas cortas, después, aparecieron por casa cinco o seis tipos físicamente forzudos. Me zarandearon, desgarraron mi traje, me quitaron los calzoncillos y me tiraron desnudo en una fosa del camino”.
Un 4 / 5 % de los alcaldes y alcaldesas han sufrido agresiones sexuales. Ninon Guinel, jefa de gabinete del alcalde de Lyon, no olvida su experiencia: “Todavía recuerdo con pavor que fueron un diputado y un colaborador de mi partido, Europa ecología, los que me acorralaron y comenzaron a sobarme. Era algo peor que indecente. Dos hombres que había creído compañeros, agrediéndome de aquella manera”.
Xavier Norman, alcalde de Villers-sur-Simon, denuncia agresiones verbales muy íntimas: “Teníamos problemas con un agricultor, vecino irascible. Cuando menos podíamos pensarlo, comenzaron a agredirnos verbalmente, a mi adjunto y a mi, tratándonos de mariconazos. No solo por teléfono, lanzando retahílas muy agresivas de insultos homófobos”.
En muchos casos, los alcaldes consiguen que se haga justicia y se castigue a los agresores. Pero la justicia es muy lenta y cara. Mary-Claude Thurillat, alcaldesa de Bagnot, tardó más de dos años en conseguir que sus agresores físicos y morales fueses condenados a tres meses de prisión con remisión de pena.
Sin embargo, muchos casos se pierden en el laberinto de los procedimientos policiales y judiciales, no siempre fáciles. Alcaldes y alcaldías tienen muchos otros problemas, económicos, salariales, fiscales, políticos, incluso sanitarios: el 85 % de los franceses viven en zonas calificadas oficialmente de “desierto médico”, consecuencia de la una fragmentación urbana que favorece a las grandes ciudades en detrimento de las pequeñas y muy pequeñas alcaldías, que son las grandes perdedoras.
La inseguridad y la violencia contra las alcaldías es percibida, sin embargo, como la primera de las grandes amenazas nacionales. El su último y muy reciente Congreso nacional participaron 10.000 alcaldes, aplaudiendo con emoción este slogan: “Municipios atacados, República amenazada”. ABC, Agresiones, insultos, amenazas de muerte y acoso sexual: así es el peligroso oficio de alcalde en Francia + PDF.
Deja una respuesta