Boulevard Saint-Germain, 28 diciembre 2023. Foto JPQ.
Emmanuel Macron se está hundiendo. El 67 / 68 % de los franceses tienen mala o muy mala opinión de su presidente, alejado o muy alejado de todos los grandes sectores sociales, mujeres, obreros, agricultores, clases medias; sin apoyo sustancial entre las profesiones liberales, los pequeños y medianos empresarios, los jubilados o la “tercera edad”.
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Ante ese hundimiento de su credibilidad personal, se presta a Macron la intención de precipitar una “inminente” crisis y cambio de gobierno, a los dieciocho meses de su reelección victoriosa contra Marine Le Pen, la figura ascendente de la política francesa.
Recién reelegido, el mes de mayo del 2022, Macron anunció que las mujeres y la condición femenina estarían en el “corazón” de su nuevo mandato presidencial.
Dieciocho meses después, una gran mayoría de mujeres, jóvenes, en particular, se consideran “decepcionadas” y “traicionadas” por las declaraciones de Macron defendiendo al gran actor Gérard Depardieu, procesado por presuntos delitos de violación y agresiones sexuales.
Cuando Depardieu ha caído de la estatua de “monstruo sagrado” para convertirse en “monstruo de obscenidad”, la defensa de Macron lo aleja del electorado femenino y de su propio gobierno.
Haciéndose eco de un profundo sentimiento popular, Rima Abdul-Malak, ministra de Cultura, inició un procedimiento administrativo para retirar a Depardieu la Legión de Honor, la máxima condecoración nacional. Macron desautorizó personalmente a su ministra, haciendo un gran elogio del actor, como “símbolo” de la cultura nacional.
Macron también choca con otros ministros de su gobierno, tras la aprobación parlamentaria del proyecto de Ley destinado a intentar “frenar” y “controlar” la inmigración, aprobada recientemente con los votos de la derecha tradicional y la extrema derecha.
Marine Le Pen fue la primera en “felicitarse” irónicamente del “giro conservador” del presidente, cuando varios de sus ministros se negaron a aprobar y votar un proyecto de Ley que consideran “retrógrado”. Ante las crítica soterradas de su relativa mayoría parlamentaria, Macron se apresuró a presentar el proyecto ante el Tribunal Constitucional, que “amenaza” con censurar o rechazar un proyecto que ilumina la fragilidad política de Macron: no tiene mayoría parlamentaria para poder “imponer” reformas importantes; sus aliados políticos están divididos.
Esa fragilidad política de fondo confirma la soledad absoluta del jefe del Estado.
Macron comenzó su primer mandato, el 2017, anunciando la “gran reforma” del sistema nacional de pensiones. Entre finales de ese año y primeros del 2020, Francia vivió una impresionante ola de manifestaciones de protesta. Macron terminó retirando la “gran reforma”. Reelegido, el 2022, retomó el mismo proyecto, desguazado, recibido con una nueva ola de protestas, para terminar decretando que la jubilación oscilará en Francia entre los 62 y 64 años, cuando en el resto de la UE oscila entre los 65, en España, y los 67 años, en Alemania.
Desguazada su “gran reforma”, Macron se apresuró a anunciar el “relanzamiento” de Francia y su gobierno en cien días, entre marzo y junio de este mismo año. Ambición fallida.
Entre el 16 de marzo y el 3 de mayo pasados, Francia vivió otra ola espectacular de disturbios públicos en la “banlieue”, los suburbios de París y una veintena de grandes ciudades, muy marcados por la aparición de grupúsculos violentos, los legendarios “black blocs”, partidarios de la violencia nihilista. Y un negro balance: 3.600 detenciones, 360 condenas de cárcel, millares de heridos, tras la muerte a tiros de un adolescente que huía de la policía.
La aprobación de una reforma desguazada del sistema nacional de pensiones agravó la distancia entre Macron, las clases medias, los obreros y agricultores.
Las clases medias se consideran víctimas de una reforma siempre favorable a los trabajadores del sector público, que tienen mejores pensiones, con menos años de trabajo y cotización. Electorado que gira a la derecha y la extrema derecha.
Los obreros y los agricultores, por su parte, tienen “alergia” física al presidente de la República, para votar mayoritariamente a la extrema extrema.
Los disturbios de la primavera del 2022 confirmaron la “demanda” de más “orden y seguridad” de los electorados centristas y moderados, a quienes Macron ha intentado contentar con su proyecto de Ley para frenar y controlar la inmigración.
Ante ese abanico de crisis irresueltas, entre un 70 y un 80 % de los franceses piensan que Francia “va mal” y “puede ir peor”. Macron no está solo en la desdicha y el hundimiento de la credibilidad.
Un 68 % de los franceses dicen tener mala o muy mala opinión de Élisabeth Borne, primera ministra, deseando que sea sustituida “rápidamente”. “Estoy en ello”, pudiera decirse de Macron, a quien se presta la intención de un cambio de gobierno con rumbo desconocido.
Comentando como un “triunfo” su proyecto de Ley destinado a intentar controlar y frenar la inmigración, Macron hizo suyo el proyecto de “respetar el orden”, intentando escuchar a una Francia profunda donde la inseguridad ha crecido de manera espectacular: Marsella, la segunda ciudad de Francia, se ha convertido en la capital del crimen en el Mediterráneo occidental; durante los últimos doce meses, los alcaldes de Francia fueron víctimas de una ola sin precedentes de violencias, agresiones físicas, injurias, insultos, amenazas telefónicas…
Comentando la ola de violencias suburbanas de la primavera pasada, Macron afirmó que, a su modo de ver, Francia está siendo víctima de un proceso de “descivilización”, salvajismo nacional, “con muchos flecos criminales y amenazas de fondo para las instituciones”. El término “descivilización”, utilizado por el jefe del Estado, es el título de un teórico de las extremas derechas francesas, Renaud Camus, que lo utiliza para advertir del riesgo de “descomposición” de las sociedades occidentales.
Ante el hundimiento de su credibilidad y su muy lejano proyecto “liberal reformista”, la crisis y cambio de gobierno que pudiera precipitar Macron, con rapidez presumida, debiera ser un eco inmediato los nuevos rumbos (¿?) de la política francesa, con muchos “flecos” europeos.
Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, se cotiza hoy como el primer partido de Francia, en intenciones de voto en las elecciones europeas del próximo mes de junio, con mucha ventaja sobre Renacimiento, el partido de Macron, dejando muy atrás a las izquierdas, extrema, socialista, comunista y ecologista, que tienen un puesto relativamente marginal en la escena nacional y europea. ABC, MACRON SE HUNDE, FRANCIA PIDE SOCORRO + PDF.
Macron convierte en problema nacional las violaciones y agresiones sexuales de Depardieu.
Macron asume y justifica su giro a la derecha ante la inmigración.
Macron da un cerrojazo contra la inmigración y provoca una crisis de su gobierno y mayoría.
Antonio Castillo Algarra says
Ojo: que ese plural aplicado a la violencia no es inocuo y quizá sirva, sin querer, a intereses poco nobles…
JP Quiñonero says
Antonio,
Pues vaya usted a saber…
Q.-