RA,11 octubre 1981. Foto AFP.
Un grande entre los grandes…
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La guerra imperial de la Rusia de Vladimir Putin contra Ucrania, el riesgo de alejamiento de los EE. UU., la emergencia de China como gran supervivencia «cómplice» de Moscú y el crecimiento de ultraderechas europeas, cómplices de Putin, con frecuencia, modificando profundamente la cultura política continental, son algunos de los rostros de la encrucijada histórica de la civilización europea y de su empantanada ambición política, la Unión Europea (UE).
Encrucijada que tiene una profunda dimensión cultural. Los grandes líderes europeos y trasatlánticos comentan, informan y toman posiciones, nacionales, las más de las veces, sobre ese campo de minas multinacionales. Pero Europa, la civilización europea, quizá necesiten de una visión global y cultural para poder comprender la gravedad del primero de los problemas: la identidad europea, solo comprensible a través de la historia del pensamiento, la filosofía de la historia.
En lengua inglesa, desde los EE. UU., incluso en la escena mundial, Henry Kissinger domina todos los elementos esenciales. Desde 1970 a un año antes de su muerte, las reflexiones kissingerianas han puesto el dedo en todas las llagas y heridas de Europa.
Es legendaria la anécdota, verídica o «imaginaria», de Kissinger dudando de la «unidad» y la «identidad» diplomática de Europa, preguntándose: «¿Alguien conoce el teléfono donde llamar para discutir sobre el futuro de Europa?». Cuarenta años más tarde, el mismo Kissinger se preguntaba: «¿Existe Occidente todavía?». Y llegaba a una conclusión realista: «Si Europa desea seguir existiendo deberá buscar el camino para independizarse o ser menos dependiente de los EE. UU. para poder defender su propia independencia y seguridad».
La guerra de Putin contra Ucrania, las «vacilaciones» de Biden y el riesgo de una presidencia Trump subrayan la profundidad trágica de la amenaza evocada por Kissinger. Sin embargo, el antiguo secretario de Estado americano no ofrece «alternativas» ni sitúa ese problema «existencial» en la historia del pensamiento.
En lengua inglesa, desde el Reino Unido, Roger Scruton, el más grande, quizá, de los pensadores ingleses del último medio siglo, fue un partidario activo del Brexit. A su modo de ver, Europa, y las elecciones europeas del 2014, eran una «maquinaria» hostil al hombre europeo. Scruton fue un defensor emérito de las libertades individuales, desde la óptica del liberalismo conservador, pero, en su caso, muy alejado de cualquier tentación europea.
En lengua alemana, Jürgen Habermas y Peter Sloterdijk, dos de los pensadores europeos más importantes de nuestro tiempo, han escrito mucho bien sobre Europa.
Sloterdijk escribió un libro con una tesis importante: Europa debe «despertar» para evitar el riesgo de su «salida» de la historia.
Habermas publicó hace años un libro sobre la «indispensable constitución de Europa». Obra fundamental, finalmente fallida. El gran pensador invoca las grandes razones que debieran forzar o relanzar la epantanada construcción política de Europa. Hace un año, coincidiendo con el primer aniversario de la guerra de Putin contra Ucrania, Habermas volvió a «descarrilar» (como lo hizo durante las guerras de la descomposición de la antigua Yugoslavia), publicando un ensayo en el que pedia la «negociación» con Putin… tesis que fue interpretada como un riesgo de capitulación ante el imperialismo putiniano.
Ante tan breve y muy parcial recuerdo del «vacío» que amenaza a Europa en un terreno capital para su incierto futuro, la figura de Raymond Aron (París, 1905 – 1983), el gran patriarca del pensamiento liberal francés, heredero de Alexis de Tocqueville, se percibe como un patriarca de la Europa de ayer y de hoy, un «profeta» de la Europa por venir.
«L’Europe selon Aron» (Calman Lévy) es un magnífica antología compilada por Joël Mouric, que permite revisar, de manera muy pedagógica, el puesto central de Aron como analista del proceso histórico de la construcción política de Europa, estratega que «instala» ese proceso en la historia de las relaciones internacionales, y pensador, filósofo de la historia, recordando la encrucijada histórica en la que se encuentra nuestra civilización: ser protagonista activa de su futuro; o ser un actor pasivo de la historia que otros escriben por nosotros.
En el terreno más inmediato, incierto y crucial: el futuro de la guerra en el corazón geográfico de Europa, amenazado por las ambiciones imperiales rusas, Aron comparte con Kissinger, un puesto capital en la historia del pensamiento y la filosofía de la historia. Su obra sobre Clausewitz, el gran teórico de la guerra, es un monumento. A partir de ahí, nos recuerda la antología de Mouric, Aron también analiza las sucesivas batallas donde estuvo hipotecado el futuro de Europa: del rearme de Alemania a la batalla de los euromisiles, tan actual.
Con medio siglo de antelación, Aron nos ayuda a comprender la encrucijada militar donde se juega el futuro de Europa. Y el puesto esencial de las armas nucleares… Cuando no está nada claro que Biden o Trump pudieran «responder» a Putin con una «respuesta» o amenaza atómica, el arma nuclear francesa pudiera ser la matriz de una futura disuasión europea contra cualquier chantaje ruso. Ha sido la respuesta de Emmanuel Macron, que Aron «sugirió» con varias décadas de anticipación.
El arma nuclear francesa, posible pilar de una futura defensa europea, independiente y asociada a la OTAN, los aliados trasatlánticos, si Washington «fallase» o «dudase» en un momento crítico para la seguridad de nuestra civilización. Pero ¿qué civilización europea?
Desde su descubrimiento de la Alemania de la República de Weimar, como estudiante, hasta su muerte, Aron fue un defensor intachable de una Europa unida políticamente. ¿Para qué…? Para defender un modelo de sociedad libre, con elecciones, instituciones y valores comunes. Proyecto que hoy denuncian algunos miembros de la UE (Hungría), proyecto que no siempre comparten las ultra derechas que son la fuerza política ascendente en toda Europa.
La antología realizada por Mouric recuerda con mucha precisión la actualidad siempre ejemplar del pensamiento de Aron, «práctico y conceptual». Nunca olvida las diferencias y tradiciones económicas y políticas muy diversas de los Estados europeos. Aron tampoco se embarca en «recetar» conceptos teóricos. Nos ayuda a pensar lo esencial:
-Solo la economía liberal, abierta el mundo, y «unida» con un proyecto común, puede permitir la producción de riqueza por distribuir. En esas estamos, cuando las tentaciones «iliberales» son una amenaza bien real para el futuro de la UE.
-Solo las instituciones liberales, abiertas y reformables, con consenso, permiten defender la economía de mercado. Proyecto que denuncian las extremas derechas ascendentes en Alemania, Francia, Hungría, entre otros países. Que esas mismas extremas derechas sostengan una indulgencia bien real hacia la Rusia de Putin devuelve al pensamiento de Aron su primera fuerza profética.
Desde la óptica aroniana, solo el diálogo, asociación y cooperación entre Estados libres e independientes permitirá confirmar a unos y otros esos valores esenciales donde se fundó la civilización europea, heredera de Atenas, Roma y los primeros constructores de catedrales. Detalle muy actual y decisivo, quizá. La Rusia de Putin es heredera de las ambiciones imperiales de la Rusia de los zares y la Rusia comunista de Lenin y Stalin.
Esa diferencia de culturas entre la Rusia siempre imperial y la Europa liberal, hoy, que también tuvo muchas tentaciones imperiales, es la matriz primera de una reflexión única de Aron, entre los grandes estrategas y pensadores de la guerra.
Meses antes de morir, Aron publicó varios textos esenciales sobre «el declive relativo de Europa». Y subraya un punto muy importante. Las instituciones liberales, la economía de mercado, la defensa militar, común, son las matrices del orden europeo, falto, quizá… dice Aron, «de un pequeño detalle: la cultura».
Tras una larga vida y una obra muy fecunda, esencial, en la historia del pensamiento francés y europeo, Aron llega a esta conclusión primera: la economía y la producción de riqueza son esenciales para el progresos de una sociedad libre; el libre mercado se completa con instituciones políticas propias de la diversidad y la defensa de la vida en común de los pueblos europeos. Queda por «construir» la Europa de la cultura, la unidad cultural de nuestra civilización.
A juicio de Aron, Europa puede «perecer» y «está amenazada» si sus pueblos, sus gobernantes, no son capaces de construir una Europa de la cultura. Muchos otros dirigentes y pensadores han insistido en ese «defecto», esa «falta». La virtud propia del pensamiento aroniano es instalar esa evidencia en el marco y encrucijada histórica donde hoy se encuentran los pueblos europeos, con muchos problemas propios, nacionales, y muchas amenazas comunes. En solitario, recuerda Aron, ningún pueblo, ningún Estado, puede afrontar los inquietantes problemas comunes, de la guerra, en Ucrania, a las migraciones de masas, desde África y Oriente Medio.
En vida, Raymond Aron fue víctima del ostracismo sectario de las izquierdas políticas y culturales. Décadas más tarde, las izquierdas políticas y culturales están en decadencia en toda Europa y el pensamiento de Aron tiene mucho de profético para el futuro de nuestra civilización. ABC, Raymond Aron, profeta de Europa + PDF.
Raymond Aron nos ayuda a comprender las crisis de Europa, España / Cataluña.
Antonio Rubio Plo says
Magnifica síntesis, Juan Pedro.
Aron es la gran fuente de argumentos contra quienes quieren construir una Europa deseuropeizada, ignorante de su pasado y escapada de la Historia. Una Europa que no se da cuenta de que sus enemigos se alimentan de la Historia, mejor dicho de mitos históricos, con raíces de un pasado que son crónicas de servidumbre.
Estoy deseando leer y rumiar este libro para escribir sobre él.
JP Quiñonero says
Antonio,
Gracias, graciasssss …
…
Bueno, Aron y Kissinger son dos pilares básicos para intentar comprender la historia, el presente y el incierto futuro de europa…
Q.-
Jose says
La historia de los últimos años de Francia nos deja perplejos. Un país que ha creído ser más de lo que en realidad es era. Después de dos guerras mundiales europeas que solo con ayuda de EU y Rusia europea asiática se consiguió firmar la paz. Lo no dicho casi nunca es cual fue la verdadera causa de estas guerras en las que Francia ocupo un puesto importante. Cuando un país necesita ser poderoso como en el caso de Alemania necesita crear unas infraestructuras industriales y militares que puedan hacer frente a la potencia dominante que en este caso era GB . Alemania perdió . Rusia y EU salieron vencedoras. Francia y GB perdieron y ganaron. Perdieron colonias pero les quedó Europa con la excepción de una Rusia industrializada y armada. Paso de los siervos del zar a los militantes del partido único. El mundo quedó dividido entre democracias apartheid y partidos únicos como la España de Franco y otros muchos. Francia en sus laureles de su revolución no reaccionó al mundo que se avecinaba. Los anglos sionistas se fueron haciendo fuertes y en la continuación de la guerra por otros medios dejaron a Francia en un limbo del que apenas le quedan energías para salir ni con sus misiles nucleares. Napoleón nunca fue europeo nunca lucho para industrializar Egipto Haití Portugal….Rusia se quedó con los partidos únicos que ayudaron a industrializar y armar al resto del mundo. La guerra fria caliente continúa. Francia como otros busca un lugar en el sol actual en este mundo unipolar multipolar de todos y de nadie. Triste pero real los tres dioses únicos no se ponen de acuerdo de quien es el único viven juntos pero se han hecho muy viejos. Los demás no entienden desde fuera. El problema puede que sea la India cuando se quede sin sus dioses . Sin dioses el mundo es de los misiles.
JP Quiñonero says
José.
La palabra de Francia cuenta en la Europa de hoy, Macron.
Las ideas de Francia, véase Aron, son indispensables para comprender Europa, hoy, ayer y mañana…
… Temo que no pueda decirse lo mismo de España, Cataluña incluida,
Q.-