Boulevard de Clichy, 8 febrero 2024. Foto JPQ.
Los negocios parisinos son cosa mía; el resto, de los colegas.
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Desde el 2016, Francia permite la prostitución, la “solicitación” pasiva o activa de relaciones sexuales “tarifadas libremente”, pero castiga a los clientes, hombres, mujeres o trans, con penas de 1.000 a 3.750 euros.
En su día, la Ley del 13 de abril de 2016, durante la presidencia de François Hollande, siendo primer ministro Manuel Valls, fue presentada como “un avance significativo de los derechos de la mujer”. Prostíbulos y proxenetismo habían sido abolidos jurídicamente entre 1946 y 1949.
En la práctica, sin embargo, prostíbulos y prostitutas siguen siendo relativamente “visibles”, en París y ciudades de provincias, en lugares muy concurridos.
En París, en la salida del metro Strasbourg – Saint-Denis, ante un legendario Arco del triunfo, en homenaje de Luis XIV, numerosas prostitutas asiáticas, vestidas de riguroso negro, intentan encontrar clientes entre la multitud de hombres y mujeres que circulan por los bulevares más populares de la capital de Francia.
En la famosa Rue Saint-Denis (inmortalizada en una película de Billy Wilder contando la historia de una prostituta sentimental, “Irma la dulce”, interpretada por Shirley Mac Laine y Jack Lemmon) siempre están abiertas cabinas de vídeo y venta de productos y objetos destinados a las relaciones sexuales.
En el Bosque de Bolonia, inmortalizado por Marcel Proust, evocando las niñas y señoras aristocráticas de principios del siglo XX, los comercios sexuales más variopintos provocan redadas policiales con bastante regularidad.
En las cafeterías de los Campos Elíseos y algunos hoteles de lujo próximos, no es difícil cruzarse con elegantes señoras y señoritas que aceptan gustosas invitaciones a una copa de champagne, comienzo de una fructífera relación amistosa.
En términos puramente estadísticos y sociales, las cifras “optimistas” de sucesivos gobiernos no coinciden en absoluto con las cifras de las organizaciones de solidaridad con las mujeres explotadas sexualmente, cuando ha crecido de modo alarmante la prostitución infantil.
Según el ministerio del Interior, en Francia (68 millones de habitantes), entre 30.000 y 50.000 personas (mujeres, hombres y trans) “son víctimas de la la prostitución” (cifras del 2022), cuando unos 10.000 niños se han convertido en un nuevo “mercado prostibulario”.
Sin embargo, varias organizaciones no gubernamentales barajan la cifra de 120.000 a 150.000 personas que “ofrecen servicios sexuales remunerados”. El 85 % serían mujeres. El resto, hombres y trans.
La estadísticas oficiales y oficiosas coinciden en un punto: crece de manera significativa la llegada de extranjeras víctimas del tráfico de seres humanos, entre Francia, Europa del Este, Europa y Asia. El “mercado” de la prostitución infantil es esencialmente autóctono. ABC, Desde permisos de maternidad para prostitutas en Bélgica hasta la persecución de los clientes en Francia: así se regula en Europa.
Jose says
Unos venden sus cuerpos voluntariamente o involuntariamente bajo presión y otros compran cuerpos ajenos. Cambian las formas pero no el comportamiento y a veces ni las formas. Solo aquellos que juegan con la muerte entienden algo de la época que les ha tocado vivir. Sea en los prostíbulos en las fábricas en las guerras …los cuerpos se convierten en mercancías y tienen un precio en el mercado. Cuando todo se llena de leyes es que no las hay o no sirven para cambiar comportamientos. Todo es comprar y vender y cuando no es botín.
JP Quiñonero says
José,
Bastante amén.
Q.-