Boulevard du Palais, 16 julio 2024. Foto JPQ.
“Ese reloj -el reloj de la Tour de l’Horloge- es la última versión, restaurada, del primer reloj público instalado en ese mismo lugar en 1370, en la esquina norte del Palais de la Cité, residencia de los reyes de Francia entre el siglo X y el siglo XIV…” → Francia de ayer, Francia de mañana, entre el asesinato de París y el Ángel de la historia.
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A última hora de la tarde del martes, Emmanuel Macron anunció que aceptaba la dimisión de Gabriel Attal, primer ministro, jefe de un Gobierno forzosamente dimitido, en pleno.
Francia quedará gobernada por un equipo de ministros en funciones, que solo podrán tomar medidas técnicas, cuando el Tribunal de Cuentas estima que las finanzas de la Nación se encuentran “en un estado inquietante”.
Se trata de una situación desastrosa e inédita desde la fundación de la V República, entre 1958 y 1962.
Tras su derrota personal, la derrota de su partido y sus amigos políticos, en la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas, el domingo día 7 pasado, Macron se tomó nueve días para aceptar la dimisión de su primer ministro, publicando un comunicado de seis líneas para anunciar un largo e imprevisible proceso, sin precedentes en la historia del régimen.
“Con el fin de intentar que este periodo se acabe lo más rápidamente posible”, dice Macron, “las fuerzas republicanas deben construir un proyecto común de acciones al servicio de Francia y los franceses”.
Tras tan brevísimas y elípticas frases, Macron propone un proceso largo y complejo, sin precedentes nacionales: rechaza los proyectos de los bloques mayoritarios, el Nuevo Frente Popular (NFP), que integra a todas las izquierdas, y Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen.
Macron desea que sus amigos políticos y personalidades de izquierda moderada, reformistas, centristas y derecha tradicional, calificadas de “fuerzas republicanas”, negocien un proyecto común. El presidente rechaza los extremos, y espera que el resto del abanico político nacional negocie un proyecto ecuménico, que no ha existido hasta ahora.
La nueva Asamblea Nacional (AN) podrá reunirse a partir del miércoles día 18, pero, de entrada, tampoco podrá decidir nada, limitándose a consumar un reparto de puestos parlamentarios, antes de tomarse las vacaciones, a finales de mes o primeros de agosto, a más tardar. Se teme que Francia continúe sin gobierno hasta finales de agosto, o más tarde.
El NFP, el bloque electoral que ganó las elecciones, se han dividido en cuatro grupos parlamentarios, que no consiguen proponer un jefe de gobierno común. Mal podría presentar un proyecto de gobierno propio.
AN y los amigos de Marine Le Pen forman el grupo más homogéneo y mayoritario, pero están solos. Sin posible mayoría gubernamental.
Los Republicanos (LR, derecha histórica) tienen un grupo minoritario de 45 diputados.
Para poder gobernar, sin riesgos de censura rápida, son necesarios 289 diputados para tener la mayoría absoluta en una Asamblea Nacional (AN) de 577 escaños.
Renacimiento y los amigos centristas de Macron suman, en total, 168 diputados. Pero se han dividido en dos grandes tendencias. Attal, primer ministro dimitido, sueña con la formación de un gobierno de concentración nacional, del que pudieran formar parte algunos socialistas y algunos conservadores. Darmanin, ministro del Interior, en funciones, sueña con una alianza entre los macronistas y la derecha tradicional.
¿Cuánto tiempo pudiera tomar la negociación de una coalición de centro-izquierda o centro-derecha, difícilmente mayoritaria, tal como desea el presidente Macron? Pues vaya usted a saber. Dias, semanas, meses. Nadie puede saber literalmente nada de unas negociaciones que no tienen precedentes.
Ese rosario de catástrofes tiene una gran “ventaja”: el gobierno técnico, en funciones, no podrá ser víctima de una moción de censura. Ni Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, ni el Nuevo Frente Popular (NFP), que reúne a todas las izquierdas, divididas, antes siquiera de haber conseguido proponer un candidato como jefe de gobierno, podrán votar la censura contra un gobierno que “no existe”.
Marine Le Pen se frota las manos: la situación de crisis nacional grave puede favorecer el crecimiento del voto popular de la extrema derecha.
Horas antes que Macron aceptase la dimisión de su jefe de Gobierno, el Tribunal de Cuentas publicaba su informe anual sobre el estado de las cuentas de la Nación, que comienza con esta conclusión: “Las finanzas públicas francesas se encuentran en una situación inquietante”.
Tras constatar que los sucesivos gobiernos de Macron no tomaron las medidas necesarias para cumplir los compromisos con la zona euro, el Tribunal estima que los déficits del Estado y la deuda pública corren el riesgo de ser una amenaza potencial para la moneda única. ABC, Francia tiene al Gobierno en funciones y las cuentas públicas se hallan en “estado inquietante” + PDF.
Jose says
Todo empezó con el reloj mecánico en el siglo catorce. Hasta el emperador chino recibió a los jesuitas para ver cosas mecánicas que se movían solas y señalaban las horas del día atrás quedaban las clepsidras el reloj de sol y otros no mecánicos. Se fue perfeccionando hasta la actualidad. El tiempo humano fue desapareciendo hasta quedar reducido a números. El amanecer el atardecer el medio día que dieron lo mejor del arte antiguo con sus estaciones ese tiempo desapareció. Entro la maquina con sus números y acabo con casi todo. Las veinticuatro horas los siete días de la semana la mayoría están esclavizados con los herederos del reloj mecánico los nuevos relojes son inteligentes unos tienen cogidos de pies y manos. En París Roma Madrid ….se van parando y ya no los cuidan sino dan beneficios. Ahora en plena revolución nanotecnológicas interesa el tiempo nuclear no por nada para ver quien llega primero y los nanosegundos son muy importantes. Con el reloj empezó un progreso que puede que nos lleve al fin del tiempo.
JP Quiñonero says
José,
En materia de relojes… hace muchos años, me robaron, a punta de navaja, en una playa del Maresme catalán, Caldetes, un reloj muy caro, muy caro.
Me llevé un berrinche considerable.
Y me compré un Swatch … estoy encantado… cada tres o cuatro años, cambio de modelo: por noventa euros me quedo tan contento… Y sigo, claro,
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