Los treinta años gloriosos después de la guerra se acabaron. Los treinta últimos años del neoliberalismo se acabaron. Solo nos queda a los europeos buscar la salvación individual de los trescientos quinientos millones de europeos. Quisimos dirigir a los ocho o nueve mil millones de habitantes de la tierra y ahora ahí problemas para salir adelante nosotros solos. No tenemos estados nación no tenemos unión europea solo podemos ver un mercado que funciona a trancas y barrancas hacia un caos difícil de controlar. Los muros de las ciudades se llenan de mensajes que nadie ve . El individuo en medio de palacios catedrales grandes edificios se ve reducido a la máxima mínima expresión. En su soledad entre la masa la multitud reza a nadie ni para él. Busca una salvación que no encuentra en la acumulación de alternativas acumuladas a lo largo de los milenios culturales que lo precedieron. En el punto acontecimiento actual está todo presente en el bolsillo de cualquier europeo y también en los muros de la ciudad solo algunos arqueólogos que estudian la actualidad encuentran señales de lo que hemos sido y somos en medio de las ruinas de la historia. Los grandes maestros forman parte de la basura que inunda nuestra víscera cerebral. Cuerpos que se mueven por las megalópolis solo con la columna vertebral desde la cabeza a los pies sin programa conocido. Es el punto del presente global e individual.
soJose says
Los treinta años gloriosos después de la guerra se acabaron. Los treinta últimos años del neoliberalismo se acabaron. Solo nos queda a los europeos buscar la salvación individual de los trescientos quinientos millones de europeos. Quisimos dirigir a los ocho o nueve mil millones de habitantes de la tierra y ahora ahí problemas para salir adelante nosotros solos. No tenemos estados nación no tenemos unión europea solo podemos ver un mercado que funciona a trancas y barrancas hacia un caos difícil de controlar. Los muros de las ciudades se llenan de mensajes que nadie ve . El individuo en medio de palacios catedrales grandes edificios se ve reducido a la máxima mínima expresión. En su soledad entre la masa la multitud reza a nadie ni para él. Busca una salvación que no encuentra en la acumulación de alternativas acumuladas a lo largo de los milenios culturales que lo precedieron. En el punto acontecimiento actual está todo presente en el bolsillo de cualquier europeo y también en los muros de la ciudad solo algunos arqueólogos que estudian la actualidad encuentran señales de lo que hemos sido y somos en medio de las ruinas de la historia. Los grandes maestros forman parte de la basura que inunda nuestra víscera cerebral. Cuerpos que se mueven por las megalópolis solo con la columna vertebral desde la cabeza a los pies sin programa conocido. Es el punto del presente global e individual.
JP Quiñonero says
José,
«Virgencita, virgencia…»
A ver…
Q.-