
Le Figaro, 1 abril 2025.
«Más madera..!».
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Marine Le Pen, fundadora de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), espera convertir en munición de guerra política la decisión del Tribunal de París de condenarla a cuatro años de prisión (dos de ellos en firme) y cinco de inhabilitación, con ejecución inmediata, más una multa de 100.000 euros, por malversación de fondos públicos europeos en banda organizada, abriendo cuatro grandes batallas en una Francia en crisis interna grave.
Horas después de conocerse su condena, Le Pen denunció un “golpe de Estado judicial”, para “impedir” que presente su candidatura a la presidenta de la República.
En unas declaraciones a TF1, primera cadena de tv, privada a primera hora de la noche del lunes, Le Pen lanzó la gran campaña personal contra su condena, anunciando una batalla excepcionalmente dura contra las instituciones judiciales del Estado: “Esa sentencia es una violación de todos los fundamentos del Estado de derecho, por razones políticas”.
A juicio de Le Pen, el “golpe de Estado judicial”, contra ella, es una amenaza, así mismo, contra todo el sistema político nacional, por esta razón: “¿Qué legitimidad tendrá el próximo presidente de la República, tras mi eliminación política? Los jueces han tomado una decisión política, violando los principios básicos del funcionamiento democrático”.
Le Pen presentará “muy rápidamente” un recurso de suspensión de la sentencia, anunciando una batalla jurídica de grandes e imprevisibles proporciones. La presidenta del primer partido de Francia rechaza y denuncia una sentencia que castiga su comportamiento y el comportamiento de su partido contra los presupuestos del Parlamento Europeo.
Le Pen estima que la Francia de Emmanuel Macron “recurre a prácticas propias de los regímenes autoritarios, algo escandaloso… millones de franceses han sido privados de la candidata que ellos apoyan y defienden, algo propio de regímenes sin democracia”.
Batalla y guerra política con muchas dimensiones internacionales, como demuestran las reacciones de Vladimir Putin, Viktor Orban, Elon Musk, saliendo en defensa de Le Pen, denunciando un conflicto político de alcance continental: la Europa de las extremas derechas apoyada por los más altos representantes del conservadurismo autoritario.
Las reacciones estrictamente nacionales confirman, por su parte, que, en verdad, la sentencia contra Le Pen también tiene una dimensión “sistémica” contra la crisis política de fondo donde Francia está empantanada, desde las elecciones anticipadas del año pasado, cuando Agrupación Nacional (AN) se convirtió en el primer partido parlamentario.
François Bayrou, primer ministro de un gobierno en cuarentena, bajo la presidencia sin poder de Emmanuel Macron, reaccionó de este modo a la condena judicial de Le Pen: “No tengo nada que decir en el plano jurídico. En el plano político me siento trastornado por sus posibles y temibles consecuencias”.
PS, PCF, La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), fuerzas minoritarias, apoyan la sentencia. La derecha tradicional y los centristas próximos a Macron también. Sin embargo, los amigos políticos de Le Pen reaccionan en tromba.
Jordan Bardella, posible sucesor de la fundadora de AN, declara: “Vivimos un escándalo democrático. Debemos lanzar una respuesta firme, la movilización popular y pacífica contra una sentencia injusta, escandalosa. Los jueces han dictado una sentencia política, con el fin de impedir que Marine Le Pen llegue al Elíseo, la jefatura del Estado. No estamos ante un gobierno de jueces. Estamos ante la tiranía de los jueces, intentando privar de su palabra al pueblo francés…”.
Declaración que va mucho más allá de la mera “diferencia” política o judicial. Se trata de una ofensiva dura y brutal contra el poder judicial, uno de los pilares del sistema democrático. En esa misma línea, Frédéric Falco, diputado de extrema derecha, agrega: “La democracia está amenazada. Estamos ante un golpe de Estado institucional”.
Consciente de la gravedad de la ofensiva ultra y populista contra el Estado y la judicatura, el Consejo Superior de la Magistratura (CSM), que es la institución consagrada a la defensa e independencia del modelo judicial, reaccionó a las críticas de la sentencia de este modo: “Las amenazas directas contra los magistrados y las denuncias ultra sobre lo bien fundado de la condena no pueden ser aceptadas en una sociedad democrática”.
A través de sus abogados, Le Pen, por su parte, anunció la presentación de un recurso contra la sentencia. La fundadora de AN espera que ese recurso le permita ser candidata a la jefatura del Estado en las próximas elecciones presidenciales, el 2027, si no se convocan con anticipación.
El recurso es una batalla política de fondo, difícil de ganar, pero muy «útil» como «banderín de enganche» político y electoral, para ella y para su partido. Mientras el tribunal correspondiente estudie su recurso, Le Pen y su partido harán campaña contra el poder judicial, contra el gobierno, contra los medios de comunicación hostiles. Agrupación Nacional (AN) es hoy el primer partido de Francia, con el mayor grupo parlamentario, y su fundadora espera ampliar su implantación, recurriendo al populismo anti sistema.
Tras esa línea de ataque y ocupación del terreno, las reacciones de los amigos y fieles de Le Pen insisten en denunciar un «golpe de Estado jurídico». Justificando su sentencia, la presidenta del Tribunal insistió en que los jueces se habían limitado a juzgar los delitos, sin entrar en política. Contra la sentencia, Le Pen hará campaña presentándose como «víctima» de una justicia «política» que pretende hundir su carrera personal.
Según todos los sondeos, Marine Le Pen contaría con más de un 30 % de intenciones de voto, en caso de poder presentarse a unas elecciones presidenciales, hoy… se trata de un «capital» de popularidad único. Le Pen y Jordan Bardella, su futuro sucesor, son figuras políticas muy populares… Le Pen espera convertir esa popularidad en un arma de resistencia contra su condena judicial, presentándose como «garante» de la estabilidad política.
Como presidenta del grupo parlamentario más importante en la Asamblea Nacional (124 diputados en una AN de 577 escaños), Le Pen puede lanzar cuando lo considere oportuno un voto de censura contra el gobierno de François Bayrou, con Emmanuel Macron como presidente, privado de poder ejecutivo. Fue Le Pen quien precipitó la censura, crisis y caida de Michel Barnier, el primer ministro nombrado el mes de septiembre pasado, víctima de un voto de censura a mediados de diciembre. Su sucesor, Bayrou, se ha apresurado a subrayar que, a su modo de ver, la condena de Le Pen podría ser «peligrosa». En esas estamos…
Los amigos y aliados de Le Pen en la escena internacional, por su parte, han recordado la dimensión europea de la crisis francesa. Jordan Bardella es el presidente de Patriotas por Europa (PPE), el grupo parlamentario de Viktor Orban, hostil a la UE, amigo y propagandista de Vladimir Putin y Donald Trump.
Parece previsible esperar que Bardella utilizará las tribunas del PE y sus relaciones personales con la elite de las extremas derechas europeas para combatir la sentencia judicial contra Le Pen en la escena internacional.
La gravísima sentencia del Tribunal de París es una amenaza grave para el futuro político personal para Le Pen. Pero ella espera convertir esa sentencia en «munición» política-populista, que puede hacer estragos desestabilizantes de un alcance imprevisible. ABC, El futuro de Marine Le Pen: no tira la toalla y espera usar su condena como munición contra la Justicia y el sistema político + PDF.
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Con lo bonito que era el estado de los tres poderes legislativo judicial ejecutivo incluso podíamos añadir el de información para que los ciudadanos pudiesen tener la sensación de ser libres en un estado racional con leyes que los protegieran. Cómo siempre la realidad está oculta aunque esté delante de nuestros ojos. Las élites y su guerra entre ellas son las que dirigen el cotarro político. No nos dicen quienes compran políticos jueces policías militares periodistas creando un juego sucio sucio que dejan a los ciudadanos votantes sin criterio para votar. No estamos tan lejos de las democracias esclavistas hoy democracias apartheid donde el poderoso caballero don dinero puede comprarlo casi todo. Primero se compran votaciones que llenan las cámaras legislativas después los sistemas judiciales y al final las instituciones que forman el estado y para ir un poco más lejos lo privatizan todo con dinero público que queda en unas pocas manos que deciden como tienen que vivir las multitudes negándoles la autonomía de la buena vida que siempre han proclamado las utopías hoy transformadas en distopías. Sin derechas ni izquierdas estamos flotando en un espacio donde no se sabe donde está la derecha ni la izquierda ni el arriba ni el abajo.
José.
De manera una miqueta y directa: «No hay pan para tanto chorizo….»
Q.-