Goya, Duelo a garrotazos (1820–23). Óleo /lienzo,123 x 266 cm.
Museo del Prado
Que la prensa de Mercosur celebre —-en inglés—- el Día Nacional de Gibraltar, en nombre de la Hispanidad, supongo que debe silenciarse en Madrid en nombre de la dignidad nacional ultrajada.
En Madrid —-“Babilonia de Naciones no bien alojadas”, según Baltasar Gracían, que pagó muy caro su visión personal del problema catalán—-, sospecho que tendrán cierto eco las declaraciones del president Maragall presentando de este modo la Diada de l´Onze de Setembre: “Un proyecto que consiste en dotar a Catalunya de los instrumentos que le hacen falta para convertirse en una nación europea, en el marco del Estado español, puntera en todos los terrenos”.
Por el contrario, las manifestaciones de gente tirándose a la calle pidiendo agua, no sé si para beber, regar o construir terrenos de golf, solo merece el desprecio altivo de versiones evidentemente antagónicas:
* Para unos, solo hubo 30.000 personas y las reivindicaciones de los manifestantes son una insensatez oportunista, creando nuevos enfrentamientos territoriales entre Alicante y Valencia. Se da por supuesto que esas 30.000 personas son una banda de privilegiados, pidiendo injusticias canallescas al Estado que protege sus privilegios.
* Para otros, la Policía Local contabilizó 150.000 manifestantes. Y la Delegación del gobierno redujo la cifra a los 50.000. Según esta segunda y bien intencionada versión —-aparentemente—-, los manifestantes se habrían convertido en un “río humano”. Río seco, ya que gritaban, entre otras estas provocaciones intolerables: “Desaladoras y sequía, la misma porquería”.
Ciegos, sordos y envueltos en las mortajas de sus banderas patrióticas, los próceres nacionales (españoles, catalanes, gibraltareños, etc.) quizá no puedan percibir que tirarse a la calle para pedir agua, o matarse a garrotazos para controlar un pozo, continúa siendo una maldición bíblica, cuya versión contemporánea es el entierro de la Sardina audiovisual, salpicado de basura ideológica, para mejor sembrar la peste cainita a través de los medios de (in) comunicación de masas.
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Se me ocurre parodiar un juego de palabras que hacíamos en el viejo Informaciones con los títulos de los primeros libros de Juan Benet: “Volverás a Caína, pero Nunca llegarás a nada”.
Passy says
Estimado Juan Pedro:
Hace tiempo que esperaba ver en tu blog el cuadro que hoy reproduces. Muchos de tus comentarios lo tiene como fondo, como marca de agua. A veces creo que aciertas, pero otras -permíteme el atrevimiento- me parece que exageras. De tu Caína puede hablarse en cualquier parte de Occidente (no sé cómo se le podría llamar en Oriente) porque es un mito occidental. Tal vez el arte español tenga el honor de haber representado el cainismo mejor que otros, pero todos tienen la misma raíz.
Feliz domingo.
P.D. ¿Qué tal te sienta la escisión? Arte y Periodismo, Jekyll y Hyde, Blog y Blog.
Juan Pedro Quiñonero says
Querido Miguel,
Pués NO sé que decirte. Tu mismo citas con mucha finura a Rothko (http://leache.blogspot.com/2005/09/produccin-de-efectos.html)
Diciendo lo que dice: que el arte es una parte esencial de la realidad. Es una parte de la realidad inmaterial o espiritual que en Alejandría llaman Logos…
Goya NO se si “refleja” España. Sí estoy convencido que España es incomprensible sin Goya, que dice lo que dice de España. Y eso que dice Goya de España es una realidad muy honda que forma parte indisociable de nosotros mismos.
Esa realidad cainita —-y aquí soy quien habla—- echa sus raíces con la Picaresca.
Gracilaso todavía veía Ninfas en el Tajo. Quevedo solo veía negros culebrones y sierpes envenenadas, que él confundía con los judíos, con una visión tirando a fáustica de España: “Miré los muros de la patría mía…”.