Foto by Weegee
Hasta cierta edad, la vieja dama presumía de tener principios y defender -en el ajado salón de su antigua residencia familiar- las opiniones propias de sus rancia alcurnia. Pero las tentaciones, vicios y debilidades la obligaron a alquilar y terminar vendiendo el edificio donde ahora recibe, como alcahueta, a jóvenes de muy distinto sexo que aspiran a trepar vendiendo sin pudor sus cuerpos desnudos, maquillados al gusto del momento y expuestos a muy bajo precio en las desérticas galerías de su vetusta morada, convertida por codicia en prostíbulo virtual.
Deja una respuesta