Ayer murió, tras una larga enfermedad, Jean Baudrillard, sociólogo, crítico de la cultura, el último de los epígonos de un pensamiento francés agonizante, que comenzó siendo un discípulo de los maestros de los años 60 del siglo XX, como Roland Barthes, y terminó encerrándose en una bizantina torre de cristal que lo alejó de la realidad vertiginosamente.
Baudrillard fue uno de los creadores de la revista Utopie (1967/1980), y su obra comenzó siendo una crítica de la sociedad consumista. Le système des objets (1968), La société de comsommation (1970), Pour une critique de l’économie politique du signe (1972), L’effet Beaubourg (1977) fueron ensayos relativamente originales, en la estela de los epígonos de la Escuela de Frankfurt.
Profesor universitario poco estimado por sus pares, Baudrillard comenzó a alejarse de la realidad inmediata a partir de los años 80 del siglo pasado. Lejos ya del empirismo marxista, comenzó a publicar ensayos siempre más paradójicos, elaborando una magra teoría del “simulacro” y la “hiperealidad”, a partir de una sentencia celebérrima: “El simulacro no es lo que oculta la verdad. Es la verdad la que oculta que no hay verdad. El simulacro es lo verdadero”.
A partir de ese elogio personal del relativismo absoluto, Baudrillard no llegó a construir una teoría crítica, a la manera de la “deconstrucción” de Jacques Derrida, su contemporáneo. Baudrillard se adentró por un bizantino camino sembrado de paradojas, que hicieron las delicias de un público siempre más exiguo.
¿La realidad? Una impostura, “creada” por los medios de comunicación. ¿Los medios de comunicación? Unas maquinarias ciegas y sonámbulas, inventando una realidad ficticia. Avanzando por ese vidrioso terreno, y obsesionado con “interpretar” la realidad, Baudrillard terminó por perderse en la oscuridad de sus teorías.
Es legendaria su primera profecía: no estallaría la primera Guerra del Golfo. Cuando estalló y fue ganada por las tropas de una coalición militar de la que formaba parte España (Felipe González), Baudrillard publicó su famoso ensayo afirmando que, en verdad, la guerra “no había existido”: todo era pura realidad virtual de los gigantescos medios audiovisuales. Había una paradoja trágica e irónica en sus sucesivas profecías.
Con motivo del magnicidio del 11-S, Baudrillard publicó en Liberation un celebérrimo artículo culpado a los EE.UU. de su suerte atroz, en estos términos: “La insoportable superpotencia norteamericana ha fomentado toda esta violencia infusa, esta imaginación terrorista que, sin saberlo, nos habita a todos”.
El mes de mayo del 2005, Baudrillard publicó en Liberation el último de sus artículos proféticos: pidiendo el no de Francia al proyecto de Constitución europea. El ensayista afirmaba que el no francés era “una respuesta y un desafío a un principio hegemónico que viene de arriba”. En este caso, Baudrillard acertó. Los franceses votaron no. La construcción política de Europa se precipitó en una de las crisis más graves de su historia y Francia se hundía un poco más en el letargo de sus ideas muertas.
paraules says
Inicio el corrillo (me encanta) mañanero y luego ya os dejo, que me voy :
Debe ser terrible caer en la cuenta de que se ha sido un producto de consumo más.
Leía en el blog (corrillo) de El llibreter que hay una reacción en Francia contra la dictadura de la lingüística, a favor de la gramática tradicional y en nombre del humanismo. Quizá sea un volver a unas ideas que se pretendía haber asesinado pero que, precisamente, son las únicas que siguen vivas.
Lola
Passy says
Baudrillard no le gustaba a mucha gente y yo ya lo entiendo. Una vez le pregunté a S. por qué los filósofos franceses habían dejado de dar respuestas. No recuerdo qué me respondió; algo así como que era el tiempo de las preguntas. A mí siempre me vino bien. Ir más al norte me produce mucha dificultad y en París estoy como en casa.
No resulta agradable, pero en cuanto a los que fueron referencias personales, uno no está ya más que para escribir obituarios, como el Pereira de Tabucchi.
De todas formas, se agradece tu elegancia a la vista de tu escasa aficíón por el autor.
saludos.
Gregorio Luri says
Si el simulacro es la verdad (dejemos sin considerar si esta afirmación es o no un simulacro) y la verdad ha perdido su valor orientador, siempre podríamos aferrarnos a la necesidad de salud. Y, desde esta perspectiva uno descubre muy poco interés en las filosofías que se dedican a cultivar un cierto regusto morboso del gesto. Llevo años intentando comprender el interés que despierta Baudrillard entre algunos relevantes teóricos del diseño berceloneses. No lo consigo, pero quizás ahí se encuentre la clave de la patología de algunos objetos del último diseño.
JP Quiñonero says
Lola, Gregorio,
«.. de los estragos de la polución parisina en los suburbios universitarios y periodísticos catalaunico-carpetovetónicos..»,
Q.-
Lola: ¡Buen viaje romanoooooo..!
JP Quiñonero says
Miguel,
Creo ser un ejemplo casi ideal de víctima de las modas culturales francesas. En mi adolescencia, devoré cantidades contaminantes de RBarthes, MFoucault, LAlthusser, etc. (CLStrauss era y es una muy otra cosa, claro). Por no hablar de una larguísima retahíla de epígonos, entre los que se encuentra JB.
El día que LAlthusser estranguló a su esposa comprendí que la locura también podía ser algo peligroso, y no solo un pretexto para elucubrar sobre “máquinas deseantes” (GDeleuze, etc.).
El día que MFoucault saludó al ayatola Jomeini como ¡un nuevo faro moral!, en primera página de Le Monde, comprendí que su afición a los antros sadomasoquistas de San Francisco también ocultaba (mientras lo ocultó) cosas poco brillantes para la historia de sus ideas.
El día que abrí el Discurso amoroso de RBarthes, pocos años antes de su patético accidente, comprendí que el maestro (Barthes si era un maestro, a pesar de sus penosos descarríos teórico-bretchianos-etc.) anunciaba su ruptura con todo aquello que había perdido mi adolescencia. Y también yo abandoné el carro.
JB siguió dale que te pego por las tierras epigonales de aquellos lúgubres baldíos. Y yo descubría, encantado, que, en verdad, la genuina filosofía, crítica literaria y crítica de la cultura francesa ni tuvo, ni tenía, ni tienen literalmente nada que ver con todos los descarríos del difunto “pensamiento” francés que los avispados editores consiguen continuar malvendiendo, en el mercado de las ideas muertas.
De Levinas a LFerry, pasando por Paul Ricoeur, hay un pensamiento francés víctima de las sucesivas mareas negras de las modas parisinas, haciendo estragos en los suburbios universitarios cataláunico-carpetovetónicos.
Los grandes críticos literarios franceses no tenían nada que ver con la logomaquia de Tel Quel y son PBenichou y MFumaroli…
De ahí mi convencimiento profundo: ¡es necesario denunciar el imperio de las ideas muertas, vendidas como “moda”, difunta antes de llegar a ser realidad, pura irrealidad fúnebre..!
¿Es necesario recordar hasta que punto los epígonos carpetovetónicos de JB y Cía. continúan vendiendo burros muertos en las páginas de los periódicos más selectos y no por eso peor informados, en este terreno..?
Te pido perdón por tan largo posdata. Estoy seguro que comprendes mi cólera, más o menos, claro,
Q.
Passy says
Bien. Fin de la elegancia. Aquí llega JPQ en estado puro.
Tal vez me he quedado con el ancla echada en la rive gauche como las peniches negras bajo el Pont Neuf. Tal vez son restos de los restos que se resisten a abandonar los últios reductos de lo que fue y ya no es. De todas formas ,estimado Juan Pedro, no sé si esta primavera podré darme una vuelta por la rue de Seine; pero si es así, tendrás que dejarte invitar, al menos a un cafe, en Saint Sulpice. Semejante exordio lo merece.
un abrazo
Luis Rivera says
U el día que Garaudy se pasó al islam, no se si tendrías en cuenta en tu lista de desastres.
Un saludo. Luis
maty says
Leyéndoos es constatar una vez más mi ignorancia supina en estas lides.
Nunca he seguido una ideología, creencia,… eso de que otros me digan lo que está bien o mal nunca ha ido con mi carácter.
El problema del «pensamiento moderno» es que huye de la realidad, recurriendo a artificios a cada cual más complejos. Yo soy más pedestre, confío más en la metodología y el rigor científico, que es casi lo único que nos diferencia respecto a los hombres que nos precedieron siglos ha, y que permite avanzar.
Siempre he sido de la idea de que antes de empaparme de la actualidad de la literatura, del pensamiento,… es mejor subsanar primero mis carencias yendo al estudio/lectura de los clásicos.
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@ Quiño
Acabo de reseñar (y en negrita):
Solidaridad.net La larga sombra del racismo anti-negro
¿Qué sabes al respecto? Confío en tu criterio.
Claudio says
Sobre simulacros y la verdad, es un problema de la Modernidad que entra en crisis. Baudrillard es un espejo que refleja esa crisis.
La Basura
JP Quiñonero says
Luis, Maty,
Maty.. negro tengo yo el día..
Luis.. no sé que es peor si convertirse al islam o estrangular a la esposa.. entre locos, me quedo con los pacíficos, digo yo, sin ofender a nadie, claro,
Q.-
JP Quiñonero says
Claudio, Miguel..
Claudio… toda esa retórica modernosyposmodernos se me antoja a estas alturas pura gangacenicienta y muerta.. todos estamos condenados a ser contemporáneos de nosotros mismos… los hay que ideas que algo dicen de la realidad y los hay con ideas muertas que creen hablar de crisis cuando hablan de propia crisis e insignificancia..
Miguel… hombre lo de «se acabó la elegancia»… supongo que te referirás al cadáver capaz de hacer frasecitas graciosas y gracietas con millares de cadáveres, que él es incapaz de cubrir con el manto de alguna piedad, siempre presto a discurir sobre bizantinas tesis retóricas y chistes sobre la irrealidad de la guerra… la guerra y el terror son cosas demasiado graves y reales para discursear sin saber de lo que se está hablando… sorry: este también soy yo mismo (¡como si pudiera ser el vecino..!) me tienes a tu disposición desde hace años para tomar ese café..
Q.-
Claudio says
Hola,
No tengo aquí los textos. Ya te mandaré alguna cosa interesante para que veas que es una distinción muy importante. La crisis de la Modernidad, es real, porque se apoya en bases que ya no existen y que fueron falsas. En mi artículo La Basura, (ver arriba) se ve algo de esa dicotomía.
Un abrazo
JP Quiñonero says
Claudio,
Oye, que está totalmente claro. Mi resistencia a entrar en esos galimatías teóricos (¡de los que yo mismo he sido fervoroso partidario..!) es para intentar aportar alguna vaga sensatez (¿?), volviendo a una cosa tan simple como es la de ser capaz de mirar la realidad y las cosas del arte y la cultura con un mínimo de respeto hacia ellas mismas..
Todo eso de la Modernidad viene de la Mala Traducción al francés y al castellano de las originales polémicas anglosajonas.. donde el Modernism no tiene nada que ver con nuestro Modernismo, si no con nuestras difuntas vanguardias… convertidas en un río de Basura (en efecto) que todo lo pudre, menos la cuenta corriente de quienes comercian con ideas muertas.
Dicho todo eso: ¡¡solo hay que mirar la publicidad o cualquier chismito más o menos artístico para comprobar que la vida y el arte siguen sus caminoooooooooooooooooosssss…!
Q.-
PS. Dicho sea todo eso con respeto, simpatía y amistosa cordialidad, claro.
maty says
Fogonazos El ojo de Gabo
JP Quiñonero says
Maty,
Quienes los trataron en París, hace siglos, cuentan viejas historias de faldas…
Q.-