Plazadel’Odeon, 6 noviembre 08. Foto JPQ.

-¿Usted cree que puede comerse un menú rebajado de 7.80 a 6.50 euros..?
-Bueno…

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Como en tantas otras cosas, en mi caso, todo comienza con una cita de la Recherche… “¿No debiera escribir mi libro a la manera que Françoise prepara su boeuf mode..?” En otro momento, Proust se confiesa: “Si algún día me faltase papel, me haría panadero. Hay algo muy noble en la tarea de dar a los hombres su pan de cada día”.

Casi todo está dicho: la escritura es una suerte de cocina donde se prepara la comunión de los hombres con su cuerpo, sus almas, sus vidas, su tierra. El terroir francés es tan importante para el vino y la cocina como la heimat de la lengua alemana para la tierra, la patria natal y última.

De ahí que lea con devoción infantil el Dossier de Le Magazine Littéraire titulado Littérature et gastronomie, donde se cuenta casi todo sobre literatura y gastronomías francesas, de Rabelais a Proust, justamente.

Yo hubiera añadido el Celine visionario de la comida basura, los grandes banquetes familiares y eróticos en Tolstoi y Thomas Mann, la comida de fonda madrileña en Galdós, los pésoles del Maresme de Pla, la última cena del Gatopardo viscontiniano, las cocinas de Occidente de Álvaro Cunqueiro, La Casa de Lúculo de Julio Camba, la dulcería en la gran poesía arábigoandaluza, los pucheros de Teresa de Ávila…

¿Cómo olvidar que la más alta gastronomía es indisociable del Banquete, la mística, la literatura, la comunión de los cuerpos y las almas, unidos en la misma mesa, o el lecho, donde compartimos el pan y el vino que nos ayudan a intentar a llegar a ser hombres, cuyas raíces y semillas crecen en la tierra y el alma..?

• París, una fría noche de invierno.
• Gastronomía y ecología de las almas.
• El arte NO existe. La cuenta corriente SI.
• Apología del beaujolais.
• Ha muerto Claude Terrail.
• Gazpacho andaluz, busconas y Lucien Freud, en Monte Carlo.
• Rainiero. La gula, horizonte último del erotismo.

Proust,comidacampestre. Foto de Proust, la cuisine retrouvé, de Anne Borrel y Alain Sanderens, 1991.